En este camposanto, enquistado en el Páramo de Guerrero, recurso vital del embalse del Neusa, que abastece de agua a la sabana y el norte de Bogotá, miles de familias han encontrado desde 2015 una alternativa para despedir a sus seres queridos al tiempo que rehabilitan el ecosistema, devastado por la explotación desenfrenada del suelo.
Mauricio Dueñas - EFE