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“La investigación sobre anticonceptivos se estancó hace décadas”: Nature

Un artículo publicado en la revista Nature advierte que la inversión en investigación para mejorar los métodos anticonceptivos existentes no avanza desde hace décadas, a pesar de ser una necesidad en salud pública y un mercado que crece. El 40% de los embarazos en el mundo son no deseados.

26 de noviembre de 2020 - 06:29 p. m.
Desde hace dos décadas, el dinero para investigación en salud sexual y reproductiva de las mujeres se ha reducido considerablemente. Hoy está dirigido especialmente a investigación en oncología.
Desde hace dos décadas, el dinero para investigación en salud sexual y reproductiva de las mujeres se ha reducido considerablemente. Hoy está dirigido especialmente a investigación en oncología.
Foto: Wikimedia Commons

¿Qué es lo que las mujeres quieren en materia de salud reproductiva y sexual? Aparentemente no muchas investigadoras o investigadores en el mundo se han ocupado de esta pregunta en los últimos veinte años.

El Boston Consulting Group (BCG), una consultora de gestión que trabaja con organizaciones sin fines de lucro, gubernamentales y con fines de lucro en el sector de la salud de la mujer, publicó un artículo en la revista Nature en donde advierte que muchas mujeres y hombres están muy insatisfechos con los anticonceptivos disponibles, a pesar de haber una demanda (de mercado y de salud pública) creciente.

Casi la mitad de las mujeres del mundo en edad reproductiva utilizan anticonceptivos1. Otros 171 millones de mujeres, u alrededor de 1 de cada 11 de entre 15 y 49 años, no lo usan, pero quieren evitar embarazos no deseados, pero suceden. El 40% de los embarazos en el mundo son no deseados, la mitad terminan en abortos inducidos, pero no es por “irresponsabilidad de las mujeres”, como alegan algunos: el 25% de estos embarazos son gracias al fallo de anticonceptivos, y un porcentaje desconocido se relaciona con embarazos productos de violencia sexual.

Por un lado, los condones masculinos fallan con demasiada frecuencia (en el primer año de uso del condón, alrededor del 13% de las mujeres quedan embarazadas). Por esta y otras razones, la carga de la contracepción está desproporcionadamente en hombros de las mujeres, que acuden a implantes y dispositivos intrauterinos (DIU) que requieren procedimientos médicos y pueden ser invasivos; las píldoras deben tomarse todos los días. Los métodos hormonales y los DIU no hormonales pueden tener efectos secundarios, como sangrado menstrual irregular o impredecible, dolores de cabeza, acné y aumento de peso, así como depresión y otros cambios de humor.

Y esto es solo para las mujeres que pueden pagar estos métodos. Para muchas mujeres, especialmente en América Latina y África, la anticoncepción ha sido difícil de obtener o pagar, incluso antes de la pandemia de COVID-19.

Los embarazos no deseados pueden tener efectos duraderos en las mujeres, los niños, las familias y la sociedad. Los costos directos de atención médica en los países de ingresos bajos y medianos ascendieron a US $ 10 mil millones solo en 2019; los costos económicos indirectos a largo plazo podrían ser 40 veces mayores, según los cálculos de la Organización Mundial de la Salud.

Lo que quieren las mujeres

Los anticonceptivos disponibles no satisfacen plenamente las necesidades y preferencias cambiantes de muchas mujeres a lo largo de su vida reproductiva. Entre las mujeres de los países de ingresos bajos y medianos que no quieren quedar embarazadas pero que no usan anticonceptivos modernos, más de una cuarta parte citan los efectos secundarios como la razón principal. Y los mismos tipos de efectos secundarios acompañan a muchos productos diferentes. A nivel mundial, alrededor de un tercio de las mujeres interrumpen su método anticonceptivo hormonal durante el primer año de uso, y muchas citan efectos secundarios o problemas de salud como la razón principal.

Según escriben las investigadoras en Nature, los datos detallados a gran escala son extremadamente escasos, pero el año pasado, más de 100.000 mujeres de casi 200 países completaron una encuesta sobre preferencias anticonceptivas dentro del primer mes de su apertura. Los primeros análisis sugieren que una serie de efectos secundarios llevaría a las encuestadas a dejar de usar un método, especialmente los cambios de humor, cambios físicos como acné, aumento de peso de 2 a 4,5 kilogramos, pérdida de cabello y disminución del deseo sexual. Otra revisión de la Revista Reproductive Health, pero de 2018, mostró que los cambios en la pesadez o la frecuencia del sangrado menstrual se han asociado con la insatisfacción informada con los anticonceptivos.

De hecho, los productos farmacéuticos que se han ocupado de resolver estos problemas son los que más dinero han ganado en anticonceptivos en los últimos años. Por ejemplo el DIU Mirena, un sistema intrauterino liberador de hormonas fabricado por Bayer en Leverkusen, Alemania, ha mantenido ventas de gran éxito de más de mil millones de dólares en cada uno de los últimos 5 años. Otros métodos no hormonales de anticoncepción, como la app NaturCycles (que se basa en la temperatura basal para informar cuando son fértiles o no) van al alza.

Sin embargo, se están desarrollando pocos productos anticonceptivos realmente innovadores y muy eficaces. Según ClinicalTrials.gov, se han realizado entre 20 y 25 ensayos clínicos financiados por la industria entre 2017 y 2020. La mayoría se centra en revisiones incrementales de productos hormonales existentes. En comparación, en 2019 hubo alrededor de 3100 ensayos de medicamentos contra el cáncer, 600 de medicamentos cardiovasculares y 140 de tratamientos para trastornos oculares.

Las investigadoras señalan varias razones: la primera es que los requisitos de seguridad para la aprobación regulatoria son (apropiadamente) muy altos, y los efectos adversos graves o graves no son aceptables, entonces esto “desincentiva” a los únicos que tienen el músculo financiero para hacer investigación: las farmacéuticas.

Además, existen preocupaciones por los litigios que han surgido por nuevos productos en salud reproductiva, especialmente en los Estados Unidos, y sus efectos adversos en los cuerpos de las mujeres.

Además, los problemas de salud de la mujer y sus preferencias simplemente no se estudian ni se financian adecuadamente, y quienes podrían trabajar para abordar estos problemas ignoran y malinterpretan las necesidades insatisfechas.

Las investigadoras señalan que durante los últimos veinte años, las compañías biofarmacéuticas globales han vendido, reducido o cerrado divisiones que estaban desarrollando anticonceptivos no hormonales y otros productos para la salud de la mujer, como los que apoyan la menopausia, para concentrarse en otras divisiones, como la oncología. En Estados Unidos, la inversión pública en investigación sobre salud de las mujeres fue el del 1.1%, y del 7.2% en la inversión privada.

“La nueva financiación es fundamental para catalizar la innovación en cualquier sector. Los fondos de riesgo, las empresas biofarmacéuticas y biotecnológicas y las universidades deben evaluar las oportunidades para aplicar sus tecnologías y su experiencia a la anticoncepción, lo que podría acelerar y aumentar las innovaciones en I + D en múltiples campos. El público debe hablar sobre sus deseos y demandas, para que podamos pasar de los métodos que las mujeres toleran a los que realmente satisfacen sus necesidades”, concluyen las investigadoras.

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