El sentido de la justicia comienza a partir de los 4 años

Ese fue el resultado del primer estudio multicultural, que presentó la revista Nature, sobre el desarrollo del sentido de la justicia en los niños, realizado por psicólogos y antropólogos de la Universidad de Boston, Yale, Harvard, Salk Lake City, Columbia Británica y Nueva Escocia.

Los expertos analizaron el comportamiento de 1.732 niños de Canadá, India, México, Perú, Senegal, Uganda y Estados Unidos entre los 4 y 15 años de edad.

Lo que se midió en el experimento fue la "aversión a la injusticia" a través de dos pruebas. En la primera, uno de los dos niños tiene que rechazar o aceptar una distribución de recompensas que es injusta para él (al niño A le dan una manzana y al B le dan cuatro). Si A lo rechaza, evita la injusticia, pero pierde su manzana. Esta prueba mide la “aversión a la injusticia en desventaja” y se desarrolla desde los cuatro años de manera natural en todas las sociedades.

La segunda prueba funciona al revés, al niño A le tocan cuatro manzanas y al B solo una. Si A lo rechaza, rechaza una situación injusta para el otro, pero pierde todas sus manzanas. Esta parte del experimento mide la “aversión a la injusticia en ventaja” y, aparentemente, se desarrolla alrededor de los ocho años de edad. Durante esta etapa el menor adquiere un concepto de generosidad y justicia que está influenciado por la cultura y el entorno en el que crece.

“El hecho de que los niños de todos estos países rechacen las golosinas cuando reciben menos que su pareja hace que este comportamiento –oponerse a la desigualdad– parezca una característica intrínseca de los seres humanos”, le dijo Peter Blake, investigador en la Universidad de Boston y coautor del estudio, a la agencia Sinc. “No obstante, no podemos asegurar que esta sea una tendencia innata. Es posible que alrededor de los cuatro años de edad los niños hayan aprendido cómo responder así ante situaciones de inequidad”.

Los investigadores reconocen la necesidad de realizar más estudios con miembros de sociedades forrajeras, horticultoras o pastoriles en las que la idea de justicia puede variar con respecto a las comunidades que fueron analizadas.

Ese fue el resultado del primer estudio multicultural, que presentó la revista Nature, sobre el desarrollo del sentido de la justicia en los niños, realizado por psicólogos y antropólogos de la Universidad de Boston, Yale, Harvard, Salk Lake City, Columbia Británica y Nueva Escocia.

Los expertos analizaron el comportamiento de 1.732 niños de Canadá, India, México, Perú, Senegal, Uganda y Estados Unidos entre los 4 y 15 años de edad.

Lo que se midió en el experimento fue la "aversión a la injusticia" a través de dos pruebas. En la primera, uno de los dos niños tiene que rechazar o aceptar una distribución de recompensas que es injusta para él (al niño A le dan una manzana y al B le dan cuatro). Si A lo rechaza, evita la injusticia, pero pierde su manzana. Esta prueba mide la “aversión a la injusticia en desventaja” y se desarrolla desde los cuatro años de manera natural en todas las sociedades.

La segunda prueba funciona al revés, al niño A le tocan cuatro manzanas y al B solo una. Si A lo rechaza, rechaza una situación injusta para el otro, pero pierde todas sus manzanas. Esta parte del experimento mide la “aversión a la injusticia en ventaja” y, aparentemente, se desarrolla alrededor de los ocho años de edad. Durante esta etapa el menor adquiere un concepto de generosidad y justicia que está influenciado por la cultura y el entorno en el que crece.

“El hecho de que los niños de todos estos países rechacen las golosinas cuando reciben menos que su pareja hace que este comportamiento –oponerse a la desigualdad– parezca una característica intrínseca de los seres humanos”, le dijo Peter Blake, investigador en la Universidad de Boston y coautor del estudio, a la agencia Sinc. “No obstante, no podemos asegurar que esta sea una tendencia innata. Es posible que alrededor de los cuatro años de edad los niños hayan aprendido cómo responder así ante situaciones de inequidad”.

Los investigadores reconocen la necesidad de realizar más estudios con miembros de sociedades forrajeras, horticultoras o pastoriles en las que la idea de justicia puede variar con respecto a las comunidades que fueron analizadas.