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En el Hospital San Vicente de Arauca, tensiómetros que en el mercado costarían unos $100.000 fueron facturados por $700.000, y camillas ginecológicas que en condiciones normales tendrían un valor de $950.000 se adquirieron por $5 millones.
Estos sobrecostos, detectados por la Contraloría General de la República, llevaron al ente de control a comenzar indagaciones preliminares contra este hospital, que podrían llevar más adelante a la apertura de procesos de responsabilidad fiscal.
Para el ente de control, se estarían presentando además anomalías en contratos de compra de medicamentos y equipos que se adelantaron sin los estudios previos necesarios, sin certificados de disponibilidad presupuestal, en algunos casos, o sin registros presupuestales.
Según la Contraloría, el detrimento patrimonial podría acercarse a los $29.000 millones, recursos que corresponden a asignaciones de regalías destinadas a la salud en el departamento.
De otro lado, el sector de infraestructura es el rubro en donde más se identifica el mal uso de los dineros de regalías, con problemas de calidad de obra, de sobrecosto y de obras inconclusas, como las irregularidades halladas en los contratos del Hospital San Vicente de Arauca, que debe cubrir las necesidades de más de 200 mil habitantes de la región.
La primera tiene que ver con la construcción de la nueva torre del Hospital, por la suma de $10.133 millones, cuyo diseño arquitectónico fue modificado sin el aval correspondiente del Ministerio de Protección Social.
Construida la torre, la Gobernación de Arauca procedió a celebrar el contrato de la segunda etapa para redes y acabados (contrato 553 del 2009, por una valor de $19.331 millones), previa advertencia del Ministerio Protección Social sobre las irregularidades del cambio de diseño.
Las reiteradas modificaciones de diseño como demoliciones de diversos puntos de obra pagados en la primera etapa ocasionaron detrimento patrimonial y problemas estructurales graves, consideró la Contraloría General de la República.
Además, el ente de control descubrió hacinamiento en el área de cuidados intensivos neonatales y pediátricos, al aumentar el número de cubículos de 16 a 34, y en el área de quirófano no hay un sistema de desfogue de gases anestésicos y se incumplen las normas con respecto a sus dimensiones.
De otro lado, el área de resonancia magnética no está aislada y tiene ventanas; las unidades sanitarias y las dimensiones de las puertas no permiten el ingreso de sillas de ruedas, y las áreas de circulación mezclan corredores sucios con corredores limpios, generando un alto riesgo de infección hospitalaria.
Para la Contraloría, las reiteradas modificaciones de diseño generaron demoliciones e inutilización de equipos adquiridos, que además hasta el momento no están en funcionamiento por la inexistencia de la disponibilidad del servicio de energía.
Al respecto, según certificación de Enelar, Empresa de Energía de Arauca, aún no le han entregado recursos para iniciar la construcción de la red de energía, proceso que además tardaría 13 meses a partir de la contratación.
La investigación de la Contraloría tuvo origen en una denuncia del 9 de septiembre de 2011 realizada por una funcionaria del sector de la salud de Arauca, en la cual calificaba como "Elefante Blanco" la construcción del Hospital San Vicente, las irregularidades en contratos de medicamentos, compra de equipo médico y carrusel de la contratación.