La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó las primeras directrices mundiales para el diagnóstico, el tratamiento y la atención de la meningitis.
Esta es una enfermedad que inflama las membranas que recubren el cerebro y la médula espinal, y puede ser causada por virus, bacterias, hongos o parásitos. Si no se trata a tiempo, puede provocar complicaciones graves como daño cerebral, pérdida de audición o incluso la muerte, especialmente en niños, adolescentes y personas con sistemas inmunológicos debilitados. Muchos patógenos pueden causar meningitis, con un estimado de 2,5 millones de casos notificados a nivel mundial en tan solo el 2019. Esto incluye 1,6 millones de casos de meningitis bacteriana que provocaron aproximadamente 240.000 muertes, dice el organismo de salud global.
Las directrices hacen parte de la hoja de ruta mundial “Derrotar la meningitis para 2030″ y ofrecen recomendaciones basadas en la evidencia para el diagnóstico, el tratamiento y la atención clínica de niños y adultos. “La meningitis bacteriana causa la muerte de una de cada seis personas y deja a muchas otras con problemas de salud permanentes”, declaró Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS. “La implementación de estas nuevas directrices ayudará a salvar vidas, mejorar la atención a largo plazo de las personas afectadas por la meningitis y fortalecer los sistemas de salud”.
La meningitis, especialmente la meningitis bacteriana, sigue siendo una carga importante en países de ingresos bajos y medios, donde el acceso a la vacunación, al diagnóstico oportuno y al tratamiento adecuado puede ser limitado. En estos lugares, la tasa de mortalidad y las secuelas a largo plazo son significativamente más altas que en los países con mejores sistemas de salud. Además, la mayor carga de la enfermedad se registra en una región del África subsahariana conocida como el “cinturón de la meningitis”, que abarca unos 26 países, desde Senegal hasta Etiopía.
En esos países, la enfermedad aparece con frecuencia en forma de brotes epidémicos, particularmente durante la estación seca, cuando el polvo, los vientos y la falta de humedad favorecen la propagación del meningococo. La limitada disponibilidad de vacunas multivalentes, el diagnóstico tardío y las deficiencias en los sistemas de salud hacen que muchas personas no reciban tratamiento a tiempo. Como resultado, las tasas de mortalidad siguen siendo elevadas, y muchos sobrevivientes enfrentan complicaciones graves como discapacidad auditiva, daño neurológico y dificultades en el aprendizaje.
De hecho, alrededor del 20% de las personas que contraen meningitis bacteriana desarrollan complicaciones a largo plazo, incluyendo discapacidades que afectan su calidad de vida. La enfermedad también conlleva importantes costos económicos y sociales para las personas, las familias, las comunidades y los sistemas de salud. Las nuevas directrices ofrecen recomendaciones tanto para entornos no epidémicos como epidémicos, y estas últimas sustituyen a las directrices anteriores de la OMS de 2014, que cubrían la respuesta a los brotes de meningitis.
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