Género y paz: los temas claves del encuentro entre mujeres CRIC y mapuches de Chile

La visita de la delegación chilena a Colombia duró cuatro días e incluyó un encuentro en Popayán, la capital de Cauca. Allí se reunieron con el proceso de mujeres CRIC a intercambiar experiencias sobre el poder de las redes de apoyo y su rol en la construcción de paz.

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Silvia Corredor Rodríguez
15 de junio de 2024 - 02:00 p. m.
Mujeres indígenas del CRIC y Chile en visita en Cauca. / Oficina de Prensa de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia.
Mujeres indígenas del CRIC y Chile en visita en Cauca. / Oficina de Prensa de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia.
Foto: Oficina de Prensa de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia.
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Son más de 6.000 kilómetros los que separan al departamento de Cauca de la región de la Araucanía, en Chile. A pesar de la distancia, la visita de la delegación de ese país a Colombia les permitió entender que no importan las fronteras ni las banderas que las puedan separar, porque las experiencias, resistencias, sueños y redes de apoyo entre las mujeres indígenas son muy similares.

Hace un par de semanas Popayán fue el lugar de encuentro de la delegación de mujeres mapuches de Chile y del programa Mujer del Consejo Regional Indígena de Cauca (CRIC). Este programa nació en 1993 en Corinto, Cauca, para mejorar las condiciones de vida de las mujeres indígenas del departamento. Máyer Sánchez Velasco, coordinadora política del programa, habló con El Espectador y señaló el impacto significativo y positivo de este encuentro.

“Las violencias, independiente del contexto en el que nos encontremos, tanto demográfico como geográfico, hace que nos atraviesen de la misma manera. Es el mismo dolor, las mismas frustraciones, los mismos riesgos, las mismas faltas de garantías para ellas allá en Chile como para nosotras acá en Colombia”, señaló Sánchez.

Para la delegación chilena, integrada por seis mujeres, esta visita les permitió darse cuenta de que no están solas y que la historia de violencia hacia las mujeres se repite en toda Latinoamérica. “Nosotras estamos acá para poder escuchar, aprender y llevarnos experiencias de nuestras hermanas colombianas, que también han sufrido las pérdidas de sus familias. Es una oportunidad para poder estrechar lazos con otras mujeres que han sufrido lo mismo que nosotras”, manifestaron.

María Inés Ruz Zañartu, embajadora de Chile en Colombia, afirmó en una entrevista con esta redacción que este encuentro generó en las mujeres de ambos países el reconocimiento del peso similar de la interseccionalidad que llevan sobre sus hombros, al ser mujeres, indígenas y pobres. Al igual que sus mecanismos de luchas y resistencias, en medio de contextos de conflicto.

La visita, que duró cuatro días, recibió el nombre de “Mujeres mediadoras para la construcción de paz y resolución de conflictos desde un enfoque interseccional de género e indígenas”. No solo se realizó en Popayán, sino también en Bogotá, con apoyo de la Embajada de Chile en Colombia, la Cancillería, ONU Mujeres y la Misión de Verificación de las Naciones Unidas.

El valor de la juntanza

Para las mujeres chilenas y colombianas la “juntanza” o trabajo colectivo es la clave del éxito de los procesos organizativos donde se trabaja por un fin común e invita a pensarse en comunidad. Al sentirse acompañadas y con una red de apoyo, los procesos individuales son más llevaderos y se comparten, de forma colectiva, la fuerza y la resistencia. “Juntas somos más fuertes y resistentes. Es necesario tener redes de apoyo, que las mujeres sientan que no están solas y que su lucha no es en vano”, resaltó la coordinadora política del proceso de mujeres del CRIC.

En entrevista con las mujeres mapuches, durante su visita a Colombia, dijeron cómo una preocupación común y las experiencias similares han tejido puentes entre ellas y les ha permitido construir procesos de solidaridad y empatía. “La solidaridad entre mujeres no tiene fronteras, e independiente de la nacionalidad que tengamos, las mujeres tenemos un solo pensamiento de vivir en comunión, en armonía, en sintonía y en tener un buen vivir”, explicaron.

