Cuando Camila Parker sonó por primera vez en el Reino Unido no generó simpatía. No era para menos, su nombre se relacionaba con la infelicidad de Lady Di. Por años, se supo que el actual rey de Inglaterra, Carlos III y Camila, hoy su esposa y reina, tenían un romance clandestino, pese a que ambos estaban casados.
La historia de Carlos y Camila Shand, su nombre de soltera, se remonta a 1972 cuando coincidieron en un partido de polo, según el libro Charles and Camilla: Portrait of a Love Affair de Gyles Brandreth. Cuando se conocieron, ella le dijo bromeando: “¿Sabías que mi bisabuela Alice Keppel fue amante de tu tatarabuelo Eduardo VII?”. La frase parece haber marcado un destino similar para ellos por casi 25 años. En aquel entonces Camila, de 23 años y Carlos, de 20, eran solteros y empezaron a salir. Isabel II desaprobaba el intermitente romance.
En medio de esa situación, ella se casó primero con Andrew Henry Parker, de ahí su apellido, y tuvo a sus hijos Thomas y Laura. Carlos haría lo mismo con Lady Di y nacerían William y Harry.
El entonces príncipe de Gales y Camila mantendrían la relación adúltera más famosa, que Diana de Gales reconfirmaría en la entrevista, donde reveló que en su matrimonio eran tres. Por años, Camila fue en las encuestas de popularidad la mujer más odiada del Reino Unido.
Cuando Lady Di falleció el 31 de agosto de 1997, según los relatos sobre la realeza británica y series como ‘The Crown’, la instrucción de Isabel II habría sido que mantuvieran la distancia para evitar exacerbar la molestia de los súbditos, que lamentaban la suerte de Diana y culpaban a la corona por su poca empatía. La pareja se habría mantenido discreta por meses, hasta que en el cumpleaños de la hermana de ella, Anabelle, en 1999, se confirmó que seguían juntos.
Ocho años después de la muerte de Diana, la pareja repudiada por años, logró un final feliz al casarse el 9 de abril del 2005.
Los titulares de tabloides registraron la noticia con calificativos inusuales como “el príncipe se casa con su amante” y “la madrastra será reina”, entre otros.
Camila Parker conquistó a la reina Isabel II
“Larga vida a la Reina; Diana para siempre; Rey Carlos y Reina Camila, nunca”, se leía en los carteles de los súbditos molestos en las calles de Londres hace 20 años. Las autoridades procuraron quitarlos, pero terminaron viéndose en las noticias.
Y parecía que los plebeyos no eran los únicos inconformes con el enlace. Isabel II, entonces monarca, tampoco se vio del todo feliz, pero mostró resignación. “Mi hijo ha llegado a buen puerto con la mujer que ama”, fue su mensaje. Los expertos en realeza anticipaban que la reina no permitiría que su nuera se sentara en el trono y se aseguraría en vida de que así fuera, incluso presionando a su hijo para que se conformara con el titulo de duquesa de Cornualles, que le correspondió al casarse.
Por un buen tiempo se habló sobre lo inapropiado que resultaría que el Reino tuviera como rey a un hombre divorciado y casado con una mujer igualmente separada, con hijos de su anterior relación.
Sin embargo, Carlos era el heredero y poco a poco, Camila se coló en el corazón de la monarca.
Por 17 años, la otrora Parker Bowles-demostró que su amor por Carlos era genuino, que también tenía espíritu social y acudía a eventos con discursos emotivos e inteligentes.
Así en un nuevo hecho, en febrero del 2022, unos meses antes de morir, Isabel II dejó claro que su deseo era que su nuera fuera llamada reina consorte. “El reconocimiento a Camila como reina consorte es el resultado de 17 años de abnegado servicio a la Corona británica, y, en particular a Carlos III como heredero al trono”, explicó a ABC Henri Estramant, experto en casas reales, y cofundador de Royal Bridges.
En un nuevo hecho histórico, el sábado 6 de mayo del 2023 se coronó rey Carlos III y su esposa, fue nombrada la reina consorte. La historia de amor, que en el pasado enfrentó el rechazo generalizado, evolucionó en sus obstáculos y desde entonces, ha debido sortear conflictos más delicados como los dilemas de la monarquía, escándalos, problemas familiares y quebrantos de salud.
Puede leer: La reina Camila acusa al príncipe Harry de la enfermedad del rey Carlos III
En el 2020 como pareja aún sin coronarse, enfrentó la separación de la corona del hijo menor de Carlos, Harry y su esposa Meghan. Se dice que el duque de Sussex nunca estuvo de acuerdo con que su padre se casara con su ex amante. William, el heredero, se conformó prontamente y habría aceptado a su madrastra.
El 2024: Annus horribilis de Carlos III y Camila
En las más de cinco décadas de amores de Camila y Carlos, tal vez el año más difícil, incluso por encima de la época en que la reina era señalada de la ‘otra’, fue el 2024. En sus comienzos, Carlos reveló que padecía de cáncer. Hasta hoy en día, el tipo de mal que lo afecta es un enigma. Lo que sí ha sido evidente es que Camila se ha convertido en su gran apoyo.
El año anterior también debieron lidiar con los restos del escándalo por las declaraciones del príncipe Harry en su libro y en entrevistas, que señalan a la familia real como poco empática e incluso racista. Luego, fue la princesa de Gales, Kate Middleton, quien anunció que padecía del temible mal, situación que ya está en remisión, según anuncio la propia esposa de William. Este hecho también representó una situación tensionante para el monarca y su inseparable compañera.
A finales de año, hacia noviembre, el reto fue para Camila, que debió cancelar sus compromisos oficiales previstos tras sufrir una infección en el pecho.
En el 2024 el escándalo los volvió a salpicar debido a los nexos del príncipe Andrés, hermano de Carlos III, con un empresario chino señalado de espionaje. Las investigaciones siguen su curso y justo en esta semana de aniversario revive esta polémica pues se habla de que el monarca pudo haber estado enterado de la situación.
Este 9 de abril, la pareja que comenzó y se solidificó en la clandestinidad, cumple 20 años de casada. Lo celebrará discretamente en Roma, pues su viaje no es de placer, es la primera visita oficial a Italia que él, de 76 años, hace como rey, al tiempo que sigue luchando contra un cáncer con un tratamiento, que al parecer no ha dado los resultados esperados.
