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En un apartado de su libro El Gran Escape, el Nobel de Economía, Angus Deaton, hacía un breve recuento de los grandes éxitos que le han permitido a la humanidad escapar de la muerte. Entre ellos mencionaba el acceso al agua potable y el desarrollo de los antibióticos. También, uno que siempre recuerdan quienes se mueven en el mundo de la salud: las vacunas. Para usar las palabras del célebre profesor Steven Pinker, no es descabellado decir que fueron las vacunas las que permitieron que la batalla contra las enfermedades empezara a inclinarse a nuestro favor, por allá en el siglo XVIII. Erradicar la viruela y contener otras pesadillas como la poliomielitis, el sarampión y el covid-19 han sido solo algunos de los ejemplos de éxito que le debemos a las vacunas.
Este 2025 hay otra “pesadilla” que está ayudando a controlar una nueva vacuna en Colombia: la del virus sincitial respiratorio, que, por muchos años, ha trasnochado a los pediatras. Cada año, en el mundo, es el culpable de unas 100.000 muertes en menores de 5 años y de cerca de 3.6 millones de hospitalizaciones. O, dicho de otro modo, es la principal causa de infección respiratoria en los niños y niñas de menos de 2 años.
Se trata de un esfuerzo que, este año, unió a muchas personas, las cuales, creemos, merecen estar en esta edición de Personajes del año. La razón es muy sencilla: su trabajo permitirá salvar muchas vidas. Germán Camacho, infectólogo pediatra, resume lo que sucedió estos meses con un adjetivo: “es maravilloso”. O para usar términos del argot médico, la nueva vacuna (y otro tratamiento) permitirá “reducir la hospitalización, la mortalidad en niños y la ocupación de camas de cuidado intensivo”.
Hasta el 12 de diciembre, ya se habían vacunado 3.221 mujeres gestantes en Bogotá, lo cual hará que el próximo pico de enfermedades respiratorias, que se suele presentar entre marzo y junio, vaya a ser muy distinto al de años anteriores.
Unirse para vacunar
Una de las primeras cosas que menciona Camacho, expresidente de la Asociación Colombiana de Infectología (Acin), es que detrás de este trabajo hay muchas personas. Muchísimas más de las que alcanzamos a mencionar en este espacio y de las que aparecen en la imagen que acompañan este artículo.
Con eso claro, Camacho recuerda que hace unos dos años, en los círculos médicos, empezaron a ver con gran expectativa los resultados de estudios que mostraban nuevos tratamientos para evitar los fatales desenlaces que causa el virus sincitial, entre los que está la bronquiolitis y la neumonía. Luego de que Chile y Argentina arrancaran con una estrategia entre 2023 y 2024, comenzó a hacerse clara la necesidad de que Colombia debía hacer un esfuerzo similar.
La buena noticia llegó a finales de 2024, cuando la Secretaría de Salud de Bogotá anunció un convenio con la el Grupo de Economía de la Salud de la Universidad de Antioquia para evaluar las tecnologías disponibles.
“Queríamos continuar con una tradición distrital: desde hace muchos años, Bogotá ha sido pionera en incorporar nuevas tecnologías y ese liderazgo ha sido clave para que sean incluidas al Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI)”, recuerda ahora Julián Fernández-Niño, subsecretario de Salud Pública.
Así sucedió con la vacuna de la Influenza Estacional, en 2006, con la de la Hepatitis A, en 2007, o la de la varicela, en 2014, por mencionar algunos casos. En el fondo, como reconoce Fernández-Niño, no hay un camino más rápido para lograr cambios en salud poblacional —el sueño de todo salubrista— que el de las vacunas. “Soy un firme creyente en que son la mejor inversión y, por eso, sugerí contemplar la posibilidad de que tuviéramos esa vacuna en esta administración”, dice.
Su idea tuvo eco y la Secretaría de Salud empezó, entonces, una carrera contra el tiempo. Hicieron el convenio con la Universidad de Antioquia, con la meta de obtener resultados tan pronto como fuera posible. El Grupo de Economía de Salud, liderado por el profesor Jairo Humberto Restrepo Zea, se puso manos a la obra y llevó a cabo el estudio, que se basó en cuatro pilares: una exhaustiva revisión de la literatura disponible (realizaron revisiones sistemáticas sobre eficacia, seguridad o epidemiología); un estudio de carga de enfermedad, un análisis de costo-efectividad y otro del impacto presupuestal del abanico de tecnologías que podrían llegar a Colombia.