Muchas de las integrantes de esta delegación no se conocían, a pesar de vivir en la misma región, e incluso llevan trabajando juntas desde hace algún tiempo, desde las diferentes organizaciones que integran. Por ejemplo, estuvieron delegadas de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi), la Red de Mujeres Mapuches Willi Mapu, la Asociación Wenuntuaiñ Taiñ Kimun, el Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile y la Universidad de la Frontera de Temuco.

Aunque se desenvuelven en diferentes áreas de trabajo, como la academia, derechos humanos, procesos sociales, liderazgo comunitario, entre otros, todas reconocen que sus roles como madres, hijas, mujeres trabajadoras o hermanas las une. Desde cada proceso personal, en sectores diferentes y con trayectorias no muy similares, viven contextos de desigualdad, violencia y discriminación por su condición étnica. “Las que somos del campo, las que somos mapuches, vivimos aún más discriminaciones, y eso también nos une”, resaltaron.

Las mujeres del CRIC viven algo similar, pues el programa incluye a 11 pueblos indígenas, con 139 autoridades tradicionales —que también son mujeres— y alcanzan a cerca de 15.000 mujeres en sus procesos regionales y nacionales. La diversidad de voces, miradas y experiencias, que muchas veces otras también han vivido, les ha permitido tejer redes de trabajo y la creación de una casa del cuidado para las mujeres víctimas de violencia.

En su visita a Cauca, las mujeres mapuches conocieron este espacio que, según Sánchez, es un lugar dedicado al cuidado integral desde la espiritualidad y el acompañamiento psicosocial y psicocultural. Con rituales de permiso y agradecimiento a la madre tierra, de conexión, de amor a través de abrazos, música y círculos de la palabra, se vivió esta visita.

El cuidado y autocuidado como una ruta para avanzar

Para las mujeres del CRIC, esa casa de cuidado ha sido un punto de encuentro para hacer visibles las acciones de sus hermanas en el territorio y exteriorizar sus experiencias de ser mujeres indígenas en Cauca. Allí han hablado de sus resistencias ante las violencias machistas y las del conflicto armado colombiano que por más de 60 años han padecido.

Según el Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica, la población indígena de Cauca representa el 75 % del total de víctimas del departamento durante el conflicto armado. Hechos como asesinatos, secuestros, desapariciones forzadas, violencia sexual, reclutamiento y accidentes por minas antipersonas son algunos de los actos de violencia que padecieron los habitantes de Cauca. Las mujeres representan el 16 % de las víctimas del departamento durante el conflicto armado interno.

Además de este contexto, las mujeres indígenas de Cauca han afrontado diversas violencias desde lo físico y psicológico, discriminación, dificultades en el acceso a servicios básicos, entre otros. A pesar de ser contextos políticos y culturales diferentes, las mujeres mapuches también han sufrido este tipo de violencias por sus luchas y resistencias de mantener los derechos de su pueblo.

“Una de las cosas que no tenemos las mujeres es miedo, así que vamos a seguir resistiendo. Como dicen en Chile, ‘plata ni miedo nunca he tenido’, así lo haremos”, resaltó una representante de la delegación sobre sus luchas en Chile.

El acceso a la tierra es otro de esos problemas que comparten las mujeres de Cauca y las mapuches. El caso chileno data del año 1800, aproximadamente, y desde entonces no han podido recuperar la totalidad de sus territorios, señalados de ser usurpados por el Estado y empresas privadas del sector forestal. Aunque en Colombia el proceso de Cauca aún continúa y actualmente viven la violencia desmedida de las disidencias de las FARC, las mapuches resaltan que el reconocimiento de los territorios indígenas y de sus poblaciones es algo que Colombia tiene y a Chile le hace falta.

El pueblo mapuche es uno de los más numerosos de Chile, con casi dos millones de personas, y a pesar de ello su reconocimiento y la respuesta a sus demandas no han sido respondidas por el Estado chileno. Al contrario, han recibido represión, persecución y estigmatización en la mayoría de los casos.

