El cáncer de próstata representa aproximadamente el 15% de todos los nuevos diagnósticos de cáncer entre los hombres en todo el mundo. Y si bien la dieta y la actividad física pueden ofrecer cierta promesa para la prevención secundaria, no existen recomendaciones basadas en evidencia para ofrecer a los hombres adultos sanos posibilidades de reducir el riesgo. No obstante, una investigación publicada en 2016 dio algunas opciones basadas en algo particular: la conducta sexual de los hombres.
Los investigadores señalan que las conductas sexuales representan factores de riesgo modificables potenciales y pueden influir en el desarrollo del cáncer de próstata. Hay una hipótesis que sugiere que, si las secreciones prostáticas (fluidos producidos por la próstata) se acumulan en la glándula durante períodos prolongados sin ser expulsadas (por ejemplo, a través de la eyaculación), estas secreciones podrían contener sustancias potencialmente cancerígenas. Según esta teoría, la acumulación de estas secreciones podría crear un entorno en la próstata que favorece el desarrollo de cáncer de próstata. En otras palabras, si las secreciones no se eliminan con regularidad, podrían contribuir a un mayor riesgo de cáncer.
Hay evidencia que apoya esa teoría. Un Estudio de Seguimiento de Profesionales de la Salud publicado en 2004 encontró una relación inversa entre la frecuencia de la eyaculación mensual y el riesgo de cáncer de próstata. Esto significa que los hombres que eyaculaban con mayor frecuencia tenían un menor riesgo de desarrollar cáncer de próstata durante el período de seguimiento de 8 años. Aunque estos hallazgos iniciales fueron intrigantes, la mayor reducción del riesgo se observó en hombres que habían eyaculado con más frecuencia justo antes de responder al cuestionario del estudio. Esto significa que la relación entre la eyaculación y el menor riesgo de cáncer de próstata era más fuerte en este período reciente.
Allí surgió entonces una preocupación. Es posible que algunos de los hombres que respondieron al cuestionario en el estudio de 2004 ya tuvieran cáncer de próstata sin saberlo. Si tenían síntomas que los hacían eyacular más, esto podría haber influido en los resultados, haciendo que pareciera que eyacular más estaba reduciendo el riesgo, cuando en realidad el cáncer ya estaba presente pero no diagnosticado. Para confirmar esos primeros resultados, los investigadores realizaron otro estudio.
Sí sirve
Los investigadores agregaron 10 años más de seguimiento al grupo de hombres del estudio de 2004 y analizaron 3,839 casos de cáncer de próstata, que es más del doble del número de casos incluidos en el informe original. Esto les permitió obtener datos más sólidos. Con este análisis más extenso, pudieron examinar si los resultados anteriores podrían haberse visto afectados por la causalidad inversa (por ejemplo, si el cáncer ya estaba presente antes de que los hombres cambiaran su frecuencia de eyaculación).
El estudio investigó si la relación entre la frecuencia de la eyaculación y el riesgo de cáncer de próstata varía según diferentes características del cáncer, como su gravedad o tipo, algo que se ha observado con otros factores de riesgo de cáncer de próstata.
Los investigadores también consideraron que la frecuencia de eyaculación podría ser un indicador de la salud general de los hombres y que podría estar relacionada con el riesgo de muerte por otras causas, no solo por cáncer de próstata. Los resultados ofrecen evidencia adicional de un papel de la frecuencia de eyaculación en la etiología del cáncer de próstata, en particular para la enfermedad de bajo riesgo.
En concreto, los hombres que eyaculaban 21 veces o más al mes tenían un 19% menos de riesgo de ser diagnosticados con cáncer de próstata (comparado con aquellos que eyaculaban entre 4 y 7 veces al mes) cuando se consideró la frecuencia de eyaculación a los 20-29 años. Este riesgo se redujo en un 22% cuando se consideró la frecuencia a los 40-49 años.
Las asociaciones más fuertes entre la frecuencia de eyaculación y un menor riesgo de cáncer de próstata se observaron en casos de cáncer de bajo riesgo, lo que significa que la frecuencia de eyaculación podría tener un impacto particular en la prevención de tipos menos agresivos de cáncer. Los investigadores también determinaron que las asociaciones observadas eran consistentes incluso cuando consideraban el impacto de otras causas de muerte, lo que sugiere que los hallazgos son sólidos y no son explicados por otras razones.
En resumen, el estudio encontró que eyacular con más frecuencia, especialmente entre los 20 y 49 años, se asocia con un menor riesgo de desarrollar cáncer de próstata, y esta relación es particularmente fuerte para los tipos de cáncer menos agresivos. Además, estos resultados se mantuvieron consistentes incluso cuando se consideraron otros factores y posibles limitaciones.
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