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“Los azúcares contenidos en las bebidas de frutas comercializadas para niños son inaceptablemente altos. Los fabricantes deben dejar de añadir azúcares y calorías innecesarias a sus bebidas”.
La conclusión a la que llegaron científicos de las universidades de Londres y de Liverpool, ha abierto un nuevo capítulo esa larga y reñida discusión sobre qué tan saludables son las bebidas azucaradas que estamos consumiendo, especialmente aquella que ingieren los menores. Esta vez, con un estudio publicado hace unos días en el British Medical Journal Open (BMJO), una de las revistas médicas más prestigiosas del mundo, los investigadores advierten que el exceso de azúcar en esos refrescos implican un serio problema de salud pública.
¿Por qué? Su respuesta es simple: tras analizar el mercado en Gran Bretaña, ser percataron que el 42% de las bebidas etiquetadas para el consumo infantil tienen una cantidad de azúcar igual o más alta que la que cualquier niño de 4 a 6 años debería consumir en un solo día. El 63% de los productos tiene la mitad de dicha cantidad.
De acuerdo al análisis de los científicos, los artículos que más preocupación causan son los batidos de fruta que suelen incluir lácteos, seguidos por los llamados zumos de fruta 100% y las bebidas que contienen alguna proporción de zumo. En gran parte, estos tres grupos son los responsables del sobrepeso, el riesgo de diabetes y el exceso de caries del país europeo.
Según el estudio del BMJO, considerar como fruta los jugos que el público encuentra en el mercado es un gran error. “La fruta debe ser consumida en su forma original, no como jugo. Los padres deben diluir el zumo de fruta con agua, optar por zumos sin azúcar y ofrecerlos solo durante las comidas”, aseguran los investigadores.
“La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que un excesivo consumo de zumos se asocia a un aumento de riesgo de padecer obesidad”, explica a El País de España Julio Basulto, dietista-nutricionista. “El problema es considerar un zumo como una pieza de fruta más. Metabólicamente no tiene nada que ver. La fruta hay que masticarla”.
En Colombia, hace un año y medio el Ministerio de Salud ya había emitido un resolución que obligaba a las empresas a aclarar la diferencia entre lo que verdaderamente es un jugo de fruta y lo que no. “Jugo es una extracción mecánica de la fruta pero no el resultado de procesamiento de agua y azúcares”, le había dicho esa cartera a este diario. El resto son néctares, refrescos de fruta o bebidas con jugo de fruta. La diferencia principal es el contenido de fruta. En el caso de los néctares es del 10% al 14%. En los refrescos de fruta del 8 al 10%. Y bebidas con jugo de fruta se consideran aquellas con menos del 8% de contenido de fruta.
La medida había sido el principio de una batalla para combatir la obesidad en el país, un mal que ha desbordado los cálculos de los especialistas. Por ejemplo, el 17,5% de los niños y jóvenes entre 5 y 17 años tienen exceso de peso y más del 50% de las personas entre 18 y 64 están pasadas de kilos. La batalla, ahora, se ha concentrado en una disputa mucho más álgida y que tiene enfrentado al Minsalud con la industria de las gasesosas.
El Gobierno, siguiendo las recomendaciones de la OMS, ha tratado de imponer un impuesto de 20% sobre las bebidas azucaradas y así se paso tratar de recaudar $1,8 billones para el sistema. Los productores por su parte, insisten en que los índices de obesidad dependen de las políticas que se implementen para que Colombia deje ser un país sedentario y no de que las gaseosas cuesten más. Dicen que esa medida sería un duro golpe para sus finanzas y para muchas personas que basan sus ingresos en esta industria.