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El experimento de una ingeniera que une los datos, la inteligencia artificial y la tecnología 


Ahana Datta, ingeniera india y directora de innovación digital en Santillana, lidera el desarrollo de SUMUN, una herramienta que busca llevar la inteligencia artificial a las aulas colombianas, pero su llegada enfrenta retos: el temor de los docentes a ser reemplazados, las limitaciones tecnológicas de muchos colegios y las recientes prohibiciones del uso de dispositivos en clase.

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Redacción Impacto Mujer
18 de octubre de 2025 - 04:00 p. m.
Ahana Datta lidera el desarrollo de SUMUN, una aplicación educativa basada en la IA.
Ahana Datta lidera el desarrollo de SUMUN, una aplicación educativa basada en la IA.
Foto: Paula Casas
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Son las 9:40 de la mañana en Santiago de Chile. Cerca de 100 rectores y coordinadores académicos de colegios privados de Colombia van llegando al auditorio del hotel Mandarín, en el norte de la ciudad. Tras bambalinas Ahana Datta, directora global de Innovación de Digital Analítica, del Grupo Santillana, repasa los últimos datos de su presentación. En minutos mostrará por primera vez en tiempo real cómo funciona SUMUN, una herramienta de inteligencia artificial que busca combinar pedagogía, cultura y tecnología.


Sube al atril con un imponente vestido rojo. Hace silencio, respira y comienza su charla hablando de algo que todos los docentes entienden bien: el agotamiento. “Preparar una prueba, revisar decenas de exámenes, corregirlos... Ya para el último estamos cansados y se hace más difícil dar retroalimentación. Al final, ese sistema no nos deja ver con claridad las falencias puntuales de los estudiantes”, dice mientras pide a su equipo repartir unas hojas con cinco preguntas cerradas.


Esta es la primera prueba que debe superar SUMUN, el último proyecto de innovación de Santillana. Los asistentes responden lo que consideran correcto. Luego, integrantes del equipo comienzan a escanear las hojas con sus celulares y, en segundos, la aplicación califica los exámenes y genera una tabla con las fortalezas y vacíos de cada uno. “No queremos que se pierda la esencia de su trabajo, sino complementarla. Por eso decimos que SUMUN tiene piel de papel y corazón digital”, expone Datta.


El temor de varios maestros es persistente, pues creen que este tipo de herramientas podrían llegar a reemplazarlos. Datta confiesa que esa fue una de las primeras preguntas que surgieron durante el desarrollo del proyecto. Por eso decidieron concentrarse en cómo poner la tecnología al servicio de la educación.


Su apuesta, añade, es liberar a los profesores de las tareas administrativas. “Si reducimos la carga burocrática, el maestro tendrá más tiempo y energía para acompañar a sus estudiantes”, asegura.


El debate sobre el papel de la tecnología en las aulas no es menor. En Colombia, varios colegios, la mayoría privados, han prohibido celulares, tabletas y relojes inteligentes en clase. La decisión responde a una serie de investigaciones que advierten sobre los efectos del uso excesivo de pantallas. Por ejemplo, una investigación de BMC Psychiatry analizó 41 estudios publicados entre 2011 y 2017 sobre este tema, y encontró que el 23 % de los niños tienen un “uso problemático de celulares que genera efectos negativos en la salud mental”.

Otro análisis, publicado por Michael Rich, docente asociado de ciencias sociales y del comportamiento en la Escuela de Salud Pública de Harvard, plantea que los celulares y los colegios no deben mezclarse, pues indica que los estudiantes se ven obligados a hacer varias tareas al tiempo, tocando muchos temas, pero sin profundizar en ninguno.

Para entender mejor los efectos en la concentración, un informe de 2023 de Common Sense monitoreó las notificaciones que reciben al día los estudiantes. Analizó a unos 200 jóvenes y determinó que, en promedio, pueden recibir 237 diarias, el 20 % de ellas en horario escolar. Además, un informe publicado en 2024 por la Unesco indica que los estudiantes pueden tardar hasta 20 minutos en retomar la concentración después de revisar una notificación. Si una clase dura una hora y a un niño le llegaron dos notificaciones, en teoría, perdería por completo la lección.

Aunque este debate no es nuevo, Datta plantea que el desafío no está en prohibir, sino en replantear el rumbo de la educación en un mundo hiperconectado. “Con SUMUN queremos crear un ecosistema integral para las escuelas, donde la tecnología, los datos y el enfoque humano se encuentren. Los datos no deben reemplazar la experiencia educativa, sino sumarse a ella para generar un aprendizaje personalizado”, comenta.

Una vida dedicada a los datos


Ahana Datta se formó como ingeniera electrónica y de comunicaciones. En 2014, recién graduada, recibió una oferta en México. “Era una pasantía enfocada en análisis y control de calidad de datos”, recuerda. Desde entonces su vida profesional giró en torno a los datos. En 2024 se unió a Santillana con una misión clara: conectar el mundo de la educación con el de la innovación tecnológica. Así surgió SUMUN, un proyecto que, a su juicio, pretende ser un nuevo ecosistema educativo.


Hoy es una de las piezas más importantes del desarrollo de esta herramienta que pretende cambiar la forma de enseñanza en Colombia. “Lo importante no es que el estudiante saque buena o mala nota, sino saber dónde está teniendo las brechas de aprendizaje”, asegura.

Entre las funciones de SUMUN está la de rediseñar el currículo de los programas usando datos para desarrollar habilidades medibles y sostenibles e incorporar IA y datos a cada paso del proceso educativo, desde seguimiento de intereses y habilidades de los estudiantes hasta decisiones pedagógicas.

También invita a los maestros a que le pierdan un poco el miedo a la IA generativa y recalca que no se va a perder el pensamiento crítico. Lo que buscan es que esta IA empiece a formularles más preguntas a los estudiantes para que vayan descubriendo respuestas y generando análisis.

El reto, reconoce, es grande, sobre todo en América Latina, donde las desigualdades tecnológicas persisten. En zonas rurales de Colombia, por ejemplo, aún hay colegios sin conectividad constante. “Aun así, creo que debemos invertir en una infraestructura mínima”, dice. “En el futuro, la IA será parte orgánica del día a día educativo. El reto está en cómo la usamos”, concluye.

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