Cada vez los científicos entienden más los efectos secundarios que están teniendo en el cuerpo humano la prolongada exposición a celulares, tabletas y computadores. Ya hace varios años, los expertos del sueño encontraron que la luz azul afecta los patrones de sueño, y a comienzos de este año, una investigación del Instituto para la Salud Global de Barcelona concluyó que la exposición a este tipo de luz en la noche incrementa el riesgo de padecer cáncer de seno y de próstata.
Ahora, un nuevo estudio de la Universidad de Toledo, en Estados Unidos, encontró este tipo de luz afecta al cuerpo desde el mismo momento en el que tienen contacto con las células oculares sensibles a la luz. Sus efectos, dice el paper, pueden llegar hasta causar ceguera.
Para entender qué pasa, hay que recordar que para ver, los humanos tenemos distintos tipos de células en nuestros globos oculares. Los fotorreceptores son las células que, al contacto con las ondas lumínicas dan la señal al cerebro de que hay luz entrando en el ojo. Así, el cerebro da la orden al resto de células oculares que empiecen a actuar. En pocas palabras, da la orden de ver.
Sin embargo, para cumplir con esta función, los fotorreceptores necesitan una molécula llamada retinal. Esta investigación descubrió que la luz azul genera una serie de reacciones químicas en el retinal, que termina produciendo una serie de moléculas tóxicas que, poco a poco, matan a los fotorreceptores. Y cuando un fotorreceptor muere no puede regenerarse.
La degeneración macular, que es como se llama el fenómeno de muerte de fotorreceptores, es una de las principales causas de ceguera en personas mayores de 50 años. El problema es que nuestra constante exposición podría acelerar la aparición del fenómeno en gente menor a esa edad.
Kasun Ratnayake, uno de los investigadores involucrados en el estudio, contó que “si emites luz azul sobre el retinal, el retinal mata a las células fotorreceptoras a medida que la molécula de señalización de la membrana se disuelve”.
Lo más interesante es que los científicos encontraron que los efectos nocivos de la combinación de luz azul y retinal pueden pasar sobre cualquier tipo de célula. Tras el hallazgo, el grupo de investigadores introdujo moléculas de retinal en células cancerígenas, del corazón y neuronas. Luego, al exponerlas a la luz azul, todas murieron.
La pregunta más obvia sería por qué no todos quedamos ciegos si cada día, desde que nos levantamos hasta que nos dormimos, estamos expuestos a la luz azul de las pantallas casi sin parar.
La respuesta está en una molécula llamada alfa tocoferol. El alfa tocoferol es un antioxidante natural que se encuentra de forma natural en los ojos y en todo el cuerpo, y que evita que las células mueran. Sin embargo, a medida que envejecemos, nuestro cuerpo produce menos de esta molécula, y es entonces cuando los efectos de la luz azul empiezan a intoxicar nuestras retinas.
Para prevenir la aparición de estos problemas, los investigadores recomendaron usar gafas oscuras con flitros UV que incluyan el bloqueo de este tipo de luz, así como evitar usar los aparatos que emiten este tipo de luz en la total oscuridad.