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Separarse o ser separadas de sus hijos, los desafíos para la autonomía económica, las responsabilidades en torno al cuidado, el acceso a salud sexual y reproductiva y la violencia basada en género hacen que las mujeres migrantes experimenten una vulnerabilidad distinta a la de los hombres durante una experiencia migratoria, sobre todo si esta es irregular. Ahora, las recientes acciones para frenar este tipo de ingreso a Estados Unidos y acelerar las deportaciones han abierto un nuevo campo de incertidumbre.
“Todavía no se han capturado en todo nuestro país más de 1.100 personas en un día, no tienen tanta capacidad, pero sí lo han hecho con bombos y platillos, con videos y mucha acción en las redes sociales porque están tratando deliberadamente de generar temor y hacer que los migrantes se autodeporten”, afirmó Adam Isacson, director para la Veeduría de Defensa en la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos.
Bajo la declaración de emergencia nacional por inmigración irregular, el Gobierno implementó una política de deportaciones y arrestos masivos de migrantes indocumentados. De modo que se suspendió la reubicación de refugiados; se eliminó CPB One, la aplicación fronteriza que permitía a los migrantes solicitar entrada provisional al país, se desplegaron tropas en la frontera con vigilancia terrestre y aérea, se planteó la construcción de más barreras y se eliminó la política que prohibía las detenciones en lugares sensibles como escuelas, hospitales e iglesias.
Esta política ha causado la detención de más de 8.000 personas indocumentadas en solo dos semanas y ha impactado a unos 11 millones de migrantes irregulares que residen en EE. UU., según datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos.
Para poner en perspectiva el impacto que puede haber sobre las mujeres se pueden tomar en cuenta cifras del Centro de Análisis de Datos sobre Migración Mundial en 2020, que muestra que el 51,9 % de los 58,71 millones de migrantes que habitan en Norteamérica son mujeres.
La situación, de acuerdo con Carolina Moreno Velásquez, directora del Centro de Estudios en Migración de la Universidad de los Andes, somete a las mujeres, adolescentes y niñas a mayores riesgos de sufrir violencia basada en género y al mismo tiempo a la imposibilidad de conseguir apoyo psicológico, atención médica, legal y financiera, entre otros aspectos.
¿Por qué migran tantas mujeres a territorio estadounidense? En 2024, más de la mitad de las mujeres que emprendieron una ruta migratoria y estaban en México afirmaron que la violencia doméstica y las amenazas fueron las principales razones de su migración, y que lo hicieron acompañadas de sus hijos, según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Ayuda en la ruta migratoria
Poblaciones como niños, niñas, mujeres embarazadas y personas LGBTIQ+ han aumentado su flujo migratorio con destino a diversos lugares desde 2023, informa Médicos Sin Fronteras. Esto intensifica la crisis de violencia dentro de estos desplazamientos y agrava situaciones como abusos sexuales, físicos y psicológicos, desaparición forzada y explotación sexual.
La ruta que recorren miles de mujeres migrantes hacia Estados Unidos suele iniciar en países de Sudamérica, desde donde viajan a Colombia para cruzar la frontera con Panamá, zona controlada por grupos criminales como el Clan del Golfo. Luego, atraviesan Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala hasta llegar a México, con el objetivo de alcanzar EE. UU. Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), pueden tardar entre 30 y 41 días solo para llegar a territorio mexicano.
Para entender las circunstancias que enfrentan estas mujeres, basta considerar los casos de violencia ocurridos durante el cruce de fronteras, los cuales tienen una falta de registro, debido a que muchas víctimas no denuncian ni buscan atención.
En 2023, Médicos Sin Fronteras reveló la realidad que se vive en la selva del Darién: un acto de violencia sexual cada tres horas y media. La organización brindó atención a 1.000 mujeres embarazadas, realizó cerca de 3.000 consultas de salud mental y atendió a 676 personas agredidas sexualmente por grupos criminales.
El panorama para los migrantes en México no es distinto, pues en 2024, Médicos Sin Fronteras atendió 145 casos de violencia sexual en Ciudad de México y 214 en Tamaulipas. Además, la organización brindó atención en 430 casos en sus proyectos ubicados en Piedras Negras, Tapachula, Coatzacoalcos y en el Centro de Atención a Migrantes Víctimas de Tortura.
Ahora, sin herramientas como CBP One, unas 270.000 personas habrían quedado varadas en México, comenta la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CPB), que reportó la cifra de quienes intentaban obtener una cita a través de la aplicación. La única opción que ven posible para llegar a Estados Unidos es cruzar de manera irregular, quedando a merced de “coyotes”, grupos criminales y, en ocasiones, autoridades mexicanas, que a menudo ejercen violencia contra ellas.
La mujer que está en rutas migratorias o que ya resida en EE. UU. de forma irregular puede tomar ciertas precauciones para protegerse. Adam Isacson sugiere que las migrantes se informen sobre sus derechos y de las garantías que estos les proveen en caso de ser detenidas, pues, de acuerdo con el director para Veeduría de Defensa en la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos, habrá situaciones donde abusen de los derechos humanos “de una manera muy cruel”.
Por eso Henry Rodríguez, jefe de misión en México de Médicos Sin Fronteras, aconseja a las mujeres que planean emprender esta ruta migratoria tener múltiples planes y opciones que incluyan un lugar donde hospedarse, contactos que puedan brindar apoyo, redes de ayuda y asesoría con información verificada de fuentes confiables. Además, enfatiza en la importancia de evitar la desinformación y las noticias falsas, que pueden poner en riesgo su seguridad y bienestar.
