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“Es el aporte más grande en la historia para control de dengue”

Iván Darío Vélez, investigador de la U. de Antioquia, explica cómo se sumó Colombia al programa para combatir el dengue infectando mosquitos con una bacteria que les impide transmitir la enfermedad.

Pablo Correa
06 de septiembre de 2020 - 02:03 p. m.
El investigador de la U. de Antioquia Iván Darío Vélez coordina en Colombia el programa para introducir mosquitos con la bacteria Wolbachia.
El investigador de la U. de Antioquia Iván Darío Vélez coordina en Colombia el programa para introducir mosquitos con la bacteria Wolbachia.
Foto: Pecet

Iván Darío Vélez, investigador de la U. de Antioquia y director del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales (Pecet) cuenta que estaba ya pensando en su jubilación, después de 30 años de intentar derrotar al virus del dengue, cuando llegó hasta su laboratorio el investigador australiano Scott O’Neill con una nueva idea que renovó su esperanza. (Lea: Breve historia del arma que podría acabar con el dengue).

En 2013 cuando se conocieron, O’Neill ya había demostrado que era posible infectar a los mosquitos Aedes aegypti, responsables no sólo de la transmisión del dengue sino también del zika, chikungunya, fiebre amarilla y virus mayaro, para alterar su capacidad de transmitir estas enfermedades. Con el apoyo de la Fundación Bill y Melinda Gates había creado el World Mosquito Program para demostrar que tenía entre manos una estrategia eficaz para cambiar la historia de una enfermedad que cada año provoca unos 390 millones de infecciones en todo el mundo.

En Medellín construyeron una biofábrica para cultivar estos mosquitos con Wolbachia. En Colombia ya son cuatro los municipios en los que han hecho pruebas piloto (Bello, Medellín, Itagüi y Sabaneta). (Lea: Un experimento con buenos resultados: ¿El principio del fin del dengue?).

¿Cómo se involucró en la investigación con Wolbachia?

En el año 2013 el director de Relaciones Internacionales de la U. de Antioquia hizo una visita a Australia. Antes de viajar me pidió que resumiera lo que hacíamos en el Pecet. Al regresar del viaje me dijo que el profesor Scott O’Neill, de la U. de Monash, estaba muy interesado en conocerme. Al poquito tiempo llegó el profesor O’Neill y me mostró la propuesta de World Mosquito Program enfocada en el control biológico con la bacteria Wolbachia. Ya estaban en Australia e Indonesia así que me propuso trabajar juntos. Me fascinó el proyecto. Comencé a estudiar.  En 2013 comenzaron a buscar los permisos y socializar la propuesta. La primera prueba se realizó en 2015 en un barrio de Bello. Luego siguió al resto de Bello, Medellín, Itagüi y Sabaneta, ya  son cuatro municipios involucrados.

¿Hasta ese momento dónde estaban puestas las esperanzas para el control del dengue?

En vacunas. De hecho antes de Wolbachia evaluamos en Medellín la fase 1 y 2 de una vacuna hecha en Estados Unidos que compró la empresa Takeda y ahora está en fase 3.

Al tiempo que se habla de Wolbachia también estamos viendo surgir estrategias como la de mosquitos modificados genéticamente. ¿Cuáles son las principales diferencias?

El mosquito Aedes Aegypti transmite dengue, zika, chikunguya y en otras partes fiebre amarillo y el virus mayaro. Como no hay medicamentos ni vacuna, todo se ha enfocado en controlar el mosquito. Se han hecho sustancias insecticidas. Otras que matan la larva del mosquito. Hay campañas educativas para reducir la población de mosquitos controlando sitios de cría. Más recientemente se han hecho mosquitos transgénicos que se aparean y no tienen descendencia fértil. También se han hecho machos de Aedes esterilizados con radiación que se liberan para que no se reproduzcan. El problema es que ninguna de ellas ha mostrado ser eficaz en el mundo. Ninguna. La estrategia del World Mosquito Program es diferente. No se busca acabar con el mosquito. Se busca terminar con la capacidad del mosquito de transmitir los virus. Lo que hacemos es liberar mosquitos con una bacteria exclusiva de insectos. Cuando el mosquito se alimenta de un paciente con dengue, zika o chikungunya, ese virus llega al estómago del mosquito pero no se puede reproducir porque la bacteria se lo impide. Cuando el mosquito pica de nuevo no transmite la enfermedad. Se interrumpe la transmisión de la enfermedad.

¿Cómo descubrieron ese potencial de la bacteria?

Es una cosa muy interesante porque ahí se da uno cuenta de la importancia de las ciencias básicas. La gente a veces dice que no sirven para nada. Y resulta que la investigación básica permite avanzar en la investigación aplicada. Hace unos años se descubrió que las moscas que tenían la bacteria Wolbachia reducían su vida media. Con este hallazgo el profesor Scott O’Neill pensó que si le ponía esta bacteria al mosquito Aedes aegypti reduciría el tiempo de vida y podría controlar el dengue. Comenzó a hacer muchos ensayos para sacar la bacteria de la mosca de la fruta y transmitirla al Aedes aegypti hasta que por fin lo logró inyectando la bacteria a los huevos del mosquito. Alimentó esos mosquitos con sangre de un paciente que tenía dengue y encontró que el virus no se reprodujo.

