
Imagen de referencia. Este tipo de medidas han sido celebradas a nivel internacional por entidades como la Organización Mundial de la Salud.
Foto: Getty Images
Uno de los temores que más se repiten cada vez que se habla de impuestos saludables (como los que gravan las bebidas azucaradas o los alimentos ultraprocesados) es su supuesto impacto negativo sobre la economía de las empresas, desde el pequeño tendero de barrio hasta las grandes industrias. El argumento suele ser el mismo: que tocar estos productos terminará afectando las ventas, forzando el cierre de negocios y destruyendo muchos empleos. Basta recordar los titulares que advertían que ponerle un impuesto a la gaseosa llevaría, casi de...
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