Dos ideas para tener claras sobre COVID-19 y aire contaminado
Los cambios en los hábitos de movilidad de los colombianos han tenido un impacto en la calidad del aire y el impacto de la contaminación del aire sobre las complicaciones en pacientes con COVID-19 se debe principalmente a los efectos acumulados de la exposición en la población.
Redacción salud
Investigadores de seis universidadess colombianas junto al Instituto Nacional de Salud se reunieron para aclarar dos aspectos sobre la calidad del aire que han surgido a raíz de la expansión de la pandemia de coronavirus en Colombia. Uno está relacionado con el impacto en la calidad del aire a raíz de la disminución de la movilidad y el otro con el incremento del riesgo para personas que viven en localidades más o menos contaminadas.
En una comunicación firmada por los miembros de este grupo de trabajo que hacen parte del Programa de Investigación en Salud Ambiental para Colombia, "los cambios en los hábitos de movilidad de los colombianos sí tienen un impacto en la calidad del aire incluso ante la fuerte influencia de los incendios forestales regionales".
En estos últimos meses, específicamente desde finales de febrero y durante todo el mes de marzo, el Sistema de Vigilancia de Calidad del Aire de las diferentes ciudades principales del país reportó niveles sostenidamente elevados de material particulado fino (PM2.5) en las estaciones de monitoreo locales. Dichos niveles, observados también el año anterior por esta misma época, excedieron el límite permisible de calidad del aire definido en la norma colombiana.
Estos reportes llevaron a muchas personas a preguntarse por qué la restricción al tráfico vehicular, impuesta en esta ocasión por la cuarentena, no se veía reflejada en menores índices de contaminación. Para el grupo de expertos este es un mal planteamiento porque sí hubo un impacto. "De hecho, el sistema de monitoreo satelital CAMS (Copernicus Atmosphere Monitoring Service) ha demostrado reducciones de este contaminante seguidas a las medidas de cuarentena impuestas en regiones alcanzadas por la epidemia antes que Colombia, como son los casos de China e Italia".
Entonces, ¿Cómo puede entenderse este rezago entre el inicio de las medidas sociales y la reducción del material particulado en nuestras ciudades? Su respuesta a este interrogantes es que "estos fenómenos son de naturaleza multifactorial, una explicación plausible es la presencia de incendios forestales y quema de biomasa como lo reporta la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo y Desastres, así como Copérnicus, el Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea".
Recordaron que en el caso del oriente de Colombia, ciudades como Bucaramanga y Cúcuta han sido afectadas recientemente por las quemas de residuos sólidos e incendios forestales de Venezuela. En otras ciudades del interior del país (Bogotá, Medellín) las partículas atmosféricas han sido transportadas desde la Amazonía, la Orinoquía y el Valle del Magdalena, donde durante semanas se ha denunciado un aumento en los incendios forestales a causa del desplazamiento de las fronteras agrícolas y ganaderas y de cultivos ilícitos.
En el caso de la región Caribe consideran que han aumentado los incendios (quema de biomasa), principalmente en la Sierra Nevada y Parque Natural Isla Salamanca, este último impactando severamente a Barranquilla. "Estos procesos han impedido el mejoramiento de la calidad del aire de nuestras ciudades, a pesar de la disminución ostensible de la circulación de automotores producto principalmente de la cuarentena, con la subsecuente disminución de las actividades económicas, culturales y escolares", anotaron.
El documento donde comparten esta conclusión está firmado por Víctor Mauricio Herrera de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Dayana Agudelo Castañeda y Julián Alfredo Fernández-Niño de la Universidad del Norte, Laura Rodríguez de la Universidad Industrial de Santander, Néstor Rojas y Luis Carlos Belalcázar de la Universidad Nacional, Profesor, Diana Marín de la Universidad Pontificia Bolivariana, Juan Gabriel Piñeros Jiménez de la Universidad de Antioquia y Oscar Rojas del Instituto Nacional de Salud.
Sobre el otro debate que se ha planteado en las últimas semanas, la relación de aire contaminado y riesgo de mayor riesgo de COVID-19, el grupo de expertos colombianos aseguró que "el impacto de la contaminación del aire sobre las complicaciones en pacientes con COVID-19 se debe principalmente a los efectos acumulados de la exposición en la población".
