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Usted reveló hace poco que también es víctima. ¿De quién?
Cuando empezó la confrontación entre liberales y conservadores, mi abuelo Tito Montealegre, que era un campesino liberal, fue asesinado con tres tiros en el Puente del Palo, una vereda de Caloto (Cauca) donde todavía se siguen matando casi 60 años después. Mi madre, huérfana a los nueve años, debió llegar a Bogotá a terminar de criarse donde un tío. Sobrevivió, salió adelante y hoy tiene 86 años, y a ella le debo todo lo que soy. No hay una familia colombiana que no tenga una historia relacionada con la violencia. Me parece por eso que la oportunidad de la paz, el próximo 2 de octubre, es una oportunidad para aliviar y sanar.
¿Esa condición de víctima sirvió de algo en la negociación con las Farc?
De mucho, porque, paradójicamente, los colombianos hemos visto durante décadas las imágenes de los guerrilleros como lo que son, hombres de la guerra, y la guerra es dura y cruel. Inevitablemente, uno termina relacionando esos rostros con el dolor y con la crueldad, y eso es una especie de máscara dura que impide ver que del otro lado también hay un ser humano. Cuando se construye un discurso como el que durante 10 años repetimos los colombianos, de que los guerrilleros son unos monstruos, bestias, salvajes, demonios e inhumanos, pues lógicamente uno no habla con este tipo de seres, y para poder dialogar se necesita hablar con personas.
¿Se refiere al discurso uribista?
El país le dio toda la oportunidad a la guerra, y yo mismo le di mi voto y mi confianza a Álvaro Uribe. Pero con el mando sobre 500.000 hombres de las Fuerzas Militares, las leyes y hasta una reelección, no pudo acabar con las Farc, lo cual le costó al país más muertos y más dolor. Ahora, por la vía del diálogo, la guerrilla se va a acabar si los colombianos votan Sí en el plebiscito. Lo que no se pudo a balazos se pudo a través del diálogo.
¿Qué piensa de la alianza de los expresidentes Andrés Pastrana y Uribe?
No sé quién le hace más daño a quién en esa especie de matrimonio del No. Cuando la gente se casa, el sacerdote les pregunta si aceptan la pareja, y la otra dice sí. Ellos se han dicho no mutuamente a lo largo de la historia. Pastrana acusaba injustamente a Uribe de paramilitar, Uribe acusaba injustamente a Pastrana de guerrillero, y digo injustamente porque ninguno de los dos era eso. Ahora van juntos hacia el abismo del No. Creo que escogieron la peor manera de retirarse de la política, apostándole al No.
¿Por qué dice que se hacen daño mutuamente?
Digo que no sé quién le hace más daño a quién. Por ejemplo, hay una imagen incoherente de Pastrana —a quien le dimos el mandato por la paz y no pudo acabar con la guerrilla en el Caguán— y ahora hace una pataleta porque no está en la foto de la paz. Y con Uribe, aunque ha sido un consentido del pueblo colombiano, sucede como en muchas familias donde al papá se le perdonan los defectos, pero eso no quiere decir que no se los vean. Ese es un mal matrimonio, y auguro un pronto divorcio.
¿Y cómo ve al vicepresidente Germán Vargas Lleras?
Probablemente nadie está más activo en la política colombiana que Germán Vargas Lleras. Sus últimos pronunciamientos han generado mucha reacción y polémica, porque parecen incoherentes a propósito del sí pero no, pero demuestra que para el vicepresidente el noble propósito de la paz está por encima de las diferencias políticas.
Sin embargo, Vargas Lleras dejó abierta la puerta en contra de la Justicia Especial para la Paz…
Así como las 297 páginas del Acuerdo tienen cosas que no gustan, pues también hay cosas que a mí no me gustan de las declaraciones del vicepresidente, pero el resultado final es el que importa.
¿Cómo entender que se firma la paz con las Farc, pero se desata una pelea entre la clase política, por ejemplo, entre el ministro Juan Fernando Cristo y Cambio Radical?
Los colombianos debemos acostumbrarnos a que el volumen del conflicto político y social va a aumentar. Se trata de cambiar el conflicto sangriento armado por la confrontación dialéctica y democrática.
O sea, ¿es normal lo que está sucediendo, incluso dentro de la misma Unidad Nacional?
Pues en verdad es indeseable para el momento que vive el país. Es un error enorme anticipar las aspiraciones presidenciales de 2018, contaminando así la campaña del plebiscito por la paz.
Por cierto, ¿hay que incluirlo a usted en esa lista de presidenciables?
En junio de 2015, el Partido de la U tomó la decisión de hacer una consulta presidencial en marzo de 2018 para obtener una candidatura propia cuyo ideal será impulsar la implementación del Acuerdo de paz con las Farc.
No me respondió, ¿le interesa o no ser candidato?
En esto no hay fantasías sino decisiones. Tenemos la decisión tomada de construir una coalición pro paz, que garantice la implementación del Acuerdo Final y que aproveche la oportunidad de la paz para hacer unas transformaciones sociales que no se han hecho durante estos dos siglos. No importa cuál sea el rostro del presidente desde que nos garantice que se aprovechará la oportunidad de la paz.