Impacto mujer
Dejando huella

El papel de las mujeres en el reconocimiento de la partería colombiana


Las mujeres han dado una lucha de varias décadas para que sus saberes en preservar la vida sean reconocidos. Tras la declaración de la Unesco de la partería como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, hay retos de articulación institucional y la suma de esfuerzos entre afrocolombianas, indígenas y campesinas.

Silvia Corredor Rodríguez
27 de abril de 2024 - 02:00 p. m.
Antes de finalizar este año, se espera realizar un censo de cuántas parteras hay en el país y dónde están ubicadas. / Ministerio de Cultura.
Antes de finalizar este año, se espera realizar un censo de cuántas parteras hay en el país y dónde están ubicadas. / Ministerio de Cultura.
Foto: Ministerio de Cultura

“Hemos logrado que el mundo nos escuche a nosotras y a una manifestación natural del ser humano, porque ser parteras es una cotidianidad, un estilo de vida. Protegemos el territorio, independiente de las condiciones de vida, pobreza y conflicto armado. Las parteras somos las que cuidamos la vida de las comunidades”.

Estas fueron las palabras de Liceth Quiñones, partera tradicional y directora de la Asociación de Parteras Unidas del Pacífico (Asoparupa), al preguntarle sobre lo que significa para ella ser partera. Esta mujer alta, de voz fuerte y contundente, es hija de Rosmilda Quiñones, quien fundó Asoparupa hace 35 años, y quien, como heredera de este legado, ha aprendido sobre la conservación de la vida.

El trabajo que ha realizado Asoparupa por décadas, junto a otras organizaciones de mujeres parteras en el Pacífico colombiano, llevó a que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) reconociera los conocimientos, habilidades y prácticas de la partería como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Este reconocimiento tuvo algo particular y es que entiende la partería no solo desde las comunidades afrocolombianas, sino también indígenas y campesinas.

Junto a Alemania, Chipre, Eslovenia, Kirguistán, Luxemburgo, Nigeria y Togo, Colombia presentó las prácticas y los saberes de todos los grupos étnicos del país en relación con la partería. La decisión a favor de estos países se conoció el 6 de diciembre de 2023.

Aunque en Colombia se han gestionado planes para preservar la partería, desde 2009, a través de la Política de Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial, solo ha estado enfocado en las comunidades negras del Pacífico colombiano. Ahora los esfuerzos están puestos en saber cuántas son las mujeres parteras, dónde están y cómo pueden intercambiar saberes entre afrocolombianas, indígenas y campesinas.

Las parteras en Colombia

La lucha por el reconocimiento de la partería ha tomado más de 30 años y, sin duda, la bandera la han llevado las mujeres afrocolombianas del Pacífico. El Ministerio de Cultura, que las ha acompañado desde hace 14 años, consideran que este protagonismo parte de la expedición de la Ley 70 de 1993. Este es un proyecto político de identidad que reconoció el derecho a la propiedad colectiva de la tierra y la creación de los consejos comunitarios de la población afrocolombiana.

A pesar de los esfuerzos para que sus cuidados a la vida, las mujeres y la niñez fueran respaldados a escala nacional, en otras comunidades la reivindicación de la partería no ha tenido la suficiente visibilidad. En el caso de las comunidades campesinas, esta actividad es vista como un servicio de ayuda a las mujeres que se encuentran lejos de algún puesto de salud y necesitan atención urgente, y en las comunidades indígenas, como parte de sus prácticas de salud.

“La partería campesina es tratar de ayudar a otras personas. No era una labor muy reconocida, solo decían ‘esa señora sabe partear, que nos ayude’, pero nada más”, afirmó Ana Cecilia Serna, partera campesina del Sumapaz.

Desde la partería indígena, Ramiro Romero, partero y médico tradicional del pueblo muisca, le explicó a esta redacción que ven con buenos ojos el trabajo de la Unesco por las parterías, en plural. “Vemos la visibilización, la salvaguardia y la protección del conocimiento sobre la partería tradicional indígena. Se abrió un campo y allí el Estado y los ministerios nos han vuelto a mirar”. También resaltó que en las casi 6.000 comunidades indígenas del país, la partería es un asunto de hombres y mujeres porque parte de un conocimiento comunitario del cuidado.

El desconocimiento del valor de la partería en comunidades campesinas, indígenas y afros, en muchos lugares de Colombia, llevó a que tras la reciente declaración de la Unesco, se estén adelantando acciones como la construcción de un censo. Así lo explicó a El Espectador Adriana Molano Arenas, viceministra de los patrimonios, las memorias y la gobernanza cultural del Ministerio de Cultura.

“A través de un censo, buscamos lograr esa caracterización para saber cuáles son las comunidades de parteras y médicos tradicionales del país, hacer un mapa de la partería y también cuáles son sus condiciones de trabajo y las formas de atención que han impactado positivamente al sistema general de salud”, explicó Molano.

Con esta información, según la viceministra, se podrá avanzar de forma más clara en las acciones de trabajo y los recursos que se necesitan para ello. Además, muchas de las parteras están en una edad avanzada y en territorios rurales muy alejados, lo que apremia a realizar acciones urgentes y un esfuerzo para obtener información.

En entrevista con Alejandro Pasquel, partero nariñense, recordó una de las situaciones más comunes que viven las parteras en su comunidad, que evidencian la importancia del censo para brindar la ayuda oportuna. “La mayoría de las parteras viven en zonas rurales y su transporte es por el río. En muchas ocasiones, han contado que les ha tocado realizar partos en las mismas canoas durante el trayecto a un centro de salud, de madrugada y sin luz. Estas son algunas de las dificultades que se viven día a día”.