Las organizaciones de la sociedad civil del sector humanitario pueden brindar apoyo a esta población, especialmente tras la suspensión de la cooperación para el desarrollo de Estados Unidos, como ocurrió con USAID. Estas organizaciones ofrecen servicios legales, psicológicos, humanitarios y de salud. Por ello, la directora del Centro de Estudios en Migración de la Universidad de los Andes recomienda acudir a ellas.
Organizaciones como COMAR, Médicos Sin Fronteras (MSF) y la Oficina para la Salud de la Mujer en EE. UU. brindan apoyo a migrantes. Sus servicios están disponibles a través de líneas telefónicas y redes sociales. COMAR atiende en México en el +55 5209 8800, ext. 30133; MSF en México en +52 800 267 3639 y en Panamá en +507 6680 1213, y la Oficina para la Salud de la Mujer en EE. UU. en el 1 800 994 9662.
¿Qué apoyo pueden recibir? Médicos Sin Fronteras brinda apoyo psicosocial a personas en situación de vulnerabilidad, ayudándolas a enfrentar su realidad con técnicas psicoemocionales. Su área de trabajo social las conecta con organizaciones que ofrecen formación, empleo y asesoría legal en protección y derechos, facilitando su estabilidad y seguridad. En caso de ser víctima de violencia sexual, pueden acceder a atención médica, psicológica y asesoría legal si desean denunciar y llevar el caso ante la justicia.
“Nuestro objetivo es ofrecer apoyo psicosocial a personas que se encuentran en una situación desesperada, en un limbo de incertidumbre sobre su futuro porque no saben si deben regresar, quedarse, si tienen la posibilidad de permanecer, dónde podrán establecerse o de qué vivirán”, aseguró Rodríguez.
Llegaron a EE. UU. ¿Ahora qué?
Quienes logran llegar a Estados Unidos tienen la esperanza de obtener garantías y servicios para atender las afectaciones sufridas durante el viaje (y, por supuesto, aquellas que lo originaron). Sin embargo, con las nuevas políticas migratorias, el acceso a atención médica, apoyo psicológico y otros auxilios ha sido truncado, pero aún existen herramientas y organizaciones a las que pueden acudir.
“Hay disposiciones que afectan la protección de las mujeres en condición migratoria irregular que han sido o son víctimas de violencia. Debido a su estatus y al miedo generalizado, muchas prefieren permanecer en entornos donde sufren en lugar de buscar ayuda, porque en este momento eso implica ser visible y puede estar vinculado a la deportación y los tratos inhumanos que están experimentando”, explicó Donna Catalina Cabrera, antropóloga especializada en migraciones contemporáneas y profesora del Departamento de Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana.
A pesar de que las líneas nacionales no se sientan seguras para algunos migrantes, según los expertos, sí existen servicios y centros de atención a los que pueden acudir las mujeres que necesitan denunciar un abuso, como la Línea Nacional de Ayuda contra la Violencia Doméstica al 800 799-SAFE (7233) o la Línea Directa de RAINN al 1 800 656-HOPE (1 800 656 4673).
Como han señalado los expertos, es fundamental informarse. De igual manera, las mujeres migrantes pueden buscar asesoría legal con abogados especializados en estos casos y en temas migratorios, lo que les permitirá defenderse, resolver sus dudas y tomar mejores decisiones.
El lugar donde estén establecidas las personas dentro de EE. UU. también puede influir en sus condiciones de vida. En estados como Luisiana y Arkansas, la comunidad migrante enfrenta mucha xenofobia, además de escasez de recursos para servicios básicos; a diferencia de entidades territoriales de tendencia progresista, como Denver, Chicago, Los Ángeles, Nueva York, Nueva Jersey y California en general, que, según Isacson, son lugares que pueden proveer mayor seguridad y brindarles acceso a redes de apoyo y servicios de salud femenina y psicosocial. No obstante, esta ayuda varía según el lugar, ya que no forma parte de una política nacional.
Por otro lado, la directora del Centro de Estudios en Migración de la Universidad de los Andes asegura que la criminalización de la migración irregular refuerza estigmas al asociarla constantemente con el crimen y la delincuencia, lo que limita su seguridad y sus oportunidades de integración.
“Esto oficializa una política de xenofobia basada en el rechazo al migrante. Es el primer paso de un proceso complejo en el que no solo se normalizan los comentarios xenófobos, sino también la exclusión, la discriminación e incluso la violencia. Además, esta situación agrava las trampas de pobreza al cerrar oportunidades de educación, capacitación y acceso a redes de apoyo para quienes ya se encuentran en una situación de alta vulnerabilidad”, manifestó Irene Cabrera Nossa, profesora investigadora de la Universidad Externado de Colombia y consultora del Barómetro de Xenofobia.
En vista de las actuales condiciones a las que se enfrentan las mujeres migrantes en EE. UU. los expertos concluyen que vale la pena evaluar el impacto de estas medidas con un enfoque de género, especialmente en los sectores donde predominan las mujeres, para establecer cómo afectan la precarización laboral, los ingresos y el acceso a servicios de cuidado, y cómo otros actores podrían intervenir para mitigar estos efectos y promover la equidad y seguridad.
