Marco Pavesi es un anestesiólogo que trabaja en un popular hospital en el centro de Milán, Italia: el Policlínico San Donato. Su región, Lombardía, es una de las que más casos de covid-19 ha diagnosticado en ese país (16.200 infectados y más de 1.600 fallecidos). Una tragedia que Pavesi resumió hace unos días en un breve relato en The New York Times: “Ninguno de nosotros experimentado esto antes”, escribió. “Sabemos cómo responder a accidentes de tráfico, a descarrilamientos de trenes, incluso a terremotos. ¿Pero a un virus que ha matado a tantos, que empeora con cada día y para el cual una cura parece lejana? No (...) Siempre pensamos en la calamidad como algo que sucederá lejos de nosotros. Pero esta vez sucedió aquí, a nuestros seres queridos, a nuestros vecinos”. (Esta es la situación del coronavirus en Colombia en tiempo real)
Para enfrentar la tragedia, contaba, su hospital había pospuesto todas las cirugías. Las camas de cuidados intensivos habían sido copadas por pacientes con el virus SARS-CoV-2. También habían tenido que habilitar salas de anestesia y quirófanos para atender a los usuarios. “Pronto”, dijo ese mismo día el presidente de la región de Lombardía, “no podremos atender a todos los enfermos”. “El sistema de salud”, insistía, “ya no aguanta más. Quédense en sus casas”.
Hoy Italia suma más de 47 mil casos de coronavirus y más de 4 mil muertos, una cantidad superior a la de China. Sus camas no dan abasto para atender a los pacientes. Por cada mil habitantes ese país tiene 3,2 camas, una cifra no muy lejana al promedio del grupo de la OCDE (4,7). Corea, uno de los que ha sorteado con cierto éxito la epidemia del coronavirus, 12,3. Colombia está en el otro extremo: solo tiene 1,7.
A medida que han aumentado los casos de personas con SARS-CoV-2, la discusión sobre la capacidad del sistema de salud colombiano para atender a aquellas personas se ha intensificado. Los difíciles momentos que han tenido que enfrentar Italia y España se aproximan y nadie que tenga alguna relación con este sector parece tranquilo. Aunque el presidente Iván Duque declaró cuarentena nacional desde este martes 24 de marzo hasta el 13 de abril, si el comportamiento de la epidemia continúa como en aquellos países, las clínicas y los hospitales enfrentarán uno de los episodios más complejos de su historia.(Lea No actúe como el irresponsable paciente 31)
“Vienen días muy, muy duros”, dice Lina Trujillo, presidenta de la Asociación de Sociedades Científicas. “Esto hasta ahora está empezando y a todos nos va a cambiar un poco la vida”, reitera Carlos Matiz, presidente de la Asociación Colombiana de Neumología. “Estamos trabajando, pero no tenemos certeza si el sistema está preparado”, cuenta el presidente de una conocida EPS que prefiere mantener su nombre en reserva.
Luis Alexánder Moscoso, viceministro de Salud Pública, también sabe que se avecinan semanas complejas. Durante estos días, en medio de una Bogotá paralizada, ha estado en reuniones con gremios y Presidencia. Antes de entrar a una más, responde por teléfono con franqueza: “Hemos hecho lo posible por intentar achatar la curva y así tener más tiempo para prepararnos. Necesitamos eso: tiempo para que los hospitales se preparen para atender a la población. No le puedo decir que vamos a hacer un hospital nuevo, porque nos demoraríamos tres años. Así que estamos trabajando con nuestras proyecciones”.
Las proyecciones que, como dice Moscoso, tienen un grado de incertidumbre, las presentó el Ministerio esta semana: unos 3’989.853 de colombianos podrían contagiarse del nuevo coronavirus. La buena noticia es que solo habría, de esa cantidad, 4,7 % pacientes críticos y 13,8 % severos. Es decir, 187.523 y 550.600 personas, respectivamente. Suficientes para saturar nuestro sistema de salud que cuenta apenas con 87.539 camas, según los cálculos de la Asociación Colombiana de Clínicas y Hospitales. La gran mayoría, como lo muestra la gráfica, están en Bogotá (14.341).
Pero ese número no dimensiona, en verdad, la realidad a la que se enfrentará el sistema. Para atender la epidemia del SARS-CoV-2 hay que centrarse en un grupo específico: las camas que hay en las unidades de cuidado intensivo, popularmente conocidas como UCI. ¿Por qué? Son las que permiten atender a los pacientes que van a presentar complicaciones serias que, en su mayoría, serán los mayores de 60 años. Sumándolas todas son un poco más de 8 mil. Pero dejando solo las de los adultos, quedan 5.349. Claro: un buen porcentaje de ellas hoy están ocupadas. La presidenta de la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas calcula que en este momento hay entre un 80 y 90 % de ocupación.
En el hipotético caso de que estuviesen todas libres, ¿serían suficientes para atender al número de pacientes que necesitarían ser hospitalizados por afecciones respiratorias? Las 11 personas con las que hablamos para este texto coinciden: no. ¿Cómo, entonces, enfrentar estas semanas? ¿Cuál es la estrategia para evitar que, como ha sucedido en varios países, colapse el sistema de salud? Óscar Bernal, profesor de la maestría en salud Pública de la U. de los Andes, le añade otra consecuencia previsible: los servicios de urgencias, ya congestionados por pacientes con otras complicaciones que buscan atención, se van a saturar más.