Para parteras como Francisca Córdoba, reconocer esta labor es muy importante, pues, según relata, muchas la han realizado a escondidas por temor a ser regañadas. “A varios médicos no les gusta lo que hacemos, pero al estar reconocidas, hay mucha diferencia porque no tenemos que escondernos”, señaló.

Tras la declaración de la Unesco, Liceth Quiñones, además de ser la directora de Asoparupa y presidenta de la Federación Nacional de Parteras de Colombia, fue designada por el Gobierno nacional para representar a Colombia en los grupos de países que entraron en la declaratoria. Una de las acciones que Quiñones está adelantando es una gran Cumbre Mundial de Parterías Tradicionales para el intercambio de saberes entre parteras nacionales e internacionales. Se espera que pueda ocurrir a finales de este año en Buenaventura o Cali.

El Ministerio de Cultura también está gestionando que dos parteras puedan participar en la Semana de América Latina en París, que se realizará del 16 de mayo al 2 de junio, en los diálogos sobre prácticas culturales.

Un trabajo colectivo

Al ser reconocida la partería como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, hay un lapso de cinco años para implementar las acciones que harán posible que se preserven estas prácticas y saberes. Para que esto sea una realidad, se debe gestar una articulación entre ministerios como el de Salud, Cultura, Educación e Igualdad.

El de Salud es el más importante y desde el Ministerio de Cultura explicaron que ya se empezó a trabajar de forma articulada. Aunque hay disposición para avanzar, existen barreras en el sistema de salud para que el proceso de legitimidad se dé y realmente se integre. Sin embargo, hace dos años, a través de la sentencia T-128, se reconoció el derecho a la salud, igualdad, no discriminación y diversidad étnica y cultural, incluyendo a la partería como una forma de medicina ancestral reconocida por la Corte Constitucional.

“Esa adecuación con el sistema de salud no es un tema solo de voluntad política. La voluntad la tenemos, pero necesitamos datos para llegar a acuerdos específicos y saber cómo pueden ir entrando las parteras y los médicos tradicionales, y que los médicos entiendan que esto es un oficio como el de ellos”, resaltó la viceministra Molano.

Los datos a los que alude son los que se obtendrán a través del censo de parteras, parteros y médicos tradicionales. Toda esta información será la base para la construcción de un modelo de salud intercultural que permitirá entender cómo funcionan estos modelos de salud propia étnicos y rurales, en términos prácticos y de atención.

Por ejemplo, en el caso de las parteras del Pacífico, las mujeres atienden en un lugar dispuesto en sus casas o muy cerca, llamados “nichos”. Según Quiñones, “es la casa donde se atiende a la comunidad, donde se produce la medicina, se transforma el viche, la ‘tomaseca’, porque la partería no es medicalizada, sino natural”.

Para la viceministra de los patrimonios, las memorias y la gobernanza cultural, la cultura —en la partería— ha sido un factor que ha permitido que las comunidades crezcan y se mantengan en lugares donde el sistema de salud no ha llegado. “Lo que buscamos es aportar y contribuir a seguir fortaleciendo estos sistemas de salud propios, pero en armonía con el sistema de salud, en un marco de igualdad, y evitar que se sigan reproduciendo violencias, como cuando se habla de ‘parto sucio’ en el sistema de parteras”.

La Asociación de Parteras La Cigüeña en Tumaco (Nariño) reconoce la importancia de sus saberes como parte del legado de la salud de sus comunidades. Teresa Vásquez, su fundadora, resaltó que esos saberes han permitido la continuidad de un sistema propio de salud de la medicina tradicional en los territorios étnicos.

Con el Ministerio de Educación, se busca integrar la partería al Sistema Nacional de Educación como un oficio tradicional que posee sus técnicas, conocimientos, competencias y formas de transmisión. En el caso del Ministerio de la Igualdad, la partería se integrará al Sistema Nacional del Cuidado por su relación con la vida, la naturaleza y la protección.

En una visita que realizó la vicepresidenta Francia Márquez a Tumaco (Nariño), en febrero de este año, anunció que se definió un presupuesto de $8.000 millones para el proyecto “Fortalecimiento y reconocimiento de la partería tradicional étnica del Pacífico, una labor para vida y la paz total”. En alianza con la Agencia de Renovación del Territorio (ART), la Vicepresidencia y el Ministerio de Cultura, buscan fortalecer la partería en el litoral Pacífico y aportar a la articulación en la salud intercultural, la cultura y la construcción de paz en territorios PDET —llamados así por los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, creados desde la firma del Acuerdo de Paz con las FARC— entre 2024 y 2025.

El legado para las generaciones

Hace más de 50 años, Teresa Vásquez, más conocida como mamá Tere, ha atendido el parto de cerca de 2.000 mujeres ubicadas a orillas del océano Pacífico, en Colombia y Ecuador. Desde la Asociación La Cigüeña, ha formado a cientos de mujeres y hombres de todas las edades en partería y medicina tradicional.

Una de sus principales motivaciones es que los jóvenes aprendan para que el legado de la partería no se pierda, pues este conocimiento ha pasado de generación a generación. Francisca Córdoba, al otro extremo del Pacífico en Chocó, resalta esa preocupación por mantener el legado. Desde la Asociación de Parteras del Chocó —que agrupa a más de 900 mujeres del departamento— han creado semilleros de enseñanza para hombres y mujeres.

Afros, indígenas y campesinas están trabajando para crear una Federación Nacional de Parteras, formalizarse como sector y trabajar unidas en preservar estos saberes que las han llevado a dedicar sus vidas por preservar la vida de los demás.

 

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