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La ketamina, un fármaco ampliamente usado en medicina durante más de 50 años como anestésico general y agente analgésico de acción corta, sigue atrapando la atención de los psiquiatras y pacientes que conviven con diversas afecciones psiquiátricas. En los últimos años diversos estudios han reforzado la idea de usarlo como un antidepresivo.
El último de estos trabajos publicado por un grupo de investigadores australianos en la revista Traslational Psychiatry refuerza la idea de sus aplicaciones médicas al concluir que “seis semanas de tratamiento con ketamina oral en participantes con tendencias suicidas crónicas condujeron a una reducción significativa de la ideación suicida”.
La mayoría de los estudios hasta la fecha sobre ketamina en pacientes con riesgo suicida se habían realizado aplicando el medicamento de forma intravenosa. Para analizar su uso por vía oral, mucho más práctico en diferentes contextos, los investigadores conformaron un grupo de 32 adultos voluntarios para el estudio.
La proporción de participantes que lograron una mejoría clínica dentro de las primeras 6 semanas de tratamiento fue del 69%, mientras que el 50% logró una mejora significativa en la semana 10.
“La respuesta observada en este estudio es consistente con los ensayos de ketamina intravenosa, lo que sugiere que la administración oral es un tratamiento alternativo factible y tolerable para el suicidio crónico”, anotaron los investigadores.
Aunque a nivel mundial se ha observado una disminución general en las tasas de suicidio, siendo una de las principales causas de muerte, con aproximadamente un millón de muertes cada año. Se estima que el 90% de los suicidios están asociados con alguna forma de trastorno psiquiátrico, donde el 60% de los suicidios se han atribuido a trastornos del estado de ánimo.
¿Cómo funciona la ketamina? Se trata de una molécula capaz de interactuar con uno de los receptores de las sinapsis de las neuronas conocido como N-metil-D-aspartato. Gracias a su actividad sobre las neuronas produce un efecto excitador y aumenta la producción de ciertas proteínas celulares.
Como lo explicaron los investigadores, “los estudios en animales han demostrado que el aumento de la síntesis de proteínas inducida por la ketamina promueve un aumento en el número de sinapsis funcionales en la corteza prefrontal, con una posterior disminución en el comportamiento “similar a la desesperación”.