¿Qué pasa en el cerebro de una mujer mientras está en embarazo? ¿En qué regiones se manifiestan los cambios, si los hay? ¿Hay diferencias en los meses de gestación? Estas preguntas fueron las que llevaron a la doctora estadounidense Liz Chrastil a participar en una investigación cuyos resultados fueron publicados hace poco en la prestigiosa revista científica Nature Neuroscience. Chrastil es neurocientífica y profesora asociada en la Universidad de California, Irvine, y la particularidad de su participación en el estudio es que ella aceptó que analizaran su cerebro mientras estaba embarazada.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Para comprender un poco mejor la importancia del estudio, Chrastil explica que la idea surgió hace más de cuatro años en medio de una investigación que realizaba de la mano del Jacobs Lab, de la Universidad de California, en Santa Bárbara (Estados Unidos). Este laboratorio ha sido pionero en novedosas investigaciones sobre la influencia de las hormonas sexuales en el cerebro humano, específicamente durante periodos como la menstruación, la menopausia, el embarazo y el posparto. “Otro grupo de científicas estaba buscando a una mujer embarazada para realizar el estudio y me ofrecí como voluntaria. En ese momento me pregunté, ¿por qué no escanear mi cerebro y ver qué pasa?”, dice Chrastil.
Como ella planeaba una fertilización in-vitro, esto permitió que pudieran comenzar con la investigación 3 semanas antes de la concepción. El monitoreo continuó en la gestación y se alargó 2 años después de dar a luz. Durante ese periodo de tiempo, el equipo, liderado por Laura Pristchet, neurocientífica que hace parte del Jacob’s Lab, determinó que haría 26 tomas del cerebro de Chrastil para ver lo que ocurría.
Pristchet hace parte de toda una generación de expertas que vienen investigando lo que sucede en el cerebro de las mujeres en el embarazo y el posparto. Por ejemplo, a mediados de 2023, el equipo de la neurocientífica española Susana Carmona publicó un artículo en Nature Neuroscience en el que hablaba sobre lo que pasaba en el cerebro de más de 100 mujeres durante el embarazo y cómo influían los tipos de parto que tuvieron: si fueron por cesárea o naturales.
La diferencia con el reciente artículo, liderado por Pristchet, radica en que se llevó a cabo en una sola mujer para conocer en profundidad lo que le sucedía antes, durante y después de su gestación. “Los cambios que observamos son muy específicos, porque pertenecen a un solo sujeto, pero nos da pistas sobre qué regiones observar con más detenimiento cuando hagamos investigaciones similares con más mujeres. De hecho, ya están en curso y estamos buscando candidatas”, explica Chrastil.
Pero esa no es la única diferencia respecto a estudios anteriores. Tal vez el más importante tiene que ver con la materia gris, que podría definirse como las capas externas del cerebro que son responsables de aspectos como la cognición, el aprendizaje y la adaptación al entorno. En el cerebro de Chrastil, se observó una reducción de estas capas que prevaleció en las primeras semanas y se mantuvo así durante los dos años de posparto. Lo mismo se observó en el grosor cortical, que es la capa externa del cerebro, pero, aunque ambas autoras afirman que el cambio era evidente, todavía no pueden decir con seguridad qué significa.
Como se lee en el artículo de Nature Neuroscience, investigaciones anteriores ya habían comprobado que la materia gris se reduce hasta 6 años después del posparto y son rastreables décadas más tarde. “Sin embargo, los cambios que ocurren en el cerebro materno durante la gestación son prácticamente desconocidos”, detalla uno de sus fragmentos iniciales.
Otras regiones del cerebro también experimentaron reducción, entre ellas el hipocampo, una estructura cerebral que está en el lóbulo temporal del cerebro y que se relaciona con el aprendizaje y la memoria. “Uno de los resultados de los que estoy más orgullosa es de las imágenes tan detalladas que pudimos obtener de esa región, pues es fundamental para comprender nuestra cognición y desarrollo como seres humanos”, dice Pritschet.
La científica explica que algunas hormonas, entre ellas el estradiol y la progesterona -fundamentales para el aparato reproductor femenino- aumentaron significativamente durante la gestación, para luego caer de manera brusca tras el parto.
