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La “epidemia silenciosa” que sufre África por infecciones por hongos en el cerebro

Cuando el sistema inmunológico está muy debilitado, los hongos pueden evadir las defensas del cuerpo, evitar ser detectados y causar enfermedades que pueden ser mortales. En personas sanas no tienen riesgo.

25 de julio de 2023 - 01:27 p. m.
Algunos de los medicamentos antimicóticos recomendados por la OMS, como la flucitosina, no están disponibles en la mayoría de los países africanos
Algunos de los medicamentos antimicóticos recomendados por la OMS, como la flucitosina, no están disponibles en la mayoría de los países africanos

Solo alrededor del 0,2 % de los 1,5 millones de especies de hongos que se sabe que existen desde hace más de 1,6 millones de años tienen el potencial de causar enfermedades humanas. Esto es así porque el cuerpo humano es un entorno hostil para ellos: la gran mayoría no puede sobrevivir a nuestra temperatura corporal de 37°C. Durante gran parte de la historia humana los patógenos fúngicos (hongos patógenos que causan enfermedades) no fueron una amenaza para la salud humana. Hasta ahora.

Rachael Dangaremizi es investigador de Neuroinfecciones en la División de Ciencias Fisiológicas de la Universidad de Ciudad del Cabo y coautor de un equipo que publicó un estudio sobre el resurgimiento de las infecciones fúngicas en África, especialmente en el África subsahariana. “Concluimos que África está sufriendo una epidemia silenciosa, pero costosa, de infecciones fúngicas”, dice Dangaremizi en The Conversation.

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En la investigación, Dangaremizi y el resto del equipo sostienen que el cambio climático y las presiones ambientales están sirviendo como posibles impulsores de la evolución y aparición de nuevas especies fúngicas termotolerantes y potencialmente patógenas. Es decir, según su teoría, es posible que el calentamiento global (entre otras cosas) este causando que algunos hongos sobrevivan a nuestra temperatura corporal de 37°C. Cuando el sistema inmunológico está debilitado, los hongos pueden evadir las defensas del cuerpo y evitar ser detectados. ¿Y por qué esto está pasando en África, especialmente?

La meningitis criptocócica ( infección micótica de los tejidos que cubren el cerebro y la médula espinal) surgió a fines de la década de 1980 y hoy el África subsahariana contribuye con aproximadamente el 73 % de todos los casos y muertes a nivel mundial como resultado de la enfermedad. Esta meningitis es causada por el hongo Cryptococcus neoformans, que se encuentra en el suelo y en los excrementos de las aves. Los tratamientos pueden costar entre US$1400 y US$2500 por paciente.

Otro ejemplo es la neumonía por Pneumocystis jirovecii (que puede incluir síntomas como dificultad para respirar, tos seca, fiebre, fatiga y pérdida de peso). Esta enfermedad es causada por un hongo omnipresente en el aire, Pneumocystis jirovecii. Tanto este como el hongo Cryptococcus neoformans y el resto de su clase que generan enfermedad, difícilmente causan problemas en personas con sistemas inmunológicos saludables, pero en personas con sistemas inmunológicos deficientes son peligrosas.

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Esto último es importante para entender la situación africana. Según la investigación, el África subsahariana soporta la mayor carga (casi el 70 %) de las infecciones por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) a nivel mundial y tiene una proporción sustancial de individuos inmunodeprimidos, que son vulnerables a infecciones oportunistas, precisamente, como la que provocan los hongos. Además, los sistemas de salud en África dependen principalmente de la atención médica privada (pagos de bolsillo de los pacientes) y una financiación relativamente baja y pobre.

“Con casi 500 millones de personas viviendo en pobreza extrema, esto significa que más de un tercio de la población africana no puede pagar la atención médica básica, la hospitalización o los medicamentos antimicóticos”, escriben los investigadores. Con sistemas de salud sobrecargados y mal financiados, muchos países africanos no están bien preparados para hacer frente a las infecciones fúngicas. Además, algunos de los medicamentos antimicóticos recomendados por la OMS, como la flucitosina, no están disponibles en la mayoría de los países africanos, explica Dangaremizi en The Conversatión.

¿Qué se puede hacer, entonces? Dangaremizi concluye que solo el cierre de las brechas en el conocimiento, las políticas y la investigación pueden ayudar a evitar más muertes.

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