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Colombia da otro paso clave para enfrentar una enfermedad olvidada

Entre seis y siete millones de personas pueden estar infectadas con el parásito que causa la enfermedad de Chagas, que, al no diagnosticarse a tiempo, puede ser silenciosa por varias décadas. Colombia, donde alrededor de 12 millones de ciudadanos están en riesgo de adquirir la infección, acaba de dar un paso crucial para enfrentarla.

Sergio Silva Numa

24 de mayo de 2025 - 07:58 a. m.
Integrantes de las comunidades de la Sierra Nevada de Santa Marta, donde es clave el diagnóstico temprano de la enfermedad de Chagas.
Foto: INS
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“Han transcurrido 115 años desde el descubrimiento de la enfermedad de Chagas, sin que se haya producido ningún cambio en su tratamiento”.

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La frase con la que cerraba el editorial que publicó la prestigiosa revista The Lancet Regional Health en septiembre del año pasado, sintetizaba bien lo que ha sucedido con el Chagas en el último siglo. A diferencia de otras, que suelen ocupar portadas y capturar recursos y la atención de la academia, el Chagas se había mantenido como una enfermedad desatendida, como la calificó en 2005 la misma Organización Mundial de la Salud. Durante más de un siglo, su diagnóstico y atención habían avanzado a paso de tortuga.

Por eso es que pocas cosas suelen causar una sonrisa entre quienes se han involucrado con el estudio y atención del Chagas. La que anunció el Instituto Nacional de Salud (INS) esta semana fue una de esas. En una sobria presentación en el auditorio de sus instalaciones, en la calle 26, en Bogotá, presentó un documento, cuyo título podría espantar a cualquier lector: el “Lineamiento técnico para el uso de Pruebas de Diagnóstico Rápido (PDR) para la detección de los anticuerpos contra Trypanosoma cruzi”.

Los asistentes, en cambio, celebraron la noticia. Hubo fotos y aplausos. Para ellos era un paso más para enfrentar una enfermedad que podría afectar a unos 12 millones de personas en Colombia en 596 municipios. Aunque es difícil estimar el número preciso de quienes la tienen, los cálculos de esa entidad han indicado que puede ser entre 700.000 y 1.200.000 habitantes. Este año se han registrado 947 nuevos casos en fase crónica y 18 en fase aguda.

“Debemos reconocer que este es un gran hito en la atención”, dice Rafael Herazo, antes de tomar un vuelo hacia Valledupar, de donde partirá a la Sierra Nevada de Santa Marta.

Herazo es médico y, como varios de sus colegas, cree que esos nuevos “lineamientos” del INS son importantes porque van a permitir mejorar el diagnóstico de una enfermedad que no se detecta de manera tan sencilla. A veces, dice, pasan décadas para que un paciente desarrolle síntomas en la fase crónica, cuando se convierte en un asunto mayor: hay serias complicaciones cardíacas (las más usuales en Colombia) y digestivas. “Insuficiencia cardíaca, dolor en el pecho, disnea, edema y tromboembolismo o arritmias”, eran unas de las consecuencias que mencionaba uno de los artículos publicados en The Lancet Regional Health, en esa serie que juntó a expertos de varios países para poner sobre la mesa al Chagas.

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Para decirlo de manera sencilla, con ese anuncio del INS, de ahora en adelante, se van a poder usar pruebas rápidas para saber quiénes tienen o no Chagas. Hasta el momento, para identificar a los pacientes se requería de una muestra de sangre que debía llevarse a un laboratorio, algo impensable en regiones apartadas. “Lo que se presentó es la simplificación soñada del diagnóstico de una enfermedad para la que apenas se confirmaba el 60% de los pacientes. Es una herramienta muy útil para esas áreas donde no hay laboratorios, señala Andrea Marchiol, coordinadora médica de los proyectos de acceso en Chagas para Latinoamérica de DNDi.

