Para Naty Botero, ser mamá era un sueño para el que llevaba preparándose un tiempo y que, sin planearlo tanto, se hizo realidad. La cantante vivió un embarazo múltiple que se convirtió en uno de alto riesgo. Como amante de la naturaleza y del mar, esperaba que sus bebés nacieran en casa, frente al río, en un parto natural. Pero, Luna y Paloma nacieron en una clínica en Bogotá, por cesárea, y Naty recibió todo el apoyo médico durante los primeros días de las bebitas.
“Era maravilloso, porque contaba con la ayuda de las enfermeras, que estaban pendientes de nosotras siempre, pero no me imaginaba lo que venía después”. La cantante estaba preparada para la llegada de sus hijas, pero nunca imaginó el “hermoso caos” que traerían consigo.
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“Las primeras noches eran tenaces para lograr atenderlas a las dos, porque mientras cambiábamos un pañal, la otra lloraba; y había que darles de comer. Aún hoy, con dos años, si una llora, la otra también”. Con el tiempo, como papás han aprendido de sus hijas, y han entendido mucho mejor cada una de las etapas que van atravesando. “Con el cambio de pañales, al principio, todo era normal, porque ellas solo se alimentaban con leche, pero ahora la cosa es muy diferente, porque ya están comiendo de todo”.
Las pequeñas han inundado las vidas de sus padres de alegría y anécdotas divertidas: “Paloma es chistosísima. Un día, íbamos en el carro y me dice, ‘mami, estoy haciendo popis, pero tranquila que tengo pañal’. Naty conoce cada detalle de sus días. “No les gusta quitarse el pañal por la mañana, así se les esté saliendo el popó. Si les digo que se los voy a quitar, gritan ‘¡no, no!’. Son felices con su pañal”.
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