Estudios recientes en Italia, sugieren una asociación entre niveles altos de material particulado fino y la incidencia de COVID-19, pese a que el virus sobrevive solo unas horas en el aire. Las hipótesis sobre los mecanismos que explicarían esta relación son principalmente dos. La primera es que las partículas pueden servir como vehículo para el virus. La otra que estas pueden aumentar la susceptibilidad del individuo infectado a complicarse o morir.
"¿Significa esto que además de mantenernos en casa durante el aislamiento preventivo obligatorio, debemos cerrar nuestras puertas y ventanas? La respuesta es, no", responde el grupo. La razón es que la tendencia hacia el descenso en los niveles de contaminantes del aire que empieza a marcarse en ciudades colombianas es favorable. En consecuencia, la circulación de menor concentración de partículas contaminantes reduciría también la probabilidad que el virus se difunda viajando en ellas. Adicionalmente, menores concentraciones de contaminantes reducen la probabilidad de síntomas respiratorios agudos asociados a la irritación de la vía área
Por otra parte, recientemente se han publicado estudios que sugieren asociación entre niveles de contaminación del aire y mortalidad en pacientes con COVID-19, la mayoría, utilizando información a nivel de municipios o condados en diseños denominados ecológicos. "Es importante aclarar que esta posible asociación estaría principalmente relacionada con la exposición a largo plazo a los contaminantes del aire más que a las concentraciones actuales", apuntaron.
Está bien establecido por estudios conducidos en diversos lugares del mundo que las exposiciones a largo plazo a concentraciones elevadas de PM2.5 o NO2 aumentan la incidencia de enfermedades crónicas pulmonares y cardiovasculares, y en los pacientes que las padecen, la susceptibilidad a desarrollar complicaciones, lo que por analogía permite hipotetizar un efecto similar en pacientes con infección por COVID-19. En su comunicación aclaran que los estudios que relacionan a los contaminantes del aire con la mortalidad por este coronavirus son preliminares y que la determinación de la existencia de esta relación es tarea compleja para los investigadores, principalmente por la interrelación entre infección y mortalidad con atributos sociales, de la capacidad de atención de los sistemas de salud y la carga de enfermedad existente en las comunidades.
"Es preciso enfatizar que, si bien la pandemia puede tener un costo enorme en vidas, incluso en los mejores escenarios de mitigación o supresión, los efectos de la contaminación del aire persistirán a largo plazo y pueden seguir imponiendo una gran carga de enfermedad, discapacidad y vulnerabilidad a complicaciones por infecciones emergentes", concluyen.
Investigadores de seis universidadess colombianas junto al Instituto Nacional de Salud se reunieron para aclarar dos aspectos sobre la calidad del aire que han surgido a raíz de la expansión de la pandemia de coronavirus en Colombia. Uno está relacionado con el impacto en la calidad del aire a raíz de la disminución de la movilidad y el otro con el incremento del riesgo para personas que viven en localidades más o menos contaminadas.
En una comunicación firmada por los miembros de este grupo de trabajo que hacen parte del Programa de Investigación en Salud Ambiental para Colombia, "los cambios en los hábitos de movilidad de los colombianos sí tienen un impacto en la calidad del aire incluso ante la fuerte influencia de los incendios forestales regionales".
En estos últimos meses, específicamente desde finales de febrero y durante todo el mes de marzo, el Sistema de Vigilancia de Calidad del Aire de las diferentes ciudades principales del país reportó niveles sostenidamente elevados de material particulado fino (PM2.5) en las estaciones de monitoreo locales. Dichos niveles, observados también el año anterior por esta misma época, excedieron el límite permisible de calidad del aire definido en la norma colombiana.
Estos reportes llevaron a muchas personas a preguntarse por qué la restricción al tráfico vehicular, impuesta en esta ocasión por la cuarentena, no se veía reflejada en menores índices de contaminación. Para el grupo de expertos este es un mal planteamiento porque sí hubo un impacto. "De hecho, el sistema de monitoreo satelital CAMS (Copernicus Atmosphere Monitoring Service) ha demostrado reducciones de este contaminante seguidas a las medidas de cuarentena impuestas en regiones alcanzadas por la epidemia antes que Colombia, como son los casos de China e Italia".
Entonces, ¿Cómo puede entenderse este rezago entre el inicio de las medidas sociales y la reducción del material particulado en nuestras ciudades? Su respuesta a este interrogantes es que "estos fenómenos son de naturaleza multifactorial, una explicación plausible es la presencia de incendios forestales y quema de biomasa como lo reporta la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo y Desastres, así como Copérnicus, el Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea".
