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El pasado 21 de mayo, Colombia decidió cerrar sus puertas a viajeros provenientes de la India, que lleva varias semanas en su pico más alto de coronavirus y que ha llegado a reportar 400.000 nuevos casos diarios. La preocupación de nuestro país es la misma que la de otros que se han unido a la medida: retrasar la llegada de la variante hindú. Es una situación similar a la que vivieron hace unos meses Reino Unido, Brasil y Sudáfrica, cuando en sus territorios fueron detectadas variantes que aún inquietan a la comunidad científica. Dos de ellas, como lo reveló un informe acabado de publicar por el Instituto Nacional de Salud, están en varias regiones de Colombia. Pero, para comprender ese anuncio hay que empezar por responder una pregunta fundamental antes de entrar en pánico: ¿Qué se conoce hasta el momento de las mutaciones y qué representan en verdad para la pandemia?
Entender un virus que muta constantemente no es una tarea nueva para la ciencia. La mutación es, de hecho, un proceso inevitable que ocurre durante la transmisión de un cuerpo a otro. José Usme, presidente de la Asociación Colombiana de Virología, lo explica con este ejemplo: “Pensemos en una persona que está transcribiendo una carta que tiene 30.000 letras. La probabilidad de que cometa un error al intentar generar una copia exactamente igual que la original, es alta. Es justamente lo que pasa con este virus y su incapacidad de duplicarse siempre igual cuando va a pasar de un huésped a otro. Un proceso en el que pueden ocurrir pequeños cambios o variaciones”.
Durante meses, la ciencia se ha encargado de seguirles la pista a estas diferentes variaciones para intentar responder qué tan letales o transmisibles pueden ser. Hasta la fecha, la Organización Mundial de la Salud solo ha clasificado como Variantes de Preocupación (VOC) cuatro linajes: el del Reino Unido (B.1.1.7), Brasil (P.1), Sudafricana (B.1.351) e India (B.1.617), que comparten algunas características. “Todas estas tienen combinaciones de mutaciones que se asocian con mayor potencial de reinfección o de severidad. Por eso son de preocupación y esta evidencia no es solo genómica, sino también epidemiológica”, dice Julián Villabona Arenas, virólogo de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
Para José Usme, además de la alta capacidad de transmisibilidad que todas comparten, otra de las características de estas variantes es la capacidad de poder evadir las respuestas neutralizantes o “resistir” a los anticuerpos generados naturalmente o por la vacunación. “La gran mayoría de esas mutaciones le están confiriendo al virus la capacidad para escapar en mayor o menor medida la inmunidad. Más allá de ser más transmisibles o severas, lo que todas conservan es una habilidad para evadir la respuesta inmune”, explicó el profesor de la Universidad Cooperativa de Colombia.
Villabona, sin embargo, cree que se trata de un escenario un poco más complejo pues, aunque es cierto que algunas variantes de preocupación podrían no ser neutralizadas por los anticuerpos, esto no significa que las vacunas dejen de funcionar del todo. “Es muy difícil extrapolar los hallazgos que se tienen para cada una de estas variantes. Se ha observado que en algunos casos hay una reducción en el potencial de neutralización, pero no sucede con todas las variantes ni con todas las vacunas”, explicó.
¿Cuál es el panorama para Colombia?
Según el último reporte de actualización genómica del Instituto Nacional de Salud (INS), publicado el 25 de mayo, en Colombia solo circulan dos de las VOC categorizadas por la Organización Mundial de la Salud: la variante del Brasil, reportada en enero, y la del Reino Unido, identificada en abril de este año. La primera estaría presente en los departamentos de Santander, Arauca, Amazonas y Sucre. La del Reino Unido, en Norte de Santander, Bolívar y Cundinamarca. En algunos departamentos, como Antioquia, Valle del Cauca, Caldas y Bogotá, se han detectado ambos linajes.
Aunque son solo dos linajes de preocupación los que circulan en el país, el INS también pudo identificar otras dos variantes que fueron declaradas como de interés porque podrían tener algún tipo de evolución en el tiempo. Estos son la B.1.427 y B.1.526. “Estas variantes de interés también existen en otros países y, aunque no se haya demostrado epidemiológicamente el impacto o no se haya hecho un estudio de transmisión, contienen mutaciones que sugieren que podrían generar interacciones como las de las variantes más estudiadas”, agregó Usme.
Dentro de los hallazgos identificados por el INS también se logró registrar la presencia de la variante C.37, más conocida como “variante andina”, presente en los departamentos de Boyacá y Valle del Cauca. Se trata de un nuevo linaje que por sus características es de especial seguimiento porque puede ser de interés o clasificarse así, según como evolucione en unas semanas.
“En Chile y en Perú es de interés, pero ocupa un puesto incipiente comparado con la variante inglesa y brasileña, porque si miramos estadísticas de estos países, la variante inglesa aún predomina en el 80 % de las infecciones. Sin embargo, no hay que descuidarla, hay que monitorearla y seguir haciendo vigilancia genómica. Por lo menos ya sabemos que está en el país”, agregó Bladimiro Rincón, virólogo de la Universidad Industrial de Santander.
¿Debería este panorama preocupar a Colombia? Para Rincón, si bien es cierto que la aparición de nuevas variantes podría generar aumento de casos, como los que el mundo está viviendo ahora, solo habría una respuesta para poder mitigar de alguna manera el impacto de las variaciones: “El monitoreo constante es muy importante. La próxima semana Colombia empieza un proceso de secuenciación de más de 1.000 muestras por mes, algo que nos traerá mayor información en unas semanas. Reforzar la vacunación y no perder de vista el diagnóstico constante de casos, es otra de las sugerencias”.
Usme, por su parte, considera que el escenario es un poco más positivo y está ligado al comportamiento natural del virus, que ahora intenta sobrevivir a la vacunación que se adelanta en todo el mundo. “El virus está respondiendo a la inmunidad que se está generando en la población. Se está enfrentando a una inmunidad previa y en esa interacción se han seleccionado varias mutaciones que son comunes a múltiples linajes. Esto significa que muy seguramente en el futuro cercano y con la disponibilidad de nuevas vacunas podremos enfrentar de forma exitosa estas nuevas variantes y el virus nos dará una tregua, sin olvidar que los virus no son estáticos y seguirán explorando nuevas formas de interacción”.
Lo cierto es que la ciencia se enfrenta, una vez más, a un terreno de arenas movedizas, en una situación que nada se puede predecir. “Es muy difícil predecir cómo el virus va a cambiar; es algo que depende del azar. Hay muchas cosas que no sabemos aún sobre la evolución del virus y también de la neutralización de los anticuerpos, porque desconocemos muchos aspectos de la inmunología”, advierte Villabona. Como explica, mientras siga habiendo una transmisión elevada, el virus tendrá más oportunidades para replicarse. Por ahora, prefiere ser prudente y tener paciencia. Su respuesta es la misma que la de la comunidad científica a lo largo de la pandemia: “la próxima semana seguro sabremos un poco más”.