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Yolanda Rincón y el amor de una madre que nunca se rindió: “Miguel es mi ángel”

En la primera entrevista que concede tras la partida de Miguel Ángel, su hijo, la expareja de Diomedes Díaz habló sobre su proceso de duelo.

Por Daniel Guerrero Aldana
11 de mayo de 2025
Miguel Ángel Díaz, hijo de Diomedes Díaz, junto a su madre, Yolanda Rincón.
Fotografía por: Instagram @yolarincon

Este Día de la Madre marcará un antes y un después en la vida de Yolanda Rincón. Es el primero que enfrenta sin su hijo Miguel Ángel Díaz, quien falleció el pasado 18 de enero tras años de complicaciones de salud que pusieron a prueba su fortaleza y su amor como madre.

A pesar de la nostalgia que la invade en esta fecha, la expareja del cantante Diomedes Díaz brindó una exclusiva entrevista a la revista Vea. En esta conversación —la primera que concede tras la muerte de su hijo—, Yolanda habló sobre los últimos días que compartieron y sobre el duelo que hoy atraviesa.

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En este contexto, el siguiente texto se convierte en un homenaje a su valentía, al amor que la sostuvo durante casi cuatro décadas, y al vínculo indestructible entre una madre y su hijo.

Ser madre a los 22: miedo, esperanza y un amor sin condiciones

Yolanda Rincón se convirtió en mamá a los 22 años, en una época en la que quedar embarazada sin estar casada era motivo de señalamientos y rechazo. Lo recuerda como un momento de miedo y soledad, pero también como el comienzo del amor más profundo que ha experimentado.

“Fue un impacto fuerte. Me dio mucho temor de que mis padres se enteraran. Hace 37 años eso era como un pecado. Pero a la vez tenía esa ilusión… siempre quise un niño, y que se pareciera a Diomedes, al papá. Que cantara”, confesó.

Durante el embarazo soñaba con su hijo corriendo por los parques, jugando, siendo feliz. Y cuando finalmente nació, fuerte y grande, de casi ocho libras y más de 50 centímetros, supo que su vida había cambiado para siempre.

“Cuando lo vi, se me quitó todo el dolor. Él me dio las fuerzas para seguir adelante, a pesar de las críticas. Mi papá incluso me había echado de la casa”, aseveró.

Ese amor maternal se transformó en una entrega absoluta. Miguel Ángel fue su compañero, su motivación, su centro. Desde el vientre sintieron una conexión especial, y esa unión solo se fortaleció con los años. “Dormíamos juntos, compartíamos todo. Yo era su alcahueta, y él sabía cada uno de mis gustos. Éramos como una sola persona”.

“Miguel me enseñó a ser fuerte, a no rendirme”

La salud de Miguel Ángel empezó a deteriorarse cuando era apenas un niño. Desde muy joven fue diagnosticado con insuficiencia renal crónica y comenzó un largo camino de tratamientos, diálisis, hospitalizaciones y limitaciones físicas que transformaron su vida y la de su madre.

La enfermedad le impidió cumplir sus sueños: primero el de ser futbolista, luego el de seguir el legado musical de su padre, Diomedes Díaz. “Miguel tenía una voz hermosa. Muy limpia, melodiosa. Nunca estudió música, pero tenía talento. La enfermedad le truncó eso”, recuerda su madre con orgullo y tristeza.

A pesar de todo, Miguel nunca se rindió. Y esa fuerza fue también una lección para Yolanda. “Él pudo con todo. Fue valiente, aguantó dolores muy fuertes. Y yo por eso quiero salir adelante, porque si él pudo, ¿cómo no voy a poder yo?”.

Uno de los momentos más determinantes en su historia ocurrió cuando Miguel Ángel Díaz tenía 22 años y debía someterse a un trasplante. Su madre no lo dudó ni un segundo: le donó uno de sus riñones.