¿Cómo es la interacción de la bacteria con el intestino del mosquito?

Se sabe que hay proteínas en el intestino del mosquito que el virus usa para reproducirse. La bacteria consume esa proteína bloqueando la actividad del virus. También se ha encontrado que hay una respuesta inmunitaria del mosquito inducida por la bacteria contra el virus.

¿Una vez los mosquitos son liberados cómo le transmiten a las nuevas generaciones la bacteria?

La bacteria solo se transmite cuando un mosquito hembra infectado se aparea. Todos los hijos nacen con Wolbachia. En el laboratorio producimos mosquitos con Wolbachia que luego se liberan para que se apareen con los mosquitos locales  y así poco a poco la gran mayoría adquieren la bacteria.

¿Qué pilotos han hecho en Colombia?

En Bello, Medellín, Itagüi y Sabaneta. En Cali las autoridades locales están analizando si realizan un piloto.

¿Ustedes ya han publicado resultados? ¿Qué valor tiene el estudio que acaban de publicar de Indonesia?

No hemos publicado aún porque no hemos terminado de evaluar la eficacia. Tenemos un modelo para comparar el antes y el después de la liberación. Pero vamos a esperar un año más. En cuatro comunas de Medellín: Aranjuez, Manrique, Popular y Santa Cruz, liberamos mosquitos con Wolbachia en unas zonas y en otras no. Tenemos una alianza con 10 clínicas de la ciudad para que cuando lleguen pacientes con síntomas poder registrar la zona donde viven. Posteriormente ponemos esa información en el mapa y podemos comparar la efectividad. Es lo mismo que se hizo en Indonesia, donde viven 300.000 habientes. Allá encontraron que en las zonas con Wolbachia se redujo 77% la transmisión.

¿Cuántos mosquitos se deben liberar en una ciudad para lograr el control de la enfermedad?

Primero se divide el territorio en una cuadrícula de 50 por 50 metros. En cada cuadrado se debe poner una cápsula de la que salen 150 mosquitos cada 15 días. El proceso se repite unas 12 a 15 veces.

¿Qué capacidad tiene la biofábrica que instalaron en Medellín?

Es la más moderna de América Latina. Tenemos personal entrenado y todo el proceso automatizado. La capacidad es muy grande, hasta 30.000 cápsulas por semana.

Una preocupación alrededor de este tipo de estrategias son los riesgos ecológicos.

La bacteria Wolbachia está presente en el 60% de los insectos del mundo. Los humanos estamos en contacto con ella hace siglos. No puede infectar las células humanas por ser exclusiva de insectos. Entonces no hay riesgo ni para la comunidad ni para otros seres vivos. Desde el punto de vista de la seguridad, con estudios muy serios, está garantizado.

¿Cómo es la participación de las comunidades en este proceso de decisión?

Eso es muy importante. Cuando hicimos la prueba piloto en el barrio París, en Bello, unas 5.000 familias firmaron que estaban de acuerdo. En Medellín no podíamos ir casa por casa. En ese sentido la Organización Mundial de la Salud tiene directivas para las intervenciones  ambientales según las cuales la comunidad debe estar informada. Por esto usamos un modelo de comunicación para que comunidad conozca y participe en lo que se va a hacer. Hacemos mucho trabajo con los líderes. Es un proceso muy transparente en el que se involucran colegios, universidades, juntas de acción comunal. Además hay un visto bueno de comités de ética. Hacemos mucha socialización. El 95% de la gente lo ha aceptado. Como la gente conoce y sufre el dengue, participa con estos proyectos.

¿Cree que esta solución nos pone en el camino de erradicación del dengue?

Por lo menos un control si para que deje de ser un problema de salud pública. Ese es el propósito. Cuando lleguen vacunas o medicamentos ayudarán más. Por ahora nada ha demostrado la misma eficacia de la Wolbachia. En Australia llevan siete años sin casos autóctonos.

Esta misma semana en Estados Unidos anunciaron la liberación de millones de mosquitos modificados genéticamente para evitar que transmitan el dengue. ¿Hay una competencia comercial por las soluciones de este tipo?

Eso lo hace una empresa con ánimo de lucro. Ellos venden los mosquitos y son costosos. El World Mosquito Program no tiene ánimo de lucro. Si fuera negocio sería mal negocio porque usted libera un tiempo y no lo tiene que volver a hacer al menos durante 80 años. En cambio las estrategias con insecticidas y mosquitos modificados genéticamente exigen que usted continuamente esté comprando. También hay empresas que venden mosquitos machos irradiados para hacerlos infértiles. El mismo caso. Usted tiene que estar comprando y comprando.

¿Para alguien como usted que lleva más de tres décadas estudiando el dengue qué ha significado todo esto?

He trabajado toda la vida en enfermedades tropicales. Cuando conocí Wolbachia me pareció maravilloso. Yo debería estar jubilado y no me he jubilado porque estoy enamorado del World Mosquito Program. Es el aporte más grande que se ha hecho en toda la historia para control de dengue, zika y chikungunya.

¿Qué viene ahora?

Le corresponde al Ministerio de Salud decidir si Wolbachia entra a hacer parte del programa regular de control de estas enfermedades. Con los resultados de Indonesia esperamos que las autoridades de salud en el mundo se motivan a presentar una recomendación a los gobiernos al respecto.

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