La Sabana de Bogotá, alguna vez surcada por una pujante industria férrea, con trenes que transportaban sal, flores, carbón, pasajeros y días enteros de vida entre municipios, se prepara para volver a sentir el vibrar de los rieles. Lo que por años fue un corredor corroído por el abandono se volvió un reto para el gobernador Jorge Rey desde su primera administración, y hoy renace con dos proyectos que transformarán la movilidad regional.
Se trata del Regiotram de Occidente —ya en obras— y el Regiotram del Norte —con financiación asegurada y hoja de ruta clara—, con los cuales Cundinamarca incursiona en una reforma profunda de la lógica metropolitana. Su objetivo no solo será mover más rápido a la gente, sino transportarla mejor, con tecnologías limpias y dignidad.
El regreso del tren —moderno, eléctrico y articulado con el sistema de transporte de Bogotá— es una estrategia territorial que ha tomado casi una década de trabajo. Pensadas para una región que superó los 10 millones de habitantes, se sigue expandiendo y necesita corredores capaces de absorber la presión diaria de viajes, estas obras surgen como la pieza que faltaba para engranar la conexión entre la capital y los municipios, y transformar en unos años la calidad de vida de cada pasajero.
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Occidente: la obra que avanza
El Regiotram de Occidente es hasta ahora la cara más tangible del renacer férreo. A comienzos de 2025 se anunciaron formalmente las obras, y hoy el proyecto avanza como el primer sistema de trenes de cercanías 100 % eléctrico del país, con un trazado de 39,6 km, que conectará a Facatativá, Madrid, Mosquera y Funza, con Bogotá, a lo largo de 17 estaciones. La información técnica más reciente muestra una foto nítida: el proyecto registra un avance del 31,26 %. Asimismo, la hoja de ruta está clara: los diseños de las estaciones elevadas ya están aprobados, el patio-taller principal está terminado y se efectúan intervenciones sobre viaductos y redes de servicios públicos que permitirán el despliegue total del corredor.
Al caminar por Madrid, uno de los municipios que más se beneficiará del sistema, se siente cómo el proyecto dejó de ser un plano colgado en la pared para convertirse en parte de la conversación cotidiana. El alcalde, Carlos Chávez, lo resume como un anhelo que toma forma. Para él y su comunidad, el Regiotram de Occidente “refleja una aspiración colectiva: movernos con más facilidad, llegar a Bogotá sin viajes interminables y tener un transporte moderno, que responda a lo que la gente necesita”.
Además, resalta que más de 30.000 madrileños se beneficiarán con la significativa reducción en los tiempos de viaje y un sistema más cómodo y limpio. “Sabemos que nos conectará de manera más eficiente con la capital y toda la región, ampliando oportunidades para estudiar, trabajar y crecer. Es una apuesta que sentimos propia y marcará un avance importante para nuestras familias”, agrega.
Ese testimonio local aterriza la promesa del proyecto. El Regiotram no se mide solo en kilómetros de riel. Los mejores indicadores para calcular su impacto son el alivio, el tiempo ganado al trancón y las oportunidades para quienes viajan todos los días a Bogotá y pierden hasta tres horas de su vida metidos en el transporte público. Asimismo, es, sin duda, una promesa ambiental, pues su operación eléctrica reducirá emisiones contaminantes y permitirá un transporte silencioso y estable, alineado con las metas de sostenibilidad para la región.
Funza será otro de los beneficiados. El municipio, que en algún momento fue el corazón administrativo del poder indígena y hoy cuenta con 118.000 habitantes, tiene mucho por ganar. Su alcaldesa, Jeimy Villamil, lo resume como la solución a un problema histórico. “Hoy un funzano puede tardarse hasta dos horas o más para llegar a Bogotá. Con el Regiotram ese trayecto se hará en 40 minutos, en un sistema moderno, ágil y confiable”.
Facatativá, población que acoge al patio-taller, desde donde saldrán los trenes que recorrerán la Sabana Occidente, también celebra. Su alcalde, Luis Carlos Casas, lo ve como una oportunidad de mejora. “El tren nos exige mejorar el espacio público, los andenes y la seguridad en el corredor. Básicamente, nos impulsará hacia la modernización de la ciudad para estar a la altura del sistema”.
Regiotram del Norte: la bandera del diálogo
Mientras occidente avanza con riel, grava y hormigón, el Regiotram del Norte —también conocido como Tren de Zipaquirá— cerró 2025 con un paso decisivo: su financiamiento quedó garantizado. El proyecto ya tiene un presupuesto aprobado de COP 15,4 billones y fue declarado de “importancia estratégica” mediante el Conpes 4171, lo que asegura respaldo técnico, administrativo y financiero.
El acuerdo entre el Gobierno nacional y la Gobernación de Cundinamarca, en cabeza de Jorge Emilio Rey, avanzó de manera satisfactoria, tras resolver algunas disparidades sobre la naturaleza del proyecto. Al final, el objetivo de transformar la vida de las personas terminó siendo más determinante y la firma del acuerdo para garantizar la materialización del proyecto se hizo realidad. Zipaquirá acogerá la primera estación, y para este municipio, además de representar una oportunidad, constituye una variante de interés única en materia turística. Así lo piensa su alcalde, Fabio Rojas, quien destaca que traerá “un aumento significativo del número de visitantes al municipio, sobre todo a la Catedral de Sal y al centro histórico; además, es importante para que la comunidad zipaquireña se pueda movilizar hacia Bogotá”.
El trazado tendrá 48,9 km y 17 estaciones. Partirá de Zipaquirá, pasará por Cajicá y Chía, hasta llegar a Bogotá. El sistema, que tendrá una flota de 30 trenes eléctricos, podría entrar en operación en 2034, beneficiando a más de un millón de habitantes. Su apuesta es integral, pues su misión será la de reorganizar la vida regional. Menos carros entrando por la autopista Norte, menos buses diésel saturando los carriles y, sobre todo, más opciones de movilidad limpia para trayectos que hoy se vuelven eternos. Para el municipio de Cajicá, dice su alcaldesa, Fabiola Jácome, “esta obra no solo reducirá tiempos, sino que crecerán también la conectividad, el desarrollo económico y el intercambio de conocimientos entre regiones”.
Un mismo horizonte
La simultaneidad de ambos proyectos marca un momento histórico. Por primera vez, en décadas, Cundinamarca y Bogotá avanzan juntos hacia una red férrea moderna, integrada y pensada para el largo plazo. El retorno del tren no es solo una obra pública, sino una declaración política y urbana. Les asigna a las decisiones administrativas un reconocimiento metropolitano que necesita la capital y los territorios que lo rodean, por cuanto son una región que funciona como una sola unidad.
El Regiotram también es una forma de reconciliación con la historia. Donde antes hubo rieles oxidados se levantarán estaciones modernas, y donde antes hubo infraestructura desaprovechada hoy se proyectan corredores con estándares de calidad mundial. Atrás quedará la época cuando la Sabana dependía del carro y el bus para dar paso a mejores tiempos, con un sistema capaz de reorganizar el flujo de movilidad para miles de personas.
Y aunque los retos persisten —plazos, integración, financiamiento futuro y convivencia con otros sistemas—, ambos proyectos ya superaron la etapa de las maquetas y las ruedas de prensa. Regiotram es real, tiene planificación y un cronograma concreto. Por lo tanto, el tren vuelve a Cundinamarca como un símbolo de infraestructura, en la cual se cimentará el progreso futuro del territorio.
*Contenido desarrollado en alianza con la Gobernación de Cundinamarca.
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