Los resultados, añade Restrepo Zea, los presentaron el 17 de julio de este año ante varias sociedades científicas. Un mes más tarde se reunieron con especialistas clínicos de diversas áreas como infectología, pediatría, neonatología y neumología; con pacientes; con representantes de EPS y con líderes del sector salud en Bogotá para lograr una evaluación más integral.
“Fue un proceso de construcción conjunta. Diferentes asociaciones (como la infectología, pediatría, neonatología, neumología, epidemiología o inmunología) lo acompañamos: validamos información, calificamos desenlaces, apoyamos como expertos clínicos e hicimos observaciones”, apunta Camacho. “Yo creo que fue un gran ejemplo de trabajo para todos. Nos sentimos útiles desde la academia por contribuir a la toma de decisiones”, complementa Restrepo Zea.
Saltándonos muchos detalles del proceso y nombres imposibles de mencionar en estas líneas, con los resultados en mano, la Secretaría de Salud, encabezada por Gerson Bermont, decidió que la mejor estrategia para hacerle frente al virus sincitial era aplicar un esquema híbrido: por un lado, había que vacunar a las mujeres gestantes con Abrysvo, aprobada en Estados Unidos en 2023. La idea es administrárselas entre las semanas 28 y 36 de embarazo para que los anticuerpos “viajen” a través de la placenta hasta el bebé y lo protejan durante los primeros seis meses, el período de más riesgo.
Por otro lado, propusieron administrar un medicamento —nirsevimab (Beyfortus es su nombre comercial)— a los recién nacidos cuyas mamás no hubiesen recibido la vacuna y a los bebés prematuros. Así, también tendrían protección desde su nacimiento. De acuerdo con los resultados de la Secretaría, ambas tecnologías tienen una efectividad de más del 80% y los efectos secundarios son leves (apenas un pequeño dolor o hinchazón en el lugar de la inyección).
Con todo ese trabajo bajo el brazo, el 22 de agosto Bermont le envió una carta al ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, en la que le solicitaba la aprobación de su cartera para incorporar esas dos tecnologías al Programa Ampliado de Inmunizaciones del Distrito de Bogotá y así poner en marcha el plan.
El 10 de septiembre, con una mano mediadora de las sociedades científicas que ayudó a dirimir las diferencias políticas, le llegó al equipo la esperada respuesta: el Minsalud respaldó la estrategia. El 20 de noviembre, luego de hacer un piloto en Chocó y en La Guaira, el mismo Minsalud anunció que la vacuna Abrysvo quedará incorporada al Programa Ampliado de Inmunizaciones de Colombia.
Ahora, solo resta que en todo el país se pongan las pilas con la vacunación de mujeres gestantes para que, durante el próximo pico de enfermedades respiratorias, los médicos, los papás y las mamás tengan una preocupación menos en que pensar.
*En el equipo de la Secretaría de Salud, además de Fernández-Niño y Gerson Bermont, fueron claves Maria Belén Jaimes, directora de Epidemiología; Patricia Molano, directora de Salud Colectiva; Marcela Martínez, subdirectora de acciones colectivas; Sofia Ríos. Subdirectora de Determinantes; Diana Ayala, coordinadora PAI; María Fernanda Tovar, líder de Política de Infancia; Diane Moyano, líder del grupo de análisis.
*En el equipo de la U. de Antioquia, además de Restrepo Zea, el grupo estuvo compuesto por Daysi Sanmartín Durango, economista con maestría en Economía; Carolina Moreno López, economista y candidata a maestría en Efectividad Clínica y Sanitaria; Juan Carlos Alzate Ángel, médico con maestría en Ciencias Clínica y candidato a PhD en epidemiología; María Alejandra Barrios, médico con maestría en epidemiología clínica; y Dahiana Palacios, administradora en salud con énfasis en servicios de salud, magíster en Administración en Salud y en Finanzas. Además, contó con la asesoría de Iván Darío Flórez Gómez, Médico Pediatra, magíster en Ciencias Clínicas y PhD en Métodos de Investigación en salud; y Nelson Alvis Guzmán, médico, magíster en Salud Pública y PhD en Economía y Gestión de la Salud
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