Luego de evaluar pros y contras de este escenario, el Ministerio de Salud trazó un plan que, espera, resuelva ese problema. Según el viceministro, la idea es incrementar el número de camas de UCI. Para hacerlo habilitarán más de 3.100 de “cuidado intermedio”, una categoría más baja donde suelen atenderse complicaciones no tan severas. Con esa cantidad, dice, espera aumentar la capacidad en casi 50 %.
Para reemplazar ese vacío en el “cuidado intermedio”, el Ministerio quiere equipar las camas de “baja complejidad” con los instrumentos necesarios, como oxígeno y monitores. “Estamos sugiriendo suspender los procedimientos que no son vitales y habilitar pisos en hospitales para aumentar esa capacidad”, explica Moscoso. ¿Y para llenar ese hueco en baja complejidad? “Vamos a habilitar 10 clínicas que hoy están cerradas, pero que pueden prestar servicios básicos”.
Siguiendo el ejemplo de España, el Minsalud también está evaluando la posibilidad de adaptar hoteles para que funcionen como entidades temporales de baja complejidad. Lo más probable es que quienes asuman la responsabilidad clínica de esos lugares sean los estudiantes de últimos años de medicina. “Así completamos la baja cantidad de personal”, cuenta Moscoso.
Juan Carlos Giraldo, director de la Asociación Colombiana de Clínica y Hospitales, sabe que dar esos saltos requiere mucha planeación y de, como lo llama él, un acuerdo básico con quienes operarán esos servicios. Sus cuentas para evitar la congestión del sistema de salud las resume de manera concreta y con cifras precisas: el paso de camas de cuidados intermedios a intensivos “permitiría sumarles a las actuales 8.068 camas de UCI, 5.499 camas de cuidados intermedios. Serían 13.500 camas de UCI. Y de UCI actuales, según varios gerentes, podría ser factible incrementar directamente un 20 %. Quedaría el país con una capacidad cercana a las 15.000 camas de cuidados intensivos”.
Soluciones con tropiezos
Cuando a principios de febrero la expansión de la covid-19 parecía inminente, David Heymann, del London School of Hygiene & Tripical Medicine, y Nahojo Shindo, de la Organización Mundial de la Salud, publicaron en la revista The Lancet una serie de medidas urgentes que tenían que empezar a tomar todos los países. Entre ellas advertían la necesidad de preparar a los sistemas de salud y aprovisionarse de instrumentos esenciales, como oxígeno y ventiladores mecánicos. Son elementos esenciales para tratar a las personas que tendrán serias complicaciones respiratorias y neumonía.
Pero la ausencia de ventiladores parece ser otra de las grandes dificultades que se avecinan en las próximas semanas. Es imposible saber con certeza cuántos hay en el país para enfrentar la epidemia. Lo único cierto es que, al menos, hay la misma cantidad que camas de UCI, es decir, 5.349 (para adultos). Algunas de las camas de cuidado intermedio también cuentan con estos dispositivos, pero nadie sabe con precisión el número preciso. Moscoso también cree que este será un gran inconveniente si no se resuelve pronto, pero asegura que están tratando de solucionarlo. “Estamos haciendo cotizaciones para saber cuál es la mejor alternativa. Ya tenemos algunas opciones”, dice.
Pero, aunque se ponga a funcionar todo este andamiaje, la complejidad de la situación que generará la covid-19 deja aún muchos interrogantes pendientes. ¿Qué sucederá con las ciudades donde los hospitales, a diferencia de Bogotá, Medellín o Bucaramanga, no tienen suficiente capacidad de infraestructura o personal? ¿Funcionarán las remisiones a hospitales de alta complejidad de manera rápida en este sistema de filas y largas esperas? ¿Se resolverán pronto las complicaciones que empiecen a haber en zonas de frontera, como lo prevé el Ministerio?
A esas dudas se suman otros dificultades que, poco a poco, han empezado a aparecer. “Ya tenemos equipos adecuados para atenderlos y ya estamos recibiendo entrenamiento, pero donde lleguen más de 10 pacientes no tenemos personal suficiente para atenderlos”, dice un médico general de una reconocida clínica en Bogotá. “Aún no tenemos los implementos para atender personas con covid-19. Ni siquiera hay tapabocas”, reclama una enfermera de otra entidad.
Carlos Matiz, de la Asociación Colombiana de Neumología y médico en la Clínica Santa Fe, le suma un punto más que, a sus ojos, es esencial y no está marchando tan rápido como él y sus colegas esperaban. “Tenemos que ser más rápidos haciendo pruebas diagnósticas. Eso es indispensable. Si movemos un paciente al piso de aislamiento porque es sospechoso de covid-19, pero los resultados de las muestras se demoran cuatro días, como ha sucedido, urgencias va a colapsar. Y esto, hasta ahora, está empezando”.
Pese a ello, Moscoso, Matiz, Trujillo, el presidente de la Asociación Colombiana de Medicina Interna, Virgil Carballo, y el de la de Medicina Crítica y Cuidado Intensivo, José Accini, concuerdan en lo mismo que han repetido hasta el cansancio los epidemiólogos: si los colombianos hacen caso omiso a las medidas de aislamiento, será poco probable evitar el colapso del sistema. “Necesitamos”, dice Moscoso, “un esfuerzo de solidaridad”.
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