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Las drogas psicodélicas pueden inducir efectos en la percepción de uno mismo, del tiempo y del espacio. Seguramente ha escuchado de la psilocibina, un compuesto químico que se encuentra en varias especies de hongos, comúnmente conocidos como “hongos mágicos”. Es un psicodélico natural que, cuando se ingiere, se convierte en psilocina, la sustancia activa que afecta al cerebro. En ensayos clínicos, una dosis alta única de psilocibina (25 mg) ha demostrado un alivio rápido y sostenido de los síntomas en la depresión y la ansiedad, pero sigue sin estar claro por qué sucede eso. ¿Qué pasa en el cerebro en un ‘viaje’ psicodélico?
Una investigación publicada a finales de julio en Nature da algunas pistas. Liderada por Joshua S. Siegel, fundador del Programa de Investigación sobre Psicodélicos de la Universidad de Washington, el estudio rastreó los cambios cerebrales específicos de un grupo de siete individuos sanos antes, durante y después del consumo de psilocibina en dosis altas (25 mg) y/o de metilfenidato (40 mg), otra sustancia psicoactiva utilizada para tratar el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Los expertos ayudaron a preparar a los participantes para lo que probablemente experimentarían, brindaron orientación y apoyo durante cada experimento y ayudaron a los voluntarios a procesar lo que había ocurrido después.
Los científicos realizaron un mapeo funcional de precisión longitudinal (aproximadamente 18 visitas de imágenes por resonancia magnética por participante). En términos mucho más simples, cada participante se sometió a un promedio de 18 exploraciones cerebrales de resonancia magnética funcional en los días o semanas anteriores, durante y hasta tres semanas posteriores a sus experiencias con psilocibina. Cuatro participantes regresaron seis meses después para repetir el mismo experimento.
Los hallazgos brindan una explicación neurobiológica de los efectos alucinógenos de la droga y sientan algunas de las bases para el desarrollo de terapias basadas en psilocibina para enfermedades mentales como la depresión y el trastorno de estrés postraumático. “Hoy en día, sabemos mucho sobre los efectos psicológicos y moleculares o celulares de la psilocibina. Pero no sabemos tanto sobre lo que sucede en el nivel que conecta los dos: las redes cerebrales funcionales” dijo en un comunicado el científico Sieger.
La psilocibina, apunta entonces la investigación, tuvo un impacto profundo en la conectividad funcional del cerebro, especialmente en la corteza y la subcorteza. Esta conectividad es importante porque es la forma en que las diferentes regiones del cerebro se comunican y colaboran entre sí para realizar funciones cognitivas y emocionales. Cambios en la conectividad funcional pueden influir en cómo percibimos la realidad, procesamos emociones y formamos nuestra identidad. En comparación con el metilfenidato, la psilocibina causó cambios en esa conectividad que fueron más de tres veces mayores. Estos cambios fueron provocados por lo que los científicos llaman una desincronización a lo largo de diferentes escalas espaciales del cerebro, lo que alteró la forma en que las redes neuronales normalmente se comunican entre sí.
Específicamente, explican los investigadores en su artículo, la droga redujo las correlaciones dentro de las redes y las anticorrelaciones entre redes, lo que esencialmente “disolvió” las distinciones típicas entre ellas.
Normalmente, ciertas regiones cerebrales trabajan juntas en sincronía, mientras que otras tienden a funcionar de manera opuesta o independiente. La psilocibina redujo estas conexiones específicas y, en esencia, eliminó las fronteras que normalmente separan diferentes redes cerebrales. El impacto fue más notable en la red neuronal por defecto, una red cerebral que está conectada al hipocampo anterior y está relacionada con la creación de nuestro sentido del espacio, el tiempo y el “yo”. Además, se observó que los cambios en la conectividad funcional provocados por la psilocibina, estaban fuertemente vinculados a la experiencia psicodélica subjetiva que cada individuo vivió.
“La idea es que se toma este sistema que es fundamental para la capacidad del cerebro de pensar sobre uno mismo en relación con el mundo y se lo desincroniza totalmente de manera temporal”, explicó Siegel. “A corto plazo, esto crea una experiencia psicodélica. La consecuencia a largo plazo es que hace que el cerebro sea más flexible y potencialmente más capaz de alcanzar un estado más saludable”.
Uno de los hallazgos más interesantes fue que la psilocibina disminuyó de forma duradera la comunicación entre el hipocampo anterior (una parte del cerebro involucrada en la memoria) y la red neuronal por defecto (que está relacionada con nuestro sentido del “yo”).
La experiencia psicodélica
La gran cantidad de datos recopilados por participante, bajo el modelo de imágenes específicas para cada individuo, le permitió al equipo comparar la experiencia psicodélica que vivió cada participante. En las sesiones de psilocibina, los cambios en la conectividad funcional del cerebro estuvieron alineados con la intensidad de la experiencia subjetiva de los participantes. Esto significa que, cuanto más intensa era la experiencia “mística” reportada por los participantes, mayor era el cambio en la conectividad cerebral. Específicamente, se encontró una fuerte correlación entre estos cambios cerebrales y la percepción de trascender el tiempo y el espacio, que es una de las dimensiones de la experiencia psicodélica.
En otras palabras, las personas que sintieron una mayor “desconexión” del tiempo y el espacio experimentaron cambios más significativos en la conectividad funcional de su cerebro. Además, se observó que estos cambios estaban más relacionados con los efectos de la psilocibina en sí misma que con posibles errores de medición, lo que refuerza la idea, dicen los científicos, de que la variabilidad en los efectos cerebrales de la psilocibina depende de cómo cada individuo responde a la sustancia.
Para explorar cómo los cambios en el cerebro inducidos por la psilocibina se ven afectados por la realización de tareas específicas, el equipo pidió a los participantes que completaran una tarea sencilla de correspondencia auditiva-visual mientras estaban en el escáner cerebral. Los participantes realizaron esta tarea con una precisión superior al 80% durante las sesiones en las que se les administró la psilocibina.
El resultado fue que participar en la tarea redujo significativamente la magnitud de la alteración de las redes cerebrales y la desincronización que normalmente se asocia con la psilocibina. En otras palabras, realizar la tarea ayudó a estabilizar la actividad cerebral que la psilocibina tiende a desorganizar. La reducción de los cambios cerebrales mientras los participantes realizaban una tarea sugiere una conexión con el principio psicológico conocido como “conexión a tierra”.
Este principio se refiere a la práctica de enfocar la atención en el entorno externo para aliviar pensamientos o emociones intensas o angustiosas. En la psicoterapia relacionada con el uso de psicodélicos, las técnicas de conexión a tierra se emplean comúnmente para reducir los efectos abrumadores que la psilocibina puede causar. Para los autores de la investigación, los hallazgos de que la tarea disminuyó la desincronización de las redes cerebrales aportan una sólida evidencia de que los efectos de la psilocibina en el cerebro y la conectividad funcional dependen del contexto.
Los investigadores enfatizan que las personas no deben interpretar el estudio como una razón para automedicarse. No son medicamentos que estén aprobados por las autoridades para uso general. Consumir psicodélicos sin la supervisión de expertos en salud mental capacitados tiene graves riesgos.
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