Muchos recuerdan a Maleja Bestial por su participación en el Desafío The Box 2022. La deportista se destacó no solo por su desempeño físico, sino también por su historia de vida, que se convirtió en inspiración para millones de seguidores del reality.
De las sombras a la luz: la historia de Maleja Bestial, del ‘Desafío’
Nacida en una familia humilde y criada por Blanca Peña, una madre soltera que trabajaba arduamente para mantener a sus cuatro hijas, Maleja conoció desde pequeña el dolor de la escasez, no solo en lo material, sino también en el aspecto emocional. A los 15 años, en su búsqueda desesperada de aceptación, se adentró por un camino oscuro. Inició un peligroso viaje hacia las drogas que la llevó a las tenebrosas calles del Bronx, en Bogotá.
Sigue a la Revista Vea en WhatsApp“Siento que yo crecí siendo una niña con muchas carencias... Eso me hizo crecer siendo muy retraída. Me costaba mucho socializar con la gente y era la niña que llevaba el bullying encima siempre. Era la rechazada del salón, la que no llevaba onces, con la que nadie quería juntarse porque no tenía nada, era la más fea, la más mal vestida... Venía con mucha vulnerabilidad... Di con un grupito de personas que eran consumidoras de marihuana y yo, en esa necesidad de sentirme parte de algo, probé la marihuana y le abrí una puerta enorme a un montón de cosas. Lastimosamente, al jugar con fuego tarde que temprano uno puede terminar quemándose, y a mí me pasó. Siempre pensé que iba a tener eso bajo control, que la marihuana era chévere y que me hacía sentir parte de algo y por fin tenía un grupo de amigos”, reveló en esta entrevista para Vea.
“Fue una herramienta que se me salió de control porque me gustó mucho y, principalmente, porque me hizo entrar en ambientes o en grupos en los que yo nunca había tenido la posibilidad de estar antes. La marihuana me abrió puertas a muchas otras sustancias, y eso ya eran drogas sintéticas, que químicamente ya generaban otras necesidades en mi cuerpo. Empecé a frecuentar el Bronx, a consumir distintos tipos de droga. Eso empezó a cambiar mi chip; yo me rodeaba de personas perezosas, drogadictas, que hablaban siempre con malas palabras, que tenían muy malos hábitos, y yo era el resultado de eso. Mi familia no me cerró la puerta, pero como yo estaba tan sumergida en ese mundo, me quise ir de la casa y empecé a dormir en el Bronx, en casas de amigos. Fue una etapa muy difícil y traumática para mi familia”, agregó.
Maleja Bestial, meses después de salir de las calles de el Bronx, en Bogotá.
En un momento de desesperación, encontró un nuevo motivo para comenzar de nuevo. Sin embargo, su lucha por conseguir un empleo fue dura, debido a su apariencia deteriorada por el abuso de sustancias. A pesar de los rechazos constantes, Maleja encontró una chispa de esperanza en su pasión por la cocina.
“Llegó un punto de mi vida en el que no sé, yo siempre he dicho que, por Dios, un ángel o un propósito que ÉL tenía conmigo me hizo parar, cambiar mi vida, y le prometí a mi mamá que algún día se iba a sentir muy orgullosa de mí. Empecé a trabajar en pro de eso, pero en la búsqueda de ese camino, fue muy complicado para mi conseguir un trabajo. Yo no tenía plata para comprarme ropa, me veía súper mal, mi aspecto físico no era para nada chévere. Golpeé muchas puertas en varias empresas y todas me las cerraron, en todas me veían como un bicho raro. Decía, ‘yo soy una persona que no tiene oportunidades, ¿que voy a hacer?’, pero no podía quedarme sumergida solamente en la queja porque el mundo es malo conmigo”.
Así salió Maleja Bestial de las calles al ‘Desafío’: el deporte y la cocina cambiaron su vida
“Un día estaba durmiendo en la calle, en una silla, y estaba haciendo mucho frío. Recuerdo mucho que tenía unas monedas en el bolsillo y llamé a Catherine, una de mis hermanas y le dije, ‘tengo mucho frío y tengo mucha hambre. No sé qué hacer’. Y ella me dijo ‘venga a mi casa’. Fui, y ella empezó a persuadirme diciéndome, ‘venga, quédese acá, hay que parar con esto’. Empezó a aconsejarme mucho junto a su esposo. Fue un asunto complejo, porque no es como que yo diga, ‘ay, hoy soy consumidora de drogas, duermo en la calle, voy al Bronx, consumo de todo y mañana ya no y ya’. No fue fácil, porque eso es un proceso químico, mi cuerpo genera una necesidad que no es simplemente decir no quiero y ya, sino es todo un proceso”.
