Impacto mujer
Dejando huella

Equidad de género en los trabajos de cuidado, la responsabilidad es colectiva

En promedio, las mujeres colombianas dedican 22 horas semanales más a tareas no remuneradas que los hombres, según un informe de la OCDE. La campaña “Generando equidad en las labores de cuidado”, de Usaid, invita a reconocer, reducir y redistribuir los trabajos del cuidado para caminar hacia una sociedad más equitativa.

Silvia Corredor Rodríguez
02 de marzo de 2024 - 01:00 p. m.
Reconocer, reducir y redistribuir, las tres  acciones para equilibrar tareas del cuidado. / Eder Rodríguez.
Reconocer, reducir y redistribuir, las tres acciones para equilibrar tareas del cuidado. / Eder Rodríguez.
Foto: El Espectador

¿Cómo se distribuyen las tareas en su hogar? ¿Quién prepara la comida? ¿Quién limpia la casa? ¿Quién cuida a bebés, adultos mayores, personas enfermas, plantas o animales? Todas estas acciones relacionadas con el mantenimiento del hogar y del cuidado de quienes lo habitan son parte de la economía del cuidado, específicamente del trabajo no remunerado que ha recaído en mayor medida sobre las mujeres. Es tan poco lo que se aprecia que, incluso cuando se remunera, se hace de forma insuficiente y por fuera de los parámetros del trabajo formal.

Según el informe “Igualdad de género en Colombia, hacia una mejor distribución del trabajo remunerado y no remunerado”, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) de 2023, en promedio las mujeres colombianas dedican 22 horas semanales más a tareas no remuneradas que los hombres. Algunas de ellas son el cuidado de los niños, parientes mayores, personas con discapacidad, tareas domésticas, compra de alimentos, entre otras. En cambio los hombres colombianos dedican 23 horas semanales más a actividades laborales remuneradas que las mujeres. Esto lleva a que las mujeres tengan menos probabilidades de trabajar de forma remunerada y en una jornada completa.

Para caminar hacia una sociedad más equitativa, hombres, mujeres y población diversa deben asumir roles activos en los trabajos del cuidado, para tener igualdad de oportunidades y reconocer que el cuidado de la vida, en toda su totalidad, es un asunto colectivo.

Para ello el programa “Generando equidad”, de Usaid, creó la campaña “Generando equidad en las labores de cuidado” para invitar a pensar cómo equilibrar las cargas en estas labores, haciendo énfasis en tres acciones: reconocer, reducir y redistribuir. Esto no solo en casa, sino también en sectores empresariales y corporativos.

Reconocer, reducir y redistribuir las tareas de cuidado

¿Cómo hacer que los trabajos del cuidado sean más equitativos? Hacer visible el trabajo de cuidado y sus contribuciones para el funcionamiento de la sociedad y la economía, reducir el tiempo del trabajo de cuidado a través de sistemas de cuidado, infraestructura y cobertura de servicios, y repartir equitativamente entre toda la sociedad estas responsabilidades son algunas de las acciones que se plantean desde la campaña.

En las casas se plantea realizar acciones encaminadas a remunerar el trabajo del cuidado: contratar adecuadamente por cada tarea asignada; garantizar la seguridad social, los días de descanso y las horas extras, así como crear entornos seguros y dignos para que la persona realice su trabajo, por ejemplo tener los elementos requeridos, no estar expuestas a violencias y recibir un buen trato.

Sin embargo, estas acciones no son el común denominador en Colombia, y se busca que sí lo sean. Según datos de la Fundación Hablemos de Trabajo Doméstico, de los más de 660 mil personas trabajadoras domésticas del país, el 80,25 % son parte del sector económico informal.

En entrevista con El Espectador, Andrea Londoño, directora y creadora de esta fundación, explicó cuáles son los obstáculos que han encontrado en la formalización laboral. “Hicimos una investigación y encontramos tres dificultades: la tramitología, la subvaloración del trabajo doméstico y que al formalizarlas había miedo a perder subsidios del Estado. Los trabajos de cuidado y doméstico siguen subvalorados, y cuando no valoro algo, no hago un esfuerzo por cumplir mis deberes, por hacerlo bien ni por otorgarle a ese servicio su verdadero valor”, explicó.

En contexto: El trabajo doméstico no remunerado aporta más a la economía que el comercio

Aunque se quiera evadir responsabilidades con excusas y obstáculos en la formalización laboral, organizaciones como la Fundación Hablemos de Trabajo Doméstico han acompañado, asesorado y capacitado a empleadores para que brinden condiciones dignas y reconozcan los derechos laborales de las trabajadoras domésticas. Para su directora, a pesar de haber identificado una mejora de cinco puntos en más de 10 años (pasar del 85 al 80 % en informalidad del trabajo doméstico), reconocer y posicionar este trabajo en el sector económico sigue siendo el llamado.

“Si hoy en el sector del cuidado se pagara en salarios mínimos, equivaldría al 20 % aproximadamente de lo que llamamos la producción de riqueza en los países o el Producto Interno Bruto (PIB). Sería el sector que más aportaría en la economía de Colombia”, resaltó Londoño.

