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El 60% de los universitarios está mal alimentado

Factores económicos y académicos impiden que los estudiantes coman de manera saludable.

Jesús Mesa
08 de abril de 2016 - 04:38 a. m.

Si algún día está antojado de una pizza o una empanada y no sabe dónde encontrarla, lo mejor que puede hacer es buscar cerca de una universidad. Aprovechando la economía de los universitarios, los sitios de comida rápida “ayudan” a los jóvenes a comer mucho gastando poco. Y aunque los estudiantes son conscientes de que comen mal, el problema es que la mayoría lo hace porque no tiene otra opción.

Un estudio realizado en conjunto por la Universidad Nacional, la Universidad Libre y la Universidad del Rosario observó por un año los hábitos alimenticios de sus estudiantes y encontró que, además del precio, la fuerte carga académica, la poca oferta interna y la falta de tiempo influyen en su manera de comer.

Según cuenta Ángela Latorre, líder de los programas lúdicos y deportivos de la Universidad Nacional, el problema no es de desconocimiento, pues los estudiantes saben cuáles alimentos son buenos y cuáles no. “En las tres universidades encontramos que los estudiantes conocen y saben cuáles son los alimentos saludables”, pero, agrega, “prefieren almorzar comidas rápidas como pizza, hamburguesa y empanadas, por distintas razones a la de su sabor”.

Una de las dificultades que revela el estudio es la carga académica, en la que, según Latorre, “los horarios no son lo suficientemente flexibles para los universitarios”. “Encontramos estudiantes que no desayunan porque tienen que estar antes de las 7:00 a.m. en la universidad, y prefieren llegar temprano a ganarse una falla”, explica.

En cuanto a los almuerzos, la comida del día que se consume con mayor frecuencia dentro de las universidades, los estudiantes conocen los alimentos saludables y nutritivos para esta hora del día, pero no los buscan por distintos factores, entre ellos el poco tiempo que disponen. “Por lo general tengo una sola hora, entonces como lo que encuentro, que por lo general es comida rápida”, cuenta uno de los jóvenes evaluados.

Pero los horarios no son el único problema que enfrentan los estudiantes al comer. Según Latorre, otra de las dificultades es la oferta interna, que en el caso de la Libre y la Nacional es costosa comparada con la oferta de hamburguesas, empanadas y pizzas. “Un almuerzo en la cafetería cuesta alrededor de $6.000, lo mismo que tres hamburguesas con gaseosa en la puerta de la Nacional”, cuenta.

Los resultados del estudio, dicen los investigadores, pueden ser una herramienta para que las universidades mejoren sus servicios de alimentación. “Se debe profundizar en las barreras de consumo dentro de la institución. Los estudiantes manifiestan que no es suficiente la oferta que encuentran y no hay balance entre la estructura académica y el bienestar”, concluye Latorre.

Por Jesús Mesa

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