En la vivienda de su hermana libró muchas luchas. “Cuando yo empecé a quedarme en la casa de ella, obviamente empecé mi ansiedad por consumir nuevamente, me quería ir, no deseaba estar allí, pero decía, ‘no, yo no puedo defraudar a mi familia, en verdad quiero cambiar mi vida, siento que ya fue suficiente’”.
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Llegó al punto más bajo. “En ese proceso quise quitarme la vida varias veces, porque la ansiedad que yo tenía era de otro nivel. Intenté atentar contra mi vida en muchas ocasiones, consumiendo pastillas, que, de cierta forma, sabía que me iban a quitar la vida. Nunca pude, nunca lo logré y siempre he pensado que tal vez era porque Dios tenía otro propósito en mi vida que nunca permitió que eso pasara, a pesar de que realmente llevé a cabo muchas cosas y no pude”.
Sin embargo, fue en medio de esa oscuridad donde encontró su luz: primero en una bicicleta estática, luego en el running, y finalmente, en su verdadera pasión: la cocina.
“Una vez estaba ayudándole a limpiar la casa a Cathe, y ella tenía una bicicleta estática y yo me subí. Nunca en mi vida había tenido una bicicleta, un triciclo, nada. Empecé a pedalear, y con esa sensación que tenía de drogarme yo pedaleaba de rabia, de ansiedad, con muchas emociones y sensaciones juntas”.
Algo pasó en el interior de Maleja. “Experimenté algo que yo ni siquiera había sentido con las drogas. Esa bicicleta me generó, por primera vez, una satisfacción que yo decía, ‘tengo que hacer esto cada vez que me pase eso’”. Pero surgió un nuevo obstáculo, y para sortearlo tuvo que recurrir a su ingenio. “El tema es que a mí me daba mucha más ansiedad, sobre todo en las noches, y subirme a la bicicleta a esas horas era muy complejo. ¿Entonces qué hice? Me puse los tenis y salí al conjunto residencial donde vivía Catherine y empecé a correr. Me encantó la sensación que producía en mi cuerpo, me aliviaba, me descargaba de toda esa energía que tenía. A partir de ahí, el deporte hizo parte de mi vida, me cambió la vida, me volví una apasionada. Empecé a entrenar, a soñar con ir al Desafío. Yo realmente anhelaba con estar allá, con que la gente conociera mi historia, con motivar a personas que estuvieron en la misma situación que yo, a salir adelante”.
La cocina también fue su salvavidas. Con solo 10.000 pesos en el bolsillo, comenzó a vender pasteles de yuca en la plaza de mercado de Corabastos. De diez unidades iniciales, llegó a comercializar 500 productos diarios, incluyendo panes, arepas de huevo y empanadas. Y así, poco a poco, fue dejando el mundo oscuro en que vivió.
“Fue un proceso difícil porque, al principio, nadie me quería comprar nada. Obviamente, la gente está muy cerrada a comer en la plaza. La frustración para mí era difícil. Recuerdo mucho que esa vez yo fui con mi mamá, que había perdido su empleo. Era una etapa muy complicada debido a todo lo que había ocurrido con mi vida, y emocionalmente, mi mamá estaba súper afectada. Ese día me dijo ‘si las mejores cosas de la vida fueran fáciles, todo el mundo las haría’. Mi actitud cambió”.
Sin embargo, los obstáculos no terminaron ahí, pues la falta de permisos le impidió seguir ejerciendo esa labor. “Lastimosamente trabajar allá como vendedor ambulante no es tan fácil”.
Los comienzos de Maleja Bestial en la cocina
El amor de Fernando Quintana y la materialización de las nuevas ideas de Maleja llegaron casi al tiempo. “Para esa época decía, ‘yo qué voy a hacer, mi vida es la cocina, yo sé es cocinar, me va súper bien, a la gente le gusta’. Por esos días conocí a quien es actualmente mi esposo. Él es productor audiovisual e ingeniero de sonido. Entonces le conté y le dije: ‘no tengo oportunidades, no sé hacer algo diferente a cocinar. Quiero crear contenido en las redes sociales, contar mi historia de vida y ser un ejemplo para la juventud, que se den cuenta que realmente cuando uno quiere hacer las cosas, por más difíciles que sean, tarde que temprano se pueden lograr los sueños’.
