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A través de relatos íntimos y a la vez comunitarios, artistas de diferentes regiones del país reflexionan sobre los espacios que han tenido las mujeres en elterritorio y dentro de la sociedad colombiana, marcada por diversas formas de violencia.
Esta exposición, curada por la artista plástica María Roldán, estará disponible hasta el 19 de noviembre en la sala de exposiciones de Artbo en la sede de Chapinero de la Cámara de Comercio de Bogotá.
“La muestra se inició con una invitación abierta dirigida a mujeres artistas, colombianas, menores de 35 años a pensar cuáles son los lugares que histórica, cultural y socialmente les han sido concedidos o limitados. Quisimos pensar en cómo es la participación de la mujer en distintos espacios”, explicó Natalia Manrique, directora de la Fundación Caona que realizó la convocatoria y abrió este espacio.
Partiendo de la brecha de género que la fundación percibe en los circuitos artísticos, decidieron dirigir estas preguntas a jóvenes mujeres artistas para incentivar la circulación de sus obras en espacios artísticos y comerciales.
La artista plástica María Roldán resalta la importancia de estos puntos de encuentro artístico y social. “Es importante darles espacio a esas sensibilidades, a esos lenguajes que hacen falta no solo en el arte, sino en general, que van en una dirección de hacer sujetos más vulnerables y que la vulnerabilidad se entienda desde otro lugar que no es negativo”.
Con teñido, instalaciones, collages, pinturas y muestras audiovisuales, las artistas cuentan historias personales de violencia basada en género y también de problemáticas nacionales como la deforestación en la Amazonía expresada en la obra de Isabella Celis Campos “Blanqueamiento territorial”. Durante el 2020, en Colombia se deforestaron cerca de 140 mil hectáreas de bosque.
Otra obra que se acerca a la reunión de individualidades es “Resonancias”, un video que mezcla animaciones y sonidos. Suena la selva, suenan ríos, hay largos silencios y cánticos de mujeres a lo lejos, son mujeres afrocolombianas del Pacífico que con su voz reclaman espacios y siembran resistencia. Esta pieza de Camila Vargas Orjuela repite los cantos y los sonidos como reflexión sobre el territorio y el desplazamiento al que estas mujeres fueron sometidas.
El performance “Desplazamientos y territorios”, de la artista Estefanía García Pineda, evidencia el punto de encuentro entre lo individual y lo social. En 1994, cuando era niña, su familia fue desplazada por el conflicto de Montelíbano, Córdoba, cerca de las minas de Cerro Matoso. Con ocho meses de embarazo, Estefanía se recuesta en una camilla, cierra los ojos y en la planta del pie, una tatuadora le marca el recorrido entre Montelíbano y Manizales, a donde su familia fue después de ser desplazada.
La curadora María Roldán explica que “hay un punto de unión entre lo geográfico y el cuerpo, la conversación entre estos dos espacios es el cuerpo colectivo, es cómo el cuerpo se encuentra y ocupa espacialmente esos lugares desolados que transitan, que son desplazados”.
Este espacio artístico es uno de los proyectos de la Fundación Caona, que se tiene un especial enfoque de género y que, además de la muestra, tiene en cuenta la formación de las artistas. En palabras de Natalia Manrique, “procuramos que el trabajo que se realiza con las mujeres sea para fortalecer sus capacidades, sus habilidades y obtener así mejores recursos económicos, un conocimiento de cómo funciona el mercado”.
Al finalizar la muestra, las expositoras, que en su mayoría están construyendo su carrera, recibirán mentorías que les servirán de guía para proteger su obra, conocer el valor de la misma e identificar oportunidades para insertarla en los circuitos artísticos.