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Informe de la OMS alerta sobre toneladas de desechos médicos a raíz de la pandemia

Un trabajo de la Organización Mundial de la Salud ha cuantificado los desechos adicionales generados por la crisis sanitaria. Solo en Equipos de Protección Individual del personal sanitario se han generado 87.000 toneladas de productos que podrán terminar como desechos una vez sean utilizados.

01 de febrero de 2022 - 04:55 p. m.
La mayor parte de los equipos de protección individual acabarán convertidos en desechos una vez utilizados.
La mayor parte de los equipos de protección individual acabarán convertidos en desechos una vez utilizados.
Foto: Javier García / Adobe Stock

Las decenas de miles de toneladas de desechos médicos derivados de la respuesta a la pandemia de covid-19 han ejercido una enorme presión sobre los sistemas de gestión de residuos a escala mundial, poniendo en peligro la salud humana y ambiental, y haciendo patente la necesidad de mejorar las prácticas de gestión de este tipo de elementos. (Le puede interesar: Plásticos de un solo uso para protegerse del coronavirus ponen en riesgo la vida silvestre)

Así lo indica un nuevo informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que basa sus estimaciones en las cerca de 87.000 toneladas de equipos de protección individual (EPI) que fueron adquiridas entre marzo de 2020 y noviembre de 2021, y enviadas para atender las necesidades derivadas de la respuesta a la crisis sanitaria por parte de los países, como parte de una iniciativa conjunta de las Naciones Unidas para situaciones de emergencia.

La mayor parte de estos equipos acabarán convertidos en desechos una vez utilizados.

Gestión sostenible de los desechos

Los autores apuntan a que esto solo da una primera indicación de la magnitud del problema: el estudio no tiene en cuenta ninguno de los productos básicos adquiridos al margen de esta iniciativa, ni los desechos generados por la población, como por ejemplo las mascarillas quirúrgicas desechables. (Puede leer: Más de 70 empresas le piden a la ONU un tratado sobre contaminación por plásticos)

Los expertos señalan que se han enviado más de 140 millones de kits de pruebas, que podrían generar 2.600 toneladas de residuos no infecciosos —principalmente plástico— y 731 000 litros de desechos químicos —el equivalente a una tercera parte de una piscina olímpica—. Se han administrado más de 8.000 millones de dosis de vacunas en todo el mundo, lo que ha generado 144.000 toneladas de basura adicional, en forma de jeringas, agujas y contenedores de seguridad.

Mientras la ONU y los diferentes países lidiaban con la tarea de garantizar el suministro y la calidad de los EPIs, se prestó menos atención y se dedicaron menos recursos a la gestión segura y sostenible de los desperdicios generados por la atención a la pandemia.

“Es absolutamente esencial proporcionar a los trabajadores de la salud EPIs adecuados”, advierte Michael Ryan, director ejecutivo del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS, que añade que “también es fundamental garantizar que estos puedan utilizarse de forma segura, sin tener un impacto en el entorno cercano”.

Necesidad de cursos de formación

Esto implica contar con sistemas de gestión eficaces in situ, incluidos cursos de gestión de residuos médicos para los trabajadores de la salud.

En la actualidad, el 30% de los establecimientos de atención de salud (el 60 % en los países menos desarrollados) no están equipados para manejar la cantidad de basura generada por su actividad, y mucho menos las toneladas de desechos adicionales generados por el covid-19.

El mal manejo de los desperdicios médicos puede exponer a los trabajadores de la salud a lesiones por objetos punzocortantes, a quemaduras y a microorganismos patógenos, y también puede afectar a las comunidades que viven cerca de vertederos, a través del aire contaminado que emana de la quema de residuos, la contaminación del agua o la aparición de plagas en estos lugares.

“El covid-19 ha obligado al mundo a considerar las deficiencias y los aspectos desatendidos del flujo de residuos, y cómo producimos, usamos y eliminamos nuestros recursos de atención de salud”, subraya María Neira, directora de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud en la OMS, que asegura que se necesita “un cambio a todos los niveles en cuanto a la forma de gestionar el flujo de residuos generados por la atención en salud”.

Según la ejecutiva de la OMS, una gestión de residuos eficiente es un “requisito básico de los sistemas sanitarios con un enfoque climático inteligente”; una transformación a la que muchos países se comprometieron en la Conferencia sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas celebrada en Reino Unido.

Para Neira, cambiar los métodos de gestión de desechos sanitarios es imprescindible para “una recuperación saludable de el covid-19″ y como forma de prepararse frente a las futuras emergencias en temas de salud.

Recomendaciones para una gestión sostenible

En el informe se formulan una serie de recomendaciones para una gestión de desechos más adecuada, segura y sostenible, y se destacan ejemplos de países y organizaciones que las han puesto en práctica con la voluntad de “reconstruir para mejorar”.

Algunas de estas recomendaciones son el uso de embalajes y envíos respetuosos con el medio ambiente; el empleo de EPIs seguros y reutilizables (por ejemplo, guantes y mascarillas quirúrgicas) y de materiales reciclables o biodegradables; la inversión en tecnologías de tratamiento de desechos que no recurran a la quema, como los autoclaves; la logística inversa para apoyar el tratamiento centralizado, e inversiones en el sector del reciclaje para asegurarse de que los materiales, como los plásticos, puedan tener una segunda vida.

Según el comunicado de la OMS, el covid-19 y la urgencia de abordar la sostenibilidad ambiental ofrecen una oportunidad para fortalecer y mejorar los sistemas de gestión de residuos clínicos.

Para la organización internacional, esto puede lograrse mediante mayor presión regulatoria en cada país, reforzando la supervisión y los informes periódicos; la implementación de cursos de formación para el personal involucrado, y un aumento del presupuesto y la financiación.

“Un cambio de paradigma en la forma en la que la salud gestiona sus desechos incluiría un mayor control y mejores prácticas en materia de adquisiciones”, resalta Anne Woolridge, presidenta del Grupo de Trabajo sobre los Residuos de la Atención de Salud de la Asociación Internacional de Residuos Sólidos.

“Las inversiones en materia de salud deben tener en cuenta las repercusiones ambientales y climáticas, y cada vez se es más consciente de los beneficios indirectos de las actuaciones”, explica Woolridge.

“Por ejemplo, el uso seguro y racional de los EPIs no solo reducirá el daño ambiental que causa su eliminación, sino que también ahorrará dinero, reducirá la posible escasez de suministros y contribuirá todavía más a la prevención de las infecciones al modificar los comportamientos”, añade la directiva.

El análisis llega en un momento en que el sector de la salud está sometido a una presión cada vez mayor para reducir su huella de carbono, y reducir al mínimo la cantidad de desechos que se envían a los vertederos. Esto se debe en parte a la mayor preocupación por la proliferación de residuos plásticos y sus efectos en el agua, los sistemas alimentarios, la salud humana y los ecosistemas.

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