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¿Es cierto el mito de que el desayuno es la comida más importante del día? Se trata del alimento que rompe el ayuno de la noche y nos da la energía para empezar el día. Se sabe que saltarse el desayuno se ha asociado a una mayor prevalencia de obesidad, riesgo de diabetes y enfermedades metabólicas. De hecho, según las recomendaciones, el desayuno debe proporcionar entre el 20% y el 25% de la energía que necesita una persona cada día. Aunque todo es cierto, no cualquier tipo de desayuno da estas ventajas.
Un estudio publicado hace unas semanas en el Journal of Nutrition, Health and Aging, siguió a 383 personas durante tres años para estudiar las asociaciones entre la ingesta energética del desayuno y la calidad y las trayectorias temporales de los rasgos cardiometabólicos en participantes con alto riesgo cardiovascular. En otras palabras mucho más simples, el estudio buscó entender cómo un buen desayuno puede influir en la salud del corazón y el metabolismo de las personas con riesgo de enfermedades del corazón.
La investigación se llevó a cabo usando datos de un grupo de personas reclutadas en el ensayo clínico Prevención con Dieta Mediterránea-Plus (PREDIMED-Plus), que tiene como objetivo comparar dos enfoques de intervención en el estilo de vida para prevenir enfermedades cardiovasculares. El estudio no les dio instrucciones a los participantes sobre cómo preparar el desayuno, pero sí les sugirió que siguieran los principios generales de la dieta mediterránea. Esto incluía consumir lácteos bajos en grasa, cereales integrales, alimentos ricos en proteínas, aceite de oliva y frutas frescas, evitando alimentos ultraprocesados.
El desayuno se definió como cualquier comida o bebida consumida por la mañana, incluyendo tanto la primera comida del día como la merienda matutina (entre las 7 y las 10 am). Los participantes completaron formularios preestructurados en los que anotaban lo que comían y bebían en las distintas comidas del día: desayuno, merienda matutina, almuerzo, merienda de la tarde, cena y merienda nocturna.
Además, los investigadores usaron el Índice de Balance de Comidas para evaluar la calidad del desayuno, basado en la cantidad y tipo de nutrientes que contenía (como proteínas, grasas, fibra, potasio, calcio, hierro, azúcares añadidos, etc.). Este índice compara la ingesta de estos nutrientes con las recomendaciones de salud pública (por ejemplo, las pautas de la Organización Mundial de la Salud) y asigna una puntuación de 0 a 100 para cada nutriente. La puntuación final del desayuno se calculó promediando las puntuaciones de los diferentes nutrientes, con un peso mayor para el potasio y las grasas saturadas.
También se midieron varios factores de riesgo asociados con enfermedades cardiometabólicas. Se realizaron mediciones para registrar el peso, la altura, el índice de masa corporal (IMC) y la circunferencia de la cintura (CC), lo que permitió obtener una visión general del estado físico de los participantes. Asimismo, se midió la presión arterial en varias visitas a lo largo del estudio para detectar posibles problemas relacionados con la hipertensión. Además de estas mediciones, se llevaron a cabo análisis de sangre en ayunas, los cuales incluyeron la medición de triglicéridos, colesterol, glucosa y otros parámetros relevantes.
La calidad del desayuno sí importa
Los investigadores encontraron que en adultos mayores con alto riesgo cardiovascular, la cantidad de energía y la calidad de lo que se come en el desayuno tienen un impacto importante en la salud del corazón y el metabolismo. El estudio comparó a las personas que comían un desayuno que representaba entre el 20-30% de las calorías del día con aquellos que tenían un desayuno más pequeño o más grande.
Los resultados mostraron que las personas que comían desayunos fuera de ese rango (más pequeño o más grande) tenían más grasa en el cuerpo, más grasa alrededor de la cintura, niveles más altos de triglicéridos y niveles más bajos de colesterol “bueno” (HDL). Además, aquellos con una ingesta energética inadecuada en el desayuno mostraron un aumento en la grasa abdominal y los triglicéridos después de un año, algo que no ocurrió en los que comían un desayuno equilibrado.
En cuanto a la calidad del desayuno, aquellos que comían un desayuno de baja calidad (por ejemplo, con pocos nutrientes y muchos azúcares o grasas malas) también tenían más grasa en el abdomen, más triglicéridos y niveles más bajos de colesterol “bueno” y función renal. Esto muestra que no solo la cantidad, sino también la calidad del desayuno, juega un papel clave en la salud del corazón y el metabolismo.
Los resultados del estudio indican que si no se come suficiente energía en el desayuno, esto se asocia con más grasa en el cuerpo, algo que ya se había visto en otros estudios. Por ejemplo, aquellos que consumen menos del 22% de las calorías del día en el desayuno tienen más grasa en el cuerpo. Además, los participantes que comían un desayuno más saludable, con alimentos como frutas, cereales integrales y proteínas, tenían menos grasa en el abdomen y mejores niveles de colesterol. Esto sugiere que la calidad del desayuno puede ayudar a mantener un peso saludable y reducir el riesgo de problemas del corazón.
Aunque no se observaron grandes cambios en la presión arterial ni en los niveles de azúcar en sangre, los beneficios de un desayuno equilibrado en cuanto a la grasa corporal y los triglicéridos son claros para los autores. En resumen, un desayuno adecuado tanto en cantidad como en calidad es importante para mantener la salud del corazón y el metabolismo en adultos mayores.
“Nuestros hallazgos resaltan la importancia de no solo desayunar, sino también de prestar atención a la cantidad y la calidad de lo que se consume. Promover hábitos de desayuno saludables puede contribuir a un envejecimiento saludable al reducir el riesgo de síndrome metabólico y enfermedades crónicas asociadas, mejorando así la calidad de vida”, escriben los autores del estudio. Sin embargo, reconocen que se necesitan más estudios para aclarar el papel de la cantidad y la calidad del desayuno en los resultados cardiovasculares y otras enfermedades crónicas.
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