En casa de Robin Williams, su tercera esposa, Susan Schneider, llamó al 911. Eran las 11:55 a.m. del 11 de agosto del 2014. El personal de la ambulancia, que tardó siete minutos en llegar, encontró el cuerpo sin vida del actor. El ganador de un premio Óscar, cinco Globos de Oro, dos premios Emmy y tres premios Grammy se había suicidado en su cuarto, asfixiándose con un cinturón.
En un inicio, las versiones apuntaban a que la ansiedad y la depresión, ocasionadas por esta enfermedad, que le fue diagnosticada el 28 de mayo de ese año, eran las causas que lo habían impulsado a terminar con su vida. Luego se conoció que la celebridad vivía un infierno mayor, pues sufría de una enfermedad más devastadora, pero nunca llegó a saberlo.
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Robin Williams murió sin conocer su verdadera enfermedad
¿Qué le pasó a Robin Williams?
Dos años después de casarse, en octubre del 2013, Williams comenzó a buscar el diagnóstico para los síntomas que cada vez eran más evidentes y que parecían no tener conexión entre sí: estreñimiento, dificultad para orinar, ardor en el estómago, insomnio, estrés y falta de olfato. Para finales de ese año, la paranoia, los delirios y las fallas de la memoria estaban presentes y los médicos no tenían una explicación clara para darle.
Robin sabía perfectamente que algo no estaba bien. A principios de abril, cuando rodaba la tercera película de la saga de Una noche en el museo, tuvo un ataque de pánico. El actor había tenido dificultad para recordar sus líneas, pero lo más angustiante era que tenía problemas para improvisar, como le comentó al director de la cinta.
La falta de un diagnóstico acertado sumó angustia y preocupación al actor, que notaba cómo los síntomas alteraban su extrovertida forma de ser. “Robin había permanecido sobrio, era valiente y luchó sus batallas contra la depresión, la ansiedad y la incipiente enfermedad de Parkinson”, declaró por aquel entonces Schneider.
El diagnóstico de parkinson no calmó su ansiedad, en especial porque, aparte de un leve temblor en su mano izquierda, que asociaban a una lesión del hombro, y el insomnio, que si está vinculado al mal, no había más síntomas que apuntaran en esa dirección, por eso el artista y su esposa no estuvieron convencidos del dictamen que al final resultó erróneo.
La autopsia reveló la verdad
Hoy, su viuda y los médicos sospechan que Robin Williams ocultó la gravedad de los síntomas y que, haciendo gala de su gran talento actoral, se los guardaba, entre ellos, las alucinaciones. Y es que, como se reveló en la autopsia, el protagonista de Patch Adams, padecía una demencia con cuerpos de Lewy, una dolencia degenerativa y progresiva que no le fue diagnosticada y que destrozó sus neuronas.
“Esta pérdida de memoria e incapacidad para controlar su ansiedad fue devastadora para él”, escribió Susan en septiembre en Neurology, una revista científica, para estimular la investigación de esta enfermedad. “Estaba muy preocupado por las inseguridades que tenía sobre sí mismo y las interacciones con los demás. Los miedos eran infundados y no pude convencerlo de lo contrario. Fui impotente para ayudarlo a ver su propia brillantez”, dijo Susan.