“Ese fue el acto de amor más hermoso que yo pude hacer después de darle la vida. Fue como si lo estuviera pariendo otra vez”, afirmó Yolanda Rincón en su charla con Vea, en la que recordó también el instante en que ambos despertaron de la cirugía: “Lo primero que dijo fue: ‘Tengo ganas de orinar’. Y eso fue un milagro. Él llevaba más de tres años sin orinar. Cuando lo vi, sentí que todo valía la pena, que Dios me había escuchado”.

El hijo ‘cachaco’ de Diomedes Díaz luchó por muchos años, incluso cuando en los últimos meses su salud se fue deteriorando rápidamente. Fue internado el 13 de octubre del año pasado y permaneció hospitalizado hasta su fallecimiento. Fueron tres meses durísimos para Yolanda, quien no se despegó de su lado en ningún momento.

“Mi duelo no empezó el día que Migue murió. Yo viví un duelo desde que lo internaron. Verlo sufrir, ver cómo le hacían tantos procedimientos, y yo sin poder hacer nada. Cuando le amputaron la pierna fue lo más doloroso. Me tocó a mí firmar esa autorización. Yo pensaba: ‘¿Qué va a pasar cuando despierte? ¿Qué me va a decir?’”.

Sin embargo, en medio del sufrimiento, Yolanda ha encontrado refugio en su fe. “Hubo un momento determinante y fue el día en que me arrodillé y le dije a Dios que, si me iba a dejar a mi hijo, que me lo dejara sano. Pero si su voluntad era llevárselo, se lo entregaba. No es fácil desprenderse de lo que uno más ama, pero le dije: tú me lo diste, tú lo amas más que yo, y si te lo quieres llevar, llévatelo”.

Hoy, casi cuatro meses después de su partida, Yolanda Rincón continúa de pie, abrazada a su dolor pero también a su amor por Dios. “Sigo amándolo. Él me ha dado la fuerza para enfrentar esta ausencia. Nunca volví a enamorarme, nunca tuve más hijos. Miguel fue todo para mí”.

“Mi hijo era feliz con llevar el apellido Díaz”

A pesar de sus limitaciones físicas y de las dificultades, Miguel Ángel fue un joven alegre, cercano a su familia y especialmente orgulloso de su herencia. “Nunca quiso lujos, ni joyas, ni camionetas. Él era feliz con su apellido, con ser hijo de Diomedes Díaz”, cuenta Yolanda.

Tenía una relación cercana con sus hermanos, especialmente con Rafael Santos, quien estuvo presente durante su enfermedad y tras su partida. “Lo amaban. Su partida les dio muy duro. Lo despidieron con mucho dolor”.

Pero la relación más profunda fue siempre la que tuvo con su madre. Médicos y enfermeras que los atendieron muchas veces creían que eran pareja por la conexión tan estrecha que compartían.

“Yo era todo para él y él para mí. Al final, cuando falleció, fui yo quien lo peinó, quien lo vistió, quien eligió su ropa. Sabía todo de él, incluso sus colores favoritos. Yo tenía todo”, advirtió Yolanda Rincón.

Este Día de las Madres, Yolanda lo vive con una mezcla de tristeza, gratitud y amor. Tristeza porque su hijo ya no está físicamente a su lado, gratitud porque siente que Dios le permitió ser madre de un ser valiente y amoroso, y amor porque esa palabra define por completo su historia con Miguel Ángel: “Él fue mi motor, mi alegría, mi compañero. Me dejó su ejemplo, su lucha. Yo sigo aquí por él. Por lo que me enseñó. Por todo lo que vivimos. Miguel fue y es mi ángel”.

Daniel Guerrero Aldana

Por Daniel Guerrero Aldana

Periodista y comunicador social egresado de la Universidad Central con máster en Innovación Social. Escribe sobre entretenimiento, con enfoque crítico y sensibilidad por las historias que conectan con la gente.nguerrero@elespectador.com
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