La relación entre el cambio climático y la salud humana es un campo que no es nuevo. Desde hace por lo menos dos décadas los científicos creen que el primero tiene riesgos en la epidemiología de diversas enfermedades, entre ellas, el cólera. Pero cada vez parece más claro que esos riesgos no son los mismos para todos. “Son mayores para las personas y comunidades marginadas y desfavorecidas” escribían a mediados de 2020 un grupo de académicos de la Universidad de Chipre en un artículo científico. Más de dos años después, y en medio de emergencias climáticas en todo el mundo, la OMS reitera el mensaje.
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La agencia de salud de la ONU ha alertado que el cólera está resurgiendo y lo hace ayudado por el cambio climático. “No solo estamos viendo más brotes, sino más brotes mortales. Los datos de que disponemos -que son limitados- muestran que la tasa media de letalidad en lo que va de año casi triplica la de los últimos cinco años”, dijo, hace unos días el director de la OMS, el doctor Tedros Adhanom Gebreyesus. Y agregó: “El cólera se nutre de la pobreza y los conflictos, pero ahora se está viendo potenciado por el cambio climático”.
El doctor Tedros apunta a que “los fenómenos climáticos extremos, como las inundaciones, los ciclones y las sequías, reducen aún más el acceso al agua potable y crean el entorno ideal para la propagación del cólera”.
En 2019 un grupo de científicos internacional publicó un análisis en la revista Plos One en la que analiza datos diarios de casos de infección de cólera en la ciudad de Qom, que se encuentra en el centro de Irán, entre 1998 y 2016 y comparó su dinámica con variables climáticas como la temperatura y las precipitaciones. Para los científicos, el cólera está correlacionada con variables ambientales, ya que las bajas precipitaciones y las altas temperaturas en los meses más cálidos podrían proporcionar una replicación bacteriana más rápida.
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Muchos países subdesarrollados o en vías de desarrollo como Irán todavía sufren epidemias frecuentes de cólera; por lo tanto, los objetivos del estudio fueron evaluar la asociación entre los casos de cólera y las variables climáticas y también encontrar los parámetros más efectivos para predecirlos.
Los científicos señalan, por ejemplo, que las precipitaciones pueden tener una influencia directa en la transmisión del cólera de dos maneras: en primer lugar, cuando abundan, pueden aumentar el riesgo de contaminación del agua, ya sea sin tratar o tratada, con aguas residuales (transmisión de persona al medio ambiente) y, en segundo lugar, las precipitaciones escasas también pueden aumentar la concentración de patógenos en medios acuáticos.
Si la situación es peligrosa actualmente, en el futuro podría ser peor. El doctor Philippe Barboza, experimentado epidemiólogo de la Organización Mundial de la Salud, explicó, citado por la agencia, que no ha habido un cambio significativo de los múltiples factores que tradicionalmente sirven de caldo de cultivo para el cólera, entre ellos, los conflictos, las crisis humanitarias y la pobreza. “Lo que ha cambiado significativamente es el impacto del cambio climático”, añadió.
Barboza indicó que “muchos países se han visto afectados por grandes fenómenos climáticos como los ciclones, las sequías, lo que ha alimentado los brotes más allá de lo que normalmente observamos. Y la preocupación es que va a aumentar en los años venideros. El cambio climático es el nuevo factor clave que necesita tenerse en consideración”. Para todos ellos, las cifras actuales de brotes pueden ser más grandes de lo que se ha reportado. El estudio en Irán concuerda con la idea de que en el futuro todo puede ser más complejo. En la simulación que hacían, los casos anuales de cólera aumentaban entre 2021–2050.
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Por estas razones, la OMS pidió un esfuerzo en lo que se refiere a vacunación. Con el creciente número de brotes, la oferta de vacunas contra el cólera no puede seguir el ritmo de la demanda, por lo que el doctor Tedros instó a los principales fabricantes de vacunas del mundo a que aumenten la producción. Actualmente, existen tres vacunas orales contra el cólera (OCV) precalificadas por la OMS: Dukoral®, Shanchol™ y Euvichol-Plus®. Las tres vacunas requieren dos dosis.
Se han utilizado más de 100 millones de dosis en campañas de vacunación masiva, implementadas en áreas que experimentan un brote, en áreas de mayor vulnerabilidad durante las crisis humanitarias y entre las poblaciones que viven en áreas altamente endémicas de la enfermedad.
El acceso rápido al tratamiento es esencial durante un brote de cólera, reitera el organismo. La rehidratación oral debe estar disponible en las comunidades, además de los centros de tratamiento más grandes que pueden proporcionar líquidos intravenosos y atención las 24 horas. Con un tratamiento temprano y adecuado, la tasa de letalidad debería permanecer por debajo del 1%. Pero, como ya lo dijo el doctor Tedros, eso no está siendo lo observado.
Para la ONU, sin embargo, la solución a largo plazo para el control del cólera radica en el desarrollo económico y el acceso universal al agua potable y al saneamiento adecuado.