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¿Qué tiene que ver la hipertensión con el desplazamiento forzado? Investigadores de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes, liderado por el profesor Diego Lucumí, coordinador de la Maestría en Salud Pública de esta Universidad, presentaron esta semana los resultados del estudio ‘Abordando los determinantes sociales de la hipertensión en Quibdó’ en el que establecen una relación entre las condiciones de vida urbana y el riesgo de hipertensión.
"A pesar que tradicionalmente, se cree que la hipertensión tiene que ver con factores hereditarios y comportamientos poco saludables; el estudio identificó que factores como el desplazamiento forzado y el estrés que este genera influyen en las condiciones propicias para el desarrollo de esta enfermedad", explicó la universidad en un comunicado.
Según Lucumí, el desplazamiento se puede conectar con la hipertensión de diferentes formas. Una de ellas es económica. Cuando una persona vive en zonas rurales, donde tiene acceso a alimentos directemente, al desplazarse a un centro urbano se ve obligado a conseguir dinero para comprar alimentos, una situación que detona estrés. La ansiedad y el estrés son reconicidos como factores de riesgo para tensión arterial alta.
La investigación, en curso desde el 2016, es fruto de una alianza entre la Universidad de los Andes, la Universidad Tecnológica del Chocó, la Universidad El Bosque y la Coalición Interétnica por la Salud Integral con el apoyo de Global en Salud del Sistema de Salud de Henry Ford en Estados Unidos.
"El reconocimiento de la hipertensión desde una perspectiva social abre la posibilidad de comprender que su desarrollo y, por tanto, su prevención, requieren reconocer los contextos y factores que influencian la forma en la cual las personas nacen y viven", aseguró Lucumí en el comunicado.
En Colombia, 4 de cada 10 infartos y 6 de cada 10 “derrames cerebrales” están asociados a la hipertensión. Chocó, es uno de los cinco departamentos de Colombia donde mueren más personas por causas relacionadas con la enfermedad.
Al final de 2018, se espera contar con un plan de acción de cinco a diez años que permita plantear soluciones a partir de esta construcción colectiva y de la evidencia recogida, asegura el médico.