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“Covid prolongado”: esto es lo que se sabe

Un estudio sugiere que los sobrevivientes de COVID-19 tienen mayor riesgo de muerte y experimentan mayor pérdida de salud mental y física a los seis meses de infectarse con el coronavirus.

28 de abril de 2021 - 02:09 a. m.
CLO001. CALI (COLOMBIA), 18/05/2020. Un paciente espera salir de la hospitalizaciÛn luego de recibir el alta mÈdica tras superar la enfermedad del COVID-19, este lunes en Cali (Colombia). EFE/ Ernesto Guzm·n Jr.
CLO001. CALI (COLOMBIA), 18/05/2020. Un paciente espera salir de la hospitalizaciÛn luego de recibir el alta mÈdica tras superar la enfermedad del COVID-19, este lunes en Cali (Colombia). EFE/ Ernesto Guzm·n Jr.
Foto: EFE - ERNESTO GUZMAN JR
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Si usted es parte de los más de 103.000 casos activos de coronavirus en Colombia, es probable que esté experimentando fiebre, tos seca, cansancio, dolor de cabeza, pérdida del gusto y el olfato, dolor en el pecho o dificultad para respirar. Aunque un porcentaje de quienes se infectan con el nuevo coronavirus son asintomáticos, los síntomas que avisan la infección de COVID-19 son claros.

Sin embargo, algunos pacientes pueden experimentar manifestaciones clínicas persistentes y duraderas que aún no están claras. Algunos investigadores le han llamado “Covid persistente” al grupo de síntomas que persisten después de 30 días de la infección. Un estudio publicado en la revisa JAMA, en julio de 2020, encontró que el 87,4 % de los pacientes recuperados de COVID-19 reportaron la persistencia de al menos un síntoma durante dos meses después del contagio. Otro estudio publicado el mismo mes, en la misma revista, mostró que el 60 % de los pacientes experimentaron inflamaciones en el miocardio (aunque la mayoría no tenía antecedentes cardíacos y no fueron hospitalizados cuando se infectaron).

Ambos estudios coinciden en que, aunque confían en sus resultados, las muestras aún eran muy pequeñas como para ser conclusivas. Para disipar estas dudas, un estudio (que aún está en etapa de revisión de pares) utilizó bases de datos nacionales del Departamento de Asuntos Veteranos de Estados Unidos para identificar las secuelas del coronavirus durante los seis meses siguientes al contagio, incluyendo diagnósticos, uso de medicamentos, servicios de salud y síntomas, en 73.405 usuarios registrados sobrevivientes del coronavirus.

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Más allá de los 30 días de enfermedad, las personas con COVID-19 tienen mayor riesgo de muerte y comienzan a frecuentar más los servicios de salud. El exceso de muerte se estimó en 8,39 por 1.000 pacientes con COVID-19 a los seis meses de haberse contagiado. Aquellos con COVID-19 tenían un mayor riesgo de encuentro de atención ambulatoria (1,20 sobre 1.000).

En cuanto a las secuelas respiratorias, fue más común que después de una infección por COVID-19 que no resultó en hospitalización quedaran secuelas, que los investigadores llamaron “síntomas respiratorios”. Incluyen insuficiencia respiratoria persistente a los seis meses de la infección, enfermedades de las vías respiratorios inferiores y, en algunos casos, paros respiratorios (3,37 por cada 1.000 infecciones). También evidenciaron un alto uso de broncodilatadores (22,2 de cada 1.000), expectorantes (12,8 de cada 1.000), antiasmáticos (8,8 de cada 1.000) y glucocorticoides (7,65 de cada 1.000).

“La carga de trastornos del sistema nervioso fue evidente, incluidos los signos y síntomas del sistema nervioso”, escribieron los investigadores, refiriéndose específicamente al dolor de cabeza. También mostraron que 14,53 de cada 1.000 sobrevivientes de COVID-19 tuvieron insomnio, ansiedad y miedo, y que 8,93 de cada 1.000 sobrevivientes experimentaron desórdenes relacionados con estrés y trauma. También 19,9 de cada 1.000 sobrevivientes usaron analgésicos no opioides, pero 9,3 sí los usaron. 22,2 de cada 1.000 tomaron benzodiacepinas, sedantes y ansiolíticos.

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Dentro de las consecuencias del “Covid largo” también se incluyeron desórdenes metabólicos (entre 4,9 y 9,4 de cada 1.000 reportaron subidas de colesterol, triglicéridos e insulina). Entre los síntomas gastrointestinales están el dolor abdominal y la disfagia, que derivaron en mayor uso de laxantes y antiácidos.

“Nuestros análisis revelan dos hallazgos claves: a) El riesgo y la carga asociada de secuelas posaguda son evidentes, incluso entre aquellos cuya enfermedad aguda fue lo no suficientemente grave como para requerir hospitalización: el segmento que representa a la mayoría de las personas con COVID-19, y b) El riesgo y la carga asociada aumentan en todo el espectro de gravedad de la infección aguda por COVID-19 (no hospitalizados, hospitalizados, admitidos a cuidados intensivos)”, escriben los investigadores en el artículo publicado en la revista Nature.

Además, concluyen que las secuelas poscoronavirus podrían estar relacionadas con influenza estacional (lo que aumentaría la magnitud de los síntomas, la cantidad de órganos relacionados y la carga de los síntomas en caso de contraer la influenza).

Los investigadores reconocen que el estudio tiene limitaciones. Por ejemplo, no entra en detalles para saber si estas consecuencias están directamente relacionadas con la infección por coronavirus y tampoco considera nuevas variantes del coronavirus y la disponibilidad de vacunas. También reconoce que la mayoría de encuestados fueron hombres pero que el “Covid largo” afecta más a mujeres.

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