Venezuela y el “castrochavismo” encienden la campaña presidencial

Con la misma intensidad con que se agrava la situación en el vecino país, en Colombia sube el tono verbal en la disputa por el poder. Señalamientos y acusaciones van y vienen, y las redes sociales se han convertido en un campo de batalla donde imperan los insultos más que los argumentos. El episodio del fin de semana entre el escritor Héctor Abad y Gustavo Petro así lo demuestra.

Redacción Política-EFE
12 de febrero de 2018 - 08:58 p. m.
Archivo El Espectador
Archivo El Espectador

La crisis venezolana, con el acuñamiento de la palabra “castrochavismo” por parte de los sectores considerados de derecha, tiene incendiada la campaña presidencial colombiana, con ataques de diferente calibre en la plaza pública y las redes sociales, que muestran el alto grado de polarización reinante cuando faltan poco más de tres meses y medio para la primera vuelta de esos comicios. Y con la misma intensidad con que se agrava la situación en el vecino país, en Colombia sube el tono verbal en la disputa por el poder, donde el temor a un eventual gobierno de izquierda, cercano ideológicamente al fallecido presidente Hugo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro, planea como un fantasma sobre parte del electorado.

La polémica alzó vuelo la semana pasada luego de que en algunas encuestas el exalcalde de Bogotá, Gustavo Petro, apareciera en primer lugar en la intención de voto. Sus rivales se dieron entonces a la tarea de desempolvar declaraciones suyas del pasado, en las que defiende a la llamada “revolución bolivariana” de Chávez y Maduro, en una estrategia de sus contradictores para advertir, según creen, que Colombia corre el riesgo de empezar a pavimentar la autopista que la llevará a convertirse en una segunda Venezuela, si se confirma el favoritismo que le dan los sondeos de opinión a Petro.

En los discursos de Germán Vargas Lleras, Iván Duque, Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez, todos los candidatos ubicados en la orilla contraria a la de Petro, imperan esas advertencias. “Que no le niegue Gustavo Petro al país su larga amistad con Chávez. Suficiente evidencia hay de su simpatía y su afinidad ideológica, para que ahora actúe como Judas negando a su mentor”, escribió, por ejemplo, Vargas Lleras, también en Twitter. Una disputa de vieja data entre los dos que se ha agudizado en la actual campaña, donde el exvicepresidente tacha al exalcalde de “populista” y “chavista” y este le ha respondido acusándolo de “corrupto”.

El pasado viernes, Vargas Lleras echó más gasolina a la hoguera al pedirle al presidente Juan Manuel Santos, “que no reconozca el resultado de las elecciones del 22 de abril en Venezuela” y que “deje que lo hagan” Petro y otros candidatos a los que señala de ser de izquierda: Sergio Fajardo y Humberto de la Calle, “que comulgan con esa pantomima y con ese régimen”. Palabras que tuvieron su réplica por parte del exnegociador de paz en La Habana: “Alcancé a imaginar un debate contigo sin este tipo de bajezas malintencionadas. Una cosa es diferir y otra calumniar con semejante despropósito. Nada más alejado de la realidad tu trino vinculándome con ese dictador. Ya estamos grandes hombre, midamos los excesos”, respondió indignado De la Calle.

Lo cierto es que la crisis en Venezuela, que toca de cerca a Colombia con la llegada diaria de miles de inmigrantes de ese país, y la participación en las elecciones del partido creado por la antigua guerrilla, la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), han aumentado el sentimiento anti-izquierda en un sector de la sociedad, que teme que el péndulo de la política se incline hacia ese lado. Un espejo que viene siendo utilizado no solo por Vargas Lleras sino también por el Centro Democrático, el partido del expresidente Álvaro Uribe, para tratar de inclinar la balanza electoral a su favor. “Un país solidario, no al odio de clases, no a una segunda Venezuela”, fue uno de los mensajes más recientes del exmandatario.

Un tire y afloje en el que no solo protagonizan los actores políticos sino la opinión pública en general. Académicos, analistas, empresarios, estudiantes, todos los sectores fijan sus posiciones alimentando la polémica. Entre ellos, por ejemplo, el escritor Héctor Abad Faciolince, quien el fin de semana recordó la simpatía de Petro por el chavismo y el riesgo que supondría para Colombia su llegada a la Presidencia. “Hace 15 años, cuando criticaba a Chávez por populista, me decían baboso y sostenían que mi padre se revolcaba en la tumba. Es lo mismo que me dicen hoy por decir que Petro es un populista del mismo cuño. Chávez fue la ruina de Venezuela y Petro sería la ruina de Colombia“, escribió en Twitter.

Ese comentario le valió aplausos de diferentes sectores y críticas de la gente de Petro, como uno en Twitter de su movimiento Colombia Humana en el que, para intentar descalificarlo, afirmaron que quien escribió ese mensaje “no es (el) intelectual, sino el seguidor de Fajardo”. El debate se encendió aún más con un segundo trino de Abad, en el que trató de Petro de Tramposo: “Recurso cuando mi amigo Carlos Gaviria me contaba, con ira, de cómo Petro cambiaba las actas del Polo, por la noche, para poner lo que no se había resuelto. Un tramposo”, dijo.

La mencionada red social se convirtió en un campo de batalla con insultos de todo tipo, uno que otro argumento, defensa de los implicados y, sobre todo, descalificaciones. Petro contestó señalando que “jamás” manejó las actas del Polo: “Solo fui presidente de ese partido tres meses, mucho antes del ingreso de Carlos Gaviria. Jamás fui su secretario, así que está muy mal informado. Ni una sola acta durante mis siete años de militancia en ese partido pasó por mis manos”. Y cabe decir que en varias entrevistas a diferentes medios de comunicación, el exalcalde ha negado su cercanía y simpatía con el gobierno venezolano y ha dicho que esos ataques solo buscan estigmatizarlo y utilizar la política del miedo para que la gente no lo apoye.  

El fin de semana también surgió la falsa noticia, tan de moda por estos días, de que Abad había cerrado su cuenta de Twitter ante la avalancha de improperios. Él mismo se encargó de desmentir esa versión: “Insisto, el cierre de mi cuenta anterior no fue voluntario, fue un problema de seguridad informática. Casualmente el día que se generó la polémica con Gustavo Petro”, escribió. Sin embargo, en el ambiente quedó la duda sobre un posible ataque de “hackers” que afectó su cuenta en esa red social, lo que lo obligó a abrir una nueva. Hay que decir también que el escritor antioqueño, así como ha recibido insultos, también ha tenido el apoyo de muchas personas que defienden el derecho de todos a controvertir y expresar libremente sus opiniones y concepto sobre uno u otro candidato.

Porque en eso va el debate electoral, tanto en plaza pública como en las redes sociales. Si alguien, sea quien sea, expresa una opinión personal cuestionando a algún candidato, sale una horda de internautas a atacar de todas las formas verbales posibles. La campaña se ha convertido en un desfile de odios, agravios, ofensas, versiones desfiguradas de hechos pasados, y las ideas y las propuestas, que las hay, han pasado a un segundo plano. Y lo peor es que el pronóstico tiene a empeorar con el paso de los días.   

 

 

Por Redacción Política-EFE

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