Recordaron que en el caso del oriente de Colombia, ciudades como Bucaramanga y Cúcuta han sido afectadas recientemente por las quemas de residuos sólidos e incendios forestales de Venezuela. En otras ciudades del interior del país (Bogotá, Medellín) las partículas atmosféricas han sido transportadas desde la Amazonía, la Orinoquía y el Valle del Magdalena, donde durante semanas se ha denunciado un aumento en los incendios forestales a causa del desplazamiento de las fronteras agrícolas y ganaderas y de cultivos ilícitos.
En el caso de la región Caribe consideran que han aumentado los incendios (quema de biomasa), principalmente en la Sierra Nevada y Parque Natural Isla Salamanca, este último impactando severamente a Barranquilla. "Estos procesos han impedido el mejoramiento de la calidad del aire de nuestras ciudades, a pesar de la disminución ostensible de la circulación de automotores producto principalmente de la cuarentena, con la subsecuente disminución de las actividades económicas, culturales y escolares", anotaron.
El documento donde comparten esta conclusión está firmado por Víctor Mauricio Herrera de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Dayana Agudelo Castañeda y Julián Alfredo Fernández-Niño de la Universidad del Norte, Laura Rodríguez de la Universidad Industrial de Santander, Néstor Rojas y Luis Carlos Belalcázar de la Universidad Nacional, Profesor, Diana Marín de la Universidad Pontificia Bolivariana, Juan Gabriel Piñeros Jiménez de la Universidad de Antioquia y Oscar Rojas del Instituto Nacional de Salud.
Sobre el otro debate que se ha planteado en las últimas semanas, la relación de aire contaminado y riesgo de mayor riesgo de COVID-19, el grupo de expertos colombianos aseguró que "el impacto de la contaminación del aire sobre las complicaciones en pacientes con COVID-19 se debe principalmente a los efectos acumulados de la exposición en la población".
Estudios recientes en Italia, sugieren una asociación entre niveles altos de material particulado fino y la incidencia de COVID-19, pese a que el virus sobrevive solo unas horas en el aire. Las hipótesis sobre los mecanismos que explicarían esta relación son principalmente dos. La primera es que las partículas pueden servir como vehículo para el virus. La otra que estas pueden aumentar la susceptibilidad del individuo infectado a complicarse o morir.
"¿Significa esto que además de mantenernos en casa durante el aislamiento preventivo obligatorio, debemos cerrar nuestras puertas y ventanas? La respuesta es, no", responde el grupo. La razón es que la tendencia hacia el descenso en los niveles de contaminantes del aire que empieza a marcarse en ciudades colombianas es favorable. En consecuencia, la circulación de menor concentración de partículas contaminantes reduciría también la probabilidad que el virus se difunda viajando en ellas. Adicionalmente, menores concentraciones de contaminantes reducen la probabilidad de síntomas respiratorios agudos asociados a la irritación de la vía área
Por otra parte, recientemente se han publicado estudios que sugieren asociación entre niveles de contaminación del aire y mortalidad en pacientes con COVID-19, la mayoría, utilizando información a nivel de municipios o condados en diseños denominados ecológicos. "Es importante aclarar que esta posible asociación estaría principalmente relacionada con la exposición a largo plazo a los contaminantes del aire más que a las concentraciones actuales", apuntaron.
Está bien establecido por estudios conducidos en diversos lugares del mundo que las exposiciones a largo plazo a concentraciones elevadas de PM2.5 o NO2 aumentan la incidencia de enfermedades crónicas pulmonares y cardiovasculares, y en los pacientes que las padecen, la susceptibilidad a desarrollar complicaciones, lo que por analogía permite hipotetizar un efecto similar en pacientes con infección por COVID-19. En su comunicación aclaran que los estudios que relacionan a los contaminantes del aire con la mortalidad por este coronavirus son preliminares y que la determinación de la existencia de esta relación es tarea compleja para los investigadores, principalmente por la interrelación entre infección y mortalidad con atributos sociales, de la capacidad de atención de los sistemas de salud y la carga de enfermedad existente en las comunidades.
"Es preciso enfatizar que, si bien la pandemia puede tener un costo enorme en vidas, incluso en los mejores escenarios de mitigación o supresión, los efectos de la contaminación del aire persistirán a largo plazo y pueden seguir imponiendo una gran carga de enfermedad, discapacidad y vulnerabilidad a complicaciones por infecciones emergentes", concluyen.