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En la Región Central creemos que adaptarnos al cambio climático y fortalecer la gobernanza territorial no son simples propósitos institucionales: son condiciones indispensables para garantizar la sostenibilidad de los 353 municipios que conforman el corazón de Colombia.
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Bajo esa visión, desde la RAP-E impulsamos el proyecto “Ordenamiento alrededor del agua y adaptación climática en el paisaje Chingaza–Sumapaz–Guerrero–Guacheneque”, conocido también como “Corredor de Páramos”. Esta iniciativa, liderada también por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, a través del Fondo para la Vida y la Biodiversidad, la RAP-E Región Central, Conservación Internacional y la Gobernación de Cundinamarca, representa un verdadero hito en la conservación de nuestros ecosistemas de alta montaña.
Con una inversión superior a los $90.000 millones y una duración de 30 meses, el Corredor de Páramos beneficiará directamente a más de 10.600 habitantes en 14 municipios de Cundinamarca, dos del Meta y Bogotá. Más allá de las cifras, este proyecto busca algo más profundo: preservar y recuperar las fábricas de agua que dan vida al centro del país.
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En la primera fase se intervendrán más de 900 hectáreas de ecosistemas de alta montaña, se restaurarán 800 hectáreas, y se fortalecerán los procesos de gobernanza comunitaria, formando a más de 1.100 personas en gestión socioambiental. Todo esto enmarcado dentro del Plan de Seguridad Hídrica 2024–2030, una hoja de ruta regional que articula agendas institucionales para asegurar el agua del futuro.
En esta fase, con una inversión superior a $12.300 millones, hemos avanzado en la formulación participativa del Plan de Manejo del Parque Regional Vista Hermosa–Monquentiva, un espacio donde convergen comunidades locales y entidades socioambientales. En este componente, restauraremos 800 hectáreas de páramo, bosque andino y humedales, además de iniciar procesos de reconversión productiva de 180 hectáreas de agrosistemas hacia prácticas sostenibles y más amigables con el ambiente.
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Este esfuerzo tiene un enfoque especial de género y equidad, fortaleciendo asociaciones lideradas por mujeres rurales, y promoverá la creación de cinco nuevas Reservas Naturales de la Sociedad Civil (RNSC) y la instalación de 32 puntos de monitoreo de clima y biodiversidad.
Más que un proyecto técnico, el Corredor de Páramos es un acto de responsabilidad ética y colectiva con la vida. Porque poner el agua en el centro del ordenamiento territorial no es una consigna poética: es una urgencia civilizatoria y necesaria para enfrentar los efectos del cambio climático. Sin agua no hay biodiversidad, ni sostenibilidad, ni futuro.
Hace apenas unos días, el departamento del Tolima fue epicentro de un momento histórico para la región y el continente: el Primer Encuentro Sudamericano en Defensa de la Cordillera de los Andes, realizado en Ibagué y Murillo, reunió a representantes de Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina, junto a líderes de Colombia, para avanzar en una agenda común por la seguridad hídrica y la resiliencia climática.
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Este encuentro dejó un mensaje claro: la gestión integral del recurso hídrico no tiene fronteras, y solo la cooperación entre gobiernos, comunidades y organizaciones ambientales permitirá enfrentar los retos del cambio climático desde la raíz.
El agua, ese hilo invisible que teje la vida en los Andes, debe seguir siendo el eje del desarrollo. Porque cuidar el agua no es solo una tarea ambiental: es una manera de cuidar nuestra historia, nuestra identidad y nuestro futuro como nación.
