Las restricciones de la movilidad, el cierre de establecimientos públicos y el trabajo desde la casa fueron algunas de las medidas que el mundo entero instauró para detener la propagación masiva del COVID-19 en 2020. Y, si bien es cierto que los impactos a nivel social y económico no tardaron en aparecer, las cuarentenas estrictas también dejaron un beneficio que hoy, un año después, sigue impactando en la emergencia ambiental y es la reducción de emisiones de dióxido de Carbono.
En 2020 las emisiones de CO2 se disminuyeron en un 7%, según un análisis del Global Carbon Project. Es decir, un porcentaje equivalente a 2.600 millones de toneladas aproximadamente. Una reducción nunca antes registrada en las emisiones anualmente reportadas.
Aunque el panorama pareciera alentador un nuevo estudio publicado en la revista científica Nature señaló que este sería apenas un primer paso para controlar el avance del calentamiento global, pues para no superar el límite establecido por el Acuerdo de París, se tendría que reducir entre 1.000 y 2.000 millones de toneladas de CO2 cada año durante la próxima década. Es decir, un porcentaje equivalente a un bloqueo mundial como el que trajo el coronavirus.
Aspectos como la disminución generalizada en el sistema de transporte y el incentivo de reducción de movilidad, con iniciativas como el trabajo y la escuela en casa, impactaron en la reducción de las emisiones. Sin embargo, según reiteró la investigación, no son medidas que generen un cambio que perdure. “Si bien las medidas para abordar la pandemia de COVID-19 redujeron las emisiones en aproximadamente un 7% en 2020, por sí solas, no causarán disminuciones duraderas en las emisiones porque estas medidas temporales tienen poco impacto en la infraestructura basada en combustibles fósiles que sustenta la economía mundial”, explicó el análisis.
Lo cierto, según aclararon los autores del artículo es que la pandemia si demostró que esas reducciones si representaron un cambio que, sostenido en el tiempo, podría cambiar el rumbo de las predicciones frente al calentamiento global. La propuesta, que sugiere la investigación, es la disminución de emisiones a través de estímulos económicos.
“La interrupción de las trayectorias de emisiones debido a la pandemia de COVID-19 significa que las acciones estratégicas ahora podrían minimizar el rebote y reforzar los recortes en las emisiones globales a largo plazo. La naturaleza de las interrupciones en el año 2020 sugiere que los incentivos para acelerar el despliegue a gran escala de los vehículos eléctricos, y para estimular y liberar espacio para el transporte activo (caminando o en bicicleta) en las ciudades, son oportunos”, agregó el documento.
Aunque el artículo muestra que algunos países ya habían empezado a mostrar reducciones en las emisiones de dióxido de carbono incluso antes de la pandemia (el Global Carbon Project encontró que 64 países habían reducido sus emisiones en el período entre 2016 y 2019), la experiencia de crisis anteriores muestra que ante bajas tan notorias siempre suele reaparecer un repunte luego de unos años.
Por ello, los países deberían intensificar con urgencia los planes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. “No hemos podido entender que no podemos abordar el cambio climático como un tema secundario. No puede tratarse de una ley o política, tiene que estar en el centro de todas las políticas”, dijo a The Guardian Corinne Le Quéré, autora principal del estudio.