En el segundo mandato presidencial de Michelle Bachelet (2014-2018) se creó una Comisión Asesora Presidencial para la Araucanía, con el fin de dar un reconocimiento constitucional a los pueblos indígenas, restituir las tierras y establecer medidas para el desarrollo económico en la región, y así resolver la situación. Sin embargo, los avances no han sido significativos y el actual presidente, Gabriel Boric, ha militarizado el territorio y decretado estado de excepción, por los constantes ataques a la maquinaria de las empresas forestales como protesta a la ocupación de su territorio. Para el pueblo mapuche, estos actos del presidente han generado más violencia y estigmatización sobre ellos.

“Podemos construir cambios si logramos ver a la otra persona desde su humanidad, diversidad y conmovernos. Construir desde esa emocionalidad del reconocimiento del otro, del dolor del otro, para poder transformarlo”, resaltaron las mujeres mapuches.

Ese reconocimiento pasa por la sanación y el cuidado propio y de las demás. Para las mujeres del CRIC, la sanación individual y colectiva es clave para seguir aportando en los espacios exteriores. Este fue uno de los puntos tratados durante la visita de las mujeres mapuches a Cauca, y las llevó a plantear la necesidad de tejer estrategias de prevención de violencias y promoción de las mismas.

“Sanar lo interior para seguir aportando en lo exterior debe ser un acto político de las diferentes organizaciones. No solo de mujeres indígenas, sino de todas las mujeres que forman parte de contextos de violencia, porque la violencia cada vez está incrementando y no se ha ido”, resaltaron las mujeres del CRIC.

“Nunca va a existir paz sin la participación de las mujeres”

Esta fue una de las frases de la delegación de mujeres mapuches tras su visita a Colombia. Para ellas, las mujeres han cumplido un rol histórico en la gestión comunitaria, en mantener vínculos, en construir diálogos y tejido social. Ellas también explicaban que en Chile la paz estaba asociada con el control de las armas y la fuerza policial, y con esta visita aprendieron otras nociones de paz, como la que se maneja en Colombia.

Las mapuches identificaron la visión de las mujeres indígenas sobre la paz, se asocia con el diálogo, el reconocimiento, el autocuidado y ponerse en el lugar del otro. Sin embargo, señalaron que las mujeres construyen paz con una noción de seguridad que parte de tejer red, unificar esfuerzos y desde una seguridad alimentaria de los hogares y las comunidades.

Las mujeres del CRIC le explicaron a esta redacción que juntas identificaron que las mujeres construyen paz en espacios tan mínimos, como la cocina, partiendo desde lo individual y luego hacia lo familiar, lo comunitario y lo colectivo. “La construcción de paz no es un tema ajeno para las mujeres porque somos dadoras de vida. No solo por parir hijos, sino que podemos dar vida desde el acompañamiento, la contención y la orientación”, destacaron.

Planes de acción

Las mujeres indígenas de Cauca y las mapuches acordaron la importancia de implementar en sus territorios tres actividades muy puntuales: planes de acción ancestrales, planes de autocuidado y autoprotección, y planes de vida acompañados de ejercicios de formación. Estas, enmarcadas en generar herramientas de autocuidado y autoprotección para ellas, quienes son las que ejercen la defensa en todos los niveles.

Para ello deben seguir fortaleciéndose a nivel organizativo y generando espacios de formación para que las mujeres de sus territorios conozcan más sobre sus derechos. Incluso, señalaron la importancia de agregar capacitación en derechos sexuales y reproductivos, al igual que la construcción de planes de vida.

“Hoy las mujeres podemos hablar libremente de todas estas situaciones y ser nosotras mismas las que tejamos estas estrategias en salud, educación y justicia. Todo esto es importante para solventar las situaciones que se presentan a diario y las desarmonías que tenemos en nuestros cuerpos, como primer territorio de defensa, al igual que en nuestras comunidades”, explicó Máyer Sánchez Velasco.

El compromiso entre ellas y cada una en su territorio es seguir luchando contra esas barreras que se siguen alzando y resistir en red. Su arma seguirá siendo el amor que es visto como la única forma para resarcir el daño que han sufrido a lo largo de los años.

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