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En junio de 1812, Napoleón I, el recordado emperador francés entre 1769 y 1821, reunió una gran fuerza militar, conformada por entre 500.000 y 600.000 soldados, para invadir Rusia. Tras llegar a Moscú sin derrotar decisivamente al ejército ruso, las fuerzas napoleónicas, al encontrarse aisladas en una ciudad en ruinas, optaron por iniciar una retirada y establecer campamentos de invierno a lo largo de la frontera con Polonia en octubre de ese año. Esa decisión tuvo graves e inesperadas consecuencias.
La retirada duró del 19 de octubre al 14 de diciembre de 1812 y resultó en la pérdida de casi todo el ejército napoleónico. Según los historiadores, no fue el acoso del ejército ruso lo que se cobró la vida de unos 300.000 hombres, sino más bien el duro frío del invierno ruso, sumado al hambre y a una factor que Napoleón no tuvo en cuenta: las enfermedades. Un médico durante la campaña rusa, JRL de Kirckhoff, escribió un libro que detallaba las enfermedades que afligían a los soldados en 1812. En concreto, el galeno documentó la prevalencia del tifus, la diarrea, la disentería, la fiebre, la neumonía y la ictericia.
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Pero ha sido el tifus, en particular, el mayor sospechado de ser la principal causa infecciosa de la desaparición de la Grande Armée (como también se conocía al Ejército Imperial Francés) en 1812. Esta suposición fue impulsada por el descubrimiento de piojos del cuerpo, el principal vector del tifus, entre los restos de los soldados napoleónicos, así como por la supuesta identificación de secuencias de R. prowazekii y B. quintana amplificadas por PCR anidada en algunos de estos individuos. Sin embargo, esas conclusiones se basaban en estudios hechos con tecnologías limitadas y pocos fragmentos de ADN.
Un grupo de científico utilizó recientemente metodologías de ADN de vanguardia para reanalizar las muestras de soldados napoleónicos fallecidos y proporcionar evidencia directa de agentes infecciosos que podrían haber contribuido al colapso del ejército. Sus resultados son publicados en la revista científica revisada por pares, Current Biology.
Los científicos recuperaron los dientes de 13 soldados de la Grande Armée enterrados en Vilna (Lituania). Cada diente produjo unos 20 millones de fragmentos de ADN (lecturas). Los científicos usaron un software llamado KrakenUniq, que compara esos fragmentos con toda la base de datos microbiana del NCBI (una biblioteca mundial de ADN de bacterias conocidas). Luego, cruzaron los resultados con una lista de 185 bacterias patógenas humanas (conocidas por causar enfermedades), tomada de otra base de datos. De ahí salió una lista inicial de 14 posibles patógenos que aparecían en las muestras de los dientes.
Para no confundir contaminación o bacterias ambientales con las infecciones reales, se aplicaron varios filtros, y de ahí, solo dos patógenos pasaron todas las pruebas: Salmonella enterica (causante de fiebre paratifoidea) y Borrelia recurrentis (causante de fiebre recurrente transmitida por piojos). Después, se colocaron las secuencias en árboles evolutivos para ver a qué linajes pertenecían. La Salmonella halladas se agrupan dentro del serotipo Paratyphi C, el mismo que causaba fiebre paratifoidea en Europa desde siglos atrás. Las Borrelia recurrentis se ubicaron en linajes antiguos y distintos de los actuales, lo que sugiere que este patógeno llevaba al menos dos mil años circulando en Europa.
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A diferencia de estudios anteriores basados en PCR, los investigadores no encontraron en esta ocasión evidencia confiable de Rickettsia prowazekii (tifus epidémico) y de Bartonella quintana (fiebre de las trincheras). “Nuestro estudio proporciona la primera evidencia directa de que la fiebre paratifoidea contribuyó a las muertes de soldados napoleónicos durante su catastrófica retirada de Rusia. Sin embargo, el número limitado de muestras que se procesaron (...) no es evidencia suficiente para concluir que este patógeno por sí solo contribuyó a todas las muertes en el sitio”, se lee en el artículo científico.
Los científicos concluyen que, considerando las condiciones extremas y duras que caracterizaron la retirada del ejercito, la presencia de múltiples infecciones superpuestas fue plausible. Se ha informado durante mucho tiempo que el tifus afectó a Rusia en este período, pero la evidencia sigue sin ser concluyente para respaldar un papel de esta enfermedad en la devastación del ejército de Napoleón. “A la luz de nuestros resultados, un escenario razonable para la muerte de estos soldados sería una combinación de fatiga, frío y diversas enfermedades, como la fiebre paratifoidea y la fiebre recurrente transmitida por piojos. Si bien no es necesariamente mortal, la fiebre recurrente transmitida por piojos podría debilitar significativamente a un individuo ya exhausto”, escriben los autores.
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La investigación confirma entonces la presencia de dos patógenos previamente no documentados en los soldados napoleónicos, pero es necesario el análisis de un mayor número de muestras para comprender plenamente el espectro de enfermedades epidémicas que afectaron al ejército napoleónico durante la retirada rusa.
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