Imagen de una de las pruebas rápidas para diagnosticar la enfermedad de Chagas.
Foto: INS

Rafael Herazo también hace parte de DNDi, una iniciativa que se ha popularizado en el mundo de la salud y significa Drugs for Neglected Diseases Initiative (o “Iniciativa por Medicamentos para Enfermedades Olvidadas”). Él, el Referente médico de los proyectos de acceso en Chagas para Latinoamérica), y Marchiol cuentan que, desde que se acercaron al Ministerio de Salud en 2015 para darle una mano identificando las barreras para diagnosticar y tratar el Chagas, han continuado su trabajo. Parte del resultado es, precisamente, haber logrado un camino claro para usar esas pruebas rápidas de detección.

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“El impacto en la salud pública va a ser enorme”, aseguró en la presentación Maryi Lorena Segura, del grupo de Parasitología del INS, que durante 5 años analizó las pruebas rápidas disponibles en el mercado colombiano, primero en el laboratorio y luego en las comunidades, para tener certeza de cuáles podían ser útiles para diagnosticar el Chagas. La conclusión final es que cuatro de ellas podrán ser usadas, como dice Herazo, en centros rurales o de primer nivel.

“Yo recibo muy bien esa noticia. Es una ganancia para las comunidades”, asegura, por su parte, Gabriel Parra-Henao, entomólogo del Centro de Investigación en Salud para el Trópico de la Universidad Cooperativa de Colombia, en el campus de Santa Marta, y miembro del Grupo Asesor Estratégico y Técnico para Enfermedades Tropicales Desatendidas de la OMS. “Esta decisión rompe una de las barreras que hay a la hora de hablar de Chagas”.

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Con él coincide el inmunólogo y profesor de la U. de los Andes, John Mario González, que cree que uno de los siguientes pasos será definir un camino claro para que las personas que dieron positivo en las pruebas rápidas (que identifican anticuerpos) puedan ser evaluadas e iniciar tratamiento, para prevenir efectos cardíacos o digestivos.

El parásito es un viejo conocido entre quienes estudian bichos: es el Trypanosoma cruzi y puede ser transmitido por una buena cantidad de vectores: chinches de la subfamilia la Triatominae. Como se puede ver en el siguiente mapa, las especies Triatoma infestans y Triatoma dimidiata son algunas de las más relevantes en Colombia. También son conocidas con un nombre muy popular en el campo: el “pito”, que encuentra un buen hogar para vivir en las viviendas de palma, bahareque y piso de tierra por debajo de los 1.800 metros sobre el nivel del mar. Allí, libera heces que luego pueden ingresar a los humanos a través de lesiones en la piel o membranas mucosas.

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En este momento, en el mundo, recordaban los autores de uno de los artículos de The Lancet Regional Health, entre los que estaba Parra-Henao y la epidemióloga Zulma Cucunubá, puede haber más de 6 millones de personas infectadas con Chagas. Muchas de ellas, añadían, aún enfrentan “barreras sustanciales para acceder a atención médica esencial, incluidos el diagnóstico y el tratamiento”, para el cual solo hay dos medicamentos disponibles: el benznidazol y el nifurtimox.

Algunos de los insectos que transmiten el parásito que causa la enfermedad de Chagas.
Foto: Sergio Silva Numa

De hecho, escribían en otro apartado, en las Américas, solo el 1% de las personas infectadas reciben tratamiento que requieren. Eran realistas: con tantos vectores y huéspedes no humanos del parásito, “la erradicación de la enfermedad de Chagas es biológicamente improbable”. Pero un buen paso, como reconoció esta semana Mauricio Vera, responsable del Subprograma Nacional de Chagas del Minsalud, es hacer un buen diagnóstico, que ahora, posiblemente, empezará a dejar de ser un sueño. En sus palabras, hay que celebrar que Colombia, con los pocos recursos, ha avanzado mucho para que el Chagas salga del cajón de “las enfermedades desatendidas y olvidadas”.

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Por Sergio Silva Numa

Editor de las secciones de ciencia, salud y ambiente de El Espectador. Hizo una maestría en Estudios Latinoamericanos. También tiene una maestría en Salud Pública de la Universidad de los Andes. Fue ganador del Premio de periodismo Simón Bolívar.@SergioSilva03ssilva@elespectador.com
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