Sin embargo, hubo otro hallazgo clave que fue el que tal vez sorprendió más a las expertas: en contraste con la disminución de la materia gris, hubo un aumento en la materia blanca del cerebro, que es la que facilita la transmisión entre células nerviosas. Para comprenderlo mejor, podemos imaginar que la materia blanca es la autopista por la que se moviliza la información de la materia gris. Ambas están presentes en todo el cerebro.
“El incremento de la materia blanca podría relacionarse con la adaptación a nuevos entornos, a nuevos retos”, dice Chrastil. Pero ella y Pristchet piden tomar con precaución sus resultados. “Este estudio nos permitió ver un caso particular, el de Liz Chrastil, y no significa que, para ser una buena madre, los mismos cambios deban suceder obligatoriamente en el cerebro. De hecho, se ha comprobado que el cerebro de los padres y otros cuidadores también cambia cuando tienen a otros seres humanos bajo su cargo. En pocas palabras, lo que queremos decir es que estos cambios están ahí, pero aún no comprendemos qué implican”.
Vacíos por llenar
Ambas científicas hablan de algo que parecería obvio: el hecho de que las mujeres cambian drásticamente durante la gestación e, incluso, mucho más cuando dan a luz. “Claro, la responsabilidad de llevar a un ser humano en tu cuerpo y después dar a luz no es una situación cualquiera”, afirma Pritschet. Pero, en sus palabras, explicar lo que implican esos cambios no resulta sencillo. ¿Dónde está el misterio? “En que, aunque pareciera más que obvio, todavía no podemos correlacionarlos con los cambios en el comportamiento o el estilo de vida de las mujeres, y esto se debe a la falta de investigaciones al respecto”, continúa la neurocientífica.
La gravedad de esa carencia se puede contrastar con una cifra importante que resaltan en el artículo: el hecho de que, aproximadamente, un 85 % de las mujeres en todo el mundo experimenta al menos un embarazo en su vida, con 140 millones de ellas que quedan embarazadas cada año. “Esto significa que todavía no comprendemos muy bien lo que le sucede a millones de personas”, explica Pristchet.
Estudios previos ya han hablado ampliamente de cómo se adapta el cuerpo de una mujer durante la gestación: se alteran su consumo de oxígeno, regulación inmunológica, metabolismo y circulación sanguínea. Esto sin contar que el embarazo es un periodo de gran neuroplasticidad, o sea la capacidad que tiene el cerebro para generar nuevas conexiones ante nuevos estímulos.
Cuando Pritschet estaba haciendo su doctorado, recuerda aprender, en su mayoría, de investigaciones que hablaban sobre el cerebro masculino. “Nos decían que el femenino era muy volátil”, recuerda la científica. Las consecuencias de afirmaciones como esas pueden verse, por ejemplo, en cifras publicadas por Emily Jacobs, quien afirmó en un artículo publicado en Nature que solo el 0.5 % de los estudios neurocientíficos se realizan sobre la salud de las mujeres. En el caso de Estados Unidos, no se incluyó a las mujeres en la investigación clínica hasta 1993, a partir de una ley que se aprobó en el Congreso de ese país.
La falta de estudios previos sobre lo que le sucede a las mujeres durante el embarazo no solo es una impresión de Pritschet. Chrastil concuerda con ese punto. “Nuestro estudio no tiene muchas respuestas, sino que genera más preguntas para las investigaciones que vienen. El artículo ha recibido mucha atención por parte de varios sectores y creo que eso refleja el interés de las personas por conocer mucho más sobre esto”, dice Chrastil.
En últimas, a lo que ambas científicas quisieran llegar es a estudios más detallados en los que se puedan prevenir trastornos que afectan a las mujeres embarazadas, como la depresión posparto, por poner solo un ejemplo, aunque, en palabras de Chrastil, esto sucedería en un muy largo plazo.
“Es impresionante”, comenta Pritschet. “No estamos haciendo la investigación suficiente, y no se trata solo de mirarlo desde una perspectiva de “comprender cómo funciona el cerebro de las mujeres, sino entender lo que le pasa al cerebro humano como tal”, enfatiza.