Las acciones de reconocimiento no solo parten de los empleadores, sino también de la incidencia política que han realizado diferentes organizaciones de la sociedad civil. Junto a la Fundación Hablemos de Trabajo Doméstico, la Fundación Bien Humano es parte de las 15 organizaciones que conforman la mesa de economía del cuidado en Antioquia para mejorar las condiciones y el cumplimiento de derechos de las personas que son de la economía del cuidado.

Mónica Sandoval, psicóloga y directora de la Fundación Bien Humano, le afirmó a esta redacción que hay que ver el tema con un enfoque territorial y de articulación. Por ejemplo, una de las acciones que realizan desde la mesa departamental es apoyar a las alcaldías y gobernaciones en la construcción de los Planes de Desarrollo para que se incluya la normativa y las acciones encaminadas a asegurar los derechos de las personas que realizan trabajos de cuidado.

“El reto que tiene este país con un sistema nacional de cuidado y los sistemas locales de cuidado en los municipios es la articulación”, resaltó Sandoval.

El actual Plan Nacional Desarrollo “Colombia: potencia mundial de la vida” (2022-2026) integró la creación del Sistema Nacional de Cuidado para garantizar el derecho a la población colombiana a cuidar, ser cuidado y al autocuidado. Aunque se prioriza la primera infancia, la población adulta mayor y la población con discapacidad, se ha hecho énfasis en que quienes cuidan -mayoritariamente mujeres- sean reconocidas y protegidas.

Por eso, para mujeres como Sandoval, el trabajo debe ir encaminado a la articulación, a la incidencia política y a seguir reflexionando sobre el cuidado, los tiempos y los roles, pues se debe “armonizar la vida personal, familiar y laboral”, dice.

Los avances en política para las personas cuidadoras en Colombia

Aunque la reciente creación del Sistema Nacional de Cuidado ha posicionado el tema de cuidado e igualdad de género en altas dependencias del gobierno -para ser articuladas a nivel territorial-, en el país desde hace más de 10 años se ha trabajado por sumar esfuerzos a nivel político y de reconocimiento de derechos.

Por ejemplo, han pasado 14 años desde que se expidió la Ley 1423 de 2010, que incluye la economía del cuidado y la contribución de las mujeres en el desarrollo económico del país. Según Andrea Londoño, fue el movimiento feminista y de mujeres en Colombia el que logró que el DANE realice la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT), que da cuenta de la inequidad en la repartición de tareas.

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Los últimos resultados del DANE exponen que entre 2020 y 2021 las mujeres dedicaron, en promedio, 7 horas y 44 minutos diarios en actividades de trabajo no remunerado -principalmente labores domésticas y de cuidado en el hogar-, mientras que los hombres dedicaron 3 horas y 6 minutos en promedio.

Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) creó en 2011 el convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos con el fin de reconocer la contribución que realizan en la economía. También buscaban aumentar las posibilidades de empleo remunerado para mejorar las condiciones de estas personas y sus familias.

La existencia de mecanismos nacionales e internacionales para mejorar la calidad y la garantía de derechos de las personas que trabajan en labores de cuidado no ha sido suficiente. Según Mónica Sandoval, el cambio también debe generar y transformar pensamientos y paradigmas para asumir el tema con responsabilidad.

Desde la campaña “Generando equidad en las labores de cuidado” la invitación a las personas que realizan labores de cuidado es a buscar ayuda, impulsar la redistribución, planear actividades de autocuidado y de descanso, así como defender sus derechos y el de otras mujeres a recibir cuidado y a repartir las cargas. Esto con el fin de poder construir proyectos de vida no centrados en el cuidado de otros, sino hacia el cuidado propio, con autonomía y sin violencias.

Economía del cuidado en el sector empresarial

La distribución de labores como la limpieza o planear celebraciones, la adecuación de espacios como guarderías y zonas de lactancia, crear e impulsar licencias de paternidad y maternidad, y crear horarios mixtos y flexibles de trabajo son algunas de las acciones que desde este sector se pueden realizar para que hombres y mujeres asuman equitativamente roles de cuidado tanto en el interior como en el exterior de las empresas.

En entrevista con El Espectador, Natalia González, de Women In Connection -asociación de mujeres líderes del sector corporativo que trabajan por la equidad de género- le contó a este diario las acciones que desde las empresas han realizado para generar soluciones y políticas en pro de la equidad en trabajos de cuidado.

“En Colombia tenemos muchísima apertura, sobre todo corporativamente a nivel Latinoamérica, en incluir estos temas. Hemos sido de los que más hemos venido trabajando y avanzando en tener la discusión y horarios de trabajo más flexibles y licencias ampliadas de maternidad y paternidad”, señaló.

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El reto aún es grande, pues la brecha de la participación de mujeres y hombres en juntas directivas es del 57,6 %, según reportes del Club del 30 % en 2022. Natalia González también resaltó que cuanta más visibilidad tenga este problema y se trabaje en soluciones conjuntas, se podrán generar transformaciones no solo en lo corporativo, sino también en la sociedad y en el desarrollo económico.

*Esta publicación fue realizada gracias al apoyo del pueblo de Estados Unidos, a través de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y su programa “Generando equidad”. El contenido de esta publicación es responsabilidad exclusiva de El Espectador y no refleja necesariamente las opiniones de Usaid o del gobierno de Estados Unidos.

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