Uribe y Vargas, el poder que los une y los separa

Tras una década de fuertes choques, el expresidente y el exvicepresidente se reunieron esta semana para hacer alianza en torno a proyectos claves del gobierno de Iván Duque. Es la dinámica política, dicen.

Alfredo Molano Jimeno - Twitter: @AlfredoMolanoJi
07 de octubre de 2018 - 02:00 a. m.
El expresidente Álvaro Uribe y el exvicepresidente Germán Vargas Lleras han pasado de aliados a rivales.  / Archivo El Espectador
El expresidente Álvaro Uribe y el exvicepresidente Germán Vargas Lleras han pasado de aliados a rivales. / Archivo El Espectador

Germán Vargas Lleras tiene 56 años. Es bogotano, de una de las familias más tradicionales de la política colombiana. En su árbol genealógico figuran dos expresidentes de la República, uno de los cuales, su abuelo, Carlos Lleras Restrepo, prácticamente lo crió. Álvaro Uribe Vélez, por su parte, creció en un entorno típicamente antioqueño, de fincas, ganado y caballos. Y a pesar de estas enormes diferencias, sus trayectorias políticas se entrelazan una y otra vez, unas veces como aliados y otras como adversarios. Esta semana volvieron a figurar en la misma fotografía.

La reunión se produjo el jueves pasado en Bogotá y versó sobre algunos puntos claves en las reformas tributaria, política y al sistema judicial. Además, expresidente y exvicepresidente vienen teniendo importantes coincidencias, hasta al punto que hace una semana presentaron un proyecto conjunto: el de la creación de una sala especial para el juzgamiento de militares y policías en el sistema de Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Los dos curtidos políticos se reunieron en compañía de sus principales alfiles en el Congreso, quienes, al finalizar la reunión, explicaron que mantendrán reuniones periódicas para afinar la unidad programática.

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El episodio, inevitablemente, trae a la memoria la larga historia de encuentros y desencuentros entre los dos líderes naturales de los actuales partidos más fuertes en el Legislativo: el Centro Democrático y Cambio Radical. Ambos tienen sus orígenes políticos en el Partido Liberal, colectividad de la que se apartaron por distintas razones y en diferentes momentos, pero comparten la fundación de movimientos políticos independientes que hoy juegan un papel protagónico en la escena política nacional. Así como también empezaron sus vidas electorales como jóvenes concejales, Vargas en Bojacá (Cundinamarca) y Uribe en Salgar (Antioquia).

En la década de los 80, tanto Uribe, en Medellín, como Vargas, en Bogotá, se convirtieron en fogosos concejales de las ciudades capitales. Su potente oratoria los impulsó a continuar en el ascenso hacia el poder legislativo. Uribe se hizo senador, por primera vez, entre 1986 y 1994. Y cuando dejó el Capitolio para aspirar a la Gobernación de su departamento, Vargas Lleras llegaba al Congreso por primera vez.

Durante los gobiernos de Ernesto Samper y Andrés Pastrana tuvieron sus primeras coincidencias: ambos fueron críticos asiduos de esas administraciones. Su primer encuentro formal en política se dio en la campaña presidencial de Uribe, en 2002. Vargas Lleras, apartándose del oficialismo liberal, decidió no apoyar la candidatura de Horacio Serpa a la primera magistratura del Estado y adhirió a la campaña de Uribe, quien llegó a la Presidencia. Las críticas al fallido proceso de paz de Pastrana los juntaron en la política de la mano firme y compartieron el poder.

Vargas Lleras, desde el Senado, se convirtió en el pivote del naciente uribismo. En el 2003 sufrió un primer atentado con una cartabomba que le causó la pérdida de dos dedos. Uribe, desde la Presidencia, impulsó el gobierno de la Seguridad Democrática. La guerra contra las Farc se convirtió —y lo sigue siendo— en un campo de coincidencia plena que los llevó a la luna de miel. En 2005, Vargas Lleras sufrió un nuevo atentado, esta vez, con un carro-bomba, pero salió ileso a abanderar la reelección de Uribe para 2006. Sin embargo, el intento de asesinato dejó abierta una herida en su relación con el entonces presidente.

Al año siguiente, el uribismo empezó a ambientar una nueva reelección del presidente Uribe y Vargas Lleras, quien ya contaba con una fuerza de 15 senadores y 22 representantes a la Cámara, tomó una prudente distancia del Gobierno. A finales de 2007, el Partido de la U, liderado por el hoy expresidente Juan Manuel Santos, inició el proceso para llegar a un referendo reeleccionista. El debate político se polarizó y Vargas Lleras dejó su curul en el Senado en manos de Rodrigo Lara, para irse a estudiar a Europa. Sin embargo, dirigió milimétricamente las movidas de sus congresistas, sobre todo en los debates sobre el referendo de reelección y la reforma política.

Fue así como ocurrió la ruptura entre Vargas y Uribe. Ruptura que, según narran personas cercanas a ambos protagonistas, incluyeron enfrentamientos privados pasados de tono. Dicen que el exvicepresidente dirigió, atendiendo la transmisión de la plenaria de la Cámara de Representantes, el trámite del proyecto de referendo. Con el entonces presidente de la corporación, Germán Varón Cotrino, jugaron a viciar el proceso, que finalmente tumbó la Corte Constitucional y acabó con la posibilidad de una segunda reelección de Uribe. Este episodio cerró el capítulo de alianzas y en 2010 Germán Vargas Lleras fue candidato presidencial y Uribe salió de la Casa de Nariño, pero la dejó en manos de Juan Manuel Santos.

Desde entonces fueron ocho años de ácidos choques públicos. Incluso, la ruptura de Santos y el Uribe se produjo en los primeros meses del nuevo gobierno, por cuenta de Vargas Lleras. Es un secreto a voces que cuando el nombre del jefe natural de Cambio Radical sonó como ministro de Defensa, Uribe presintió la “traición” de su ungido, la cual, se confirmó con el nombramiento en el Ministerio del Interior. Desde allí, hasta la pasada campaña presidencial, fueron muchas las acusaciones que se cruzaron. No menos de diez enfrentamientos quedaron registrados, con señalamientos de paramilitarismo, politiquería y corrupción. Ahora, Uribe desde el Senado y Vargas Lleras desde la dirigencia ad hoc de Cambio Radical vuelven a hacerse coqueteos, se olvidan del reciente pasado y como calculadores ajedrecistas políticos se unen para trabajar en torno al gobierno de Iván Duque. La pregunta es: ¿hasta cuándo?

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Por Alfredo Molano Jimeno - Twitter: @AlfredoMolanoJi

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