Él me apoyó, y hoy en día tenemos una comunidad de casi 1.800.000 personas. Vivimos de crear contenido, cocino, hago shows en vivo y he trabajado con grandes marcas a nivel nacional e internacional”. Los sueños de la deportista han venido haciéndose realidad. “Se vienen proyectos grandísimos y soy Maleja bestial, la cocinera que salió de un mundo muy oscuro, de una familia muy pobre, y que hoy en día ha creado su vida y su futuro, gracias a ser una persona con sueños y ambiciones, a estar de la mano de Dios y sobre todo, a tener mucha disciplina y muchas ganas de querer salir adelante”.
Hoy, esta chef especializada en cocina colombiana ha convertido su historia de superación en una fuente de inspiración para miles. Desde su participación en el Desafío, donde sorprendió a sus compañeros con sus habilidades culinarias, hasta su actual papel como embajadora de la gastronomía colombiana, Maleja es un símbolo de transformación en su máxima expresión.
“Me siento super feliz, siento que la Maleja del 2015, que tenía mucho miedo, mucha inseguridad, mucha incertidumbre, hoy en día se sentiría muy orgullosa de la Maleja que he logrado construir al día de hoy. Me siento muy orgullosa, siento que los sentimientos simplemente son de agradecimiento y felicidad, principalmente por mostrarme a mí misma que sí podía, que hay muchas cosas grandes ahí, afuera, esperando por mí, que soy un ser humano muy valioso para mí y para la sociedad, y que todos en realidad podemos lograr todo lo que soñemos.
Atrás quedaron esos días amargos y de incertidumbre, que le dejaron muchas enseñanzas. “Hubo un proceso en el que yo no tenía dinero, en el que lloré muchas veces, en el que me sentí frustrada, en el que sentí que mi camino era muy difícil, en el que, aunque hoy tengo una comunidad tan grande y vivo de esto, no fue fácil. Mucha gente me cerró las puertas, me hizo sentir mal, y aun así yo seguí adelante porque no hay marcha atrás, hay que seguir, hay que hacerle. La disciplina, el trabajo duro e inteligente da sus frutos. Me siento orgullosa de no haberme rendido cuando todas las cosas se me pusieron tan duras, cuando sentí que mi vida no tenía un camino y que no sabía si las decisiones que estaba tomando eran las más acertadas”.
¿Qué pasó con Maleja Bestial luego del ‘Desafío’?
Aunque su participación en el Desafío la llevó a la fama como deportista, su verdadero amor siempre fue la gastronomía, y con este rol cumplió un importante papel en su grupo. Después de su paso por el programa, decidió dedicarse por completo a su pasión, especializándose en la cocina colombiana. Hoy, como chef, se siente orgullosa de ser embajadora de la gastronomía de su país, rescatando y compartiendo las tradiciones culinarias que aprendió de su familia.
“Ha sido un giro tremendo, siempre he sido cocinera, me dediqué a la cocina desde muy pequeña, algo que siempre me ha apasionado, incluso es algo que la gente desconocía mientras yo estuve en el Desafío. Cuando yo estaba en el reality, yo era la cocinera de mis compañeros, y mi forma de motivarlos cuando salían a competencias era decirles, ‘vamos, denle duro, que cuando lleguen les voy a preparar un arroz bien delicioso, les voy a hacer una torta espectacular’. A ellos les encantaba que yo les cocinara. Yo venía creando contenido desde el 2017, pero la gente solo conocía mi faceta de deportista”.
Maleja aprendió de sus errores e identificó esas dos herramientas que la impulsaron. “Siempre he contado que la cocina y el deporte son dos cosas que le dieron un giro de 180º a mi vida. El deporte me enseñó la importancia de la disciplina y la cocina, a ganarme la vida. Después de salir del Desafío, empecé a hacer mi especialización en cocina colombiana, fue maravilloso. Actualmente ya soy chef especialista en cocina colombiana de tradición e innovación, y es un honor para mí poder darles visibilidad a las cocinas colombianas, mostrar nuestras tradiciones, ser la embajadora de la gastronomía y la cultura colombiana.
Ha sido magnífico, algo que yo siempre he dicho es que cuando se hacen las cosas con amor y de la mano de Dios, inevitablemente a uno le va bien. Esto es algo que a mí me apasiona muchísimo. Empezar con la cocina colombiana fue algo muy genuino, porque fue lo que aprendí de pequeña, viendo cocinar a mi mamá, a mis hermanas, a mi abuela”.
María Alejandra Sánchez, Maleja Bestial, vive retos diarios, los más grandes, visibilizar las maravillas gastronómicas del país y que las nuevas generaciones se enamoren de esas deliciosas preparaciones, así como le sucedió a ella, cuando era niña, y no sabía que esa pasión le daría la oportunidad de ser feliz.