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Cuando casi todos los países del mundo declararon cuarentenas y la gran mayoría de personas se quedó en sus hogares resguardándose del covid-19,, hubo personas que renunciaron a esa seguridad para ir a trabajar. Trabajadores que mantuvieron la producción, distribución y venta de alimentos, velaron por la seguridad pública, se ocuparon del transporte de bienes esenciales y atendieron y curaron a los enfermos. Es lo que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) llama «trabajadores clave».
La pandemia puso de manifiesto cuán importantes para la sociedad son, pero un informe reciente de la OIT refleja también cuán infravalorados están. Los trabajadores clave pueden adscribirse a ocho grandes grupos ocupacionales: trabajadores de los sistemas alimentarios; trabajadores de la salud; trabajadores del comercio al por menor; trabajadores de seguridad; trabajadores manuales; trabajadores de limpieza y saneamiento; trabajadores del transporte, y trabajadores técnicos y administrativos.
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En los 90 países sobre los que se dispone de datos, los trabajadores clave representan el 52% de la población ocupada, aunque la proporción es menor en los países de ingresos altos (el 34%). Mientras que en los países de ingresos bajos menos del 2% de los trabajadores clave se dedican a la asistencia en salud, este porcentaje se dispara hasta el 20% en los países de ingresos altos. Las mujeres constituyen dos tercios del personal clave de la salud.
Debido a su mayor exposición al virus, las personas trabajadoras clave sufrieron tasas más elevadas de mortalidad por covid-19 que los no clave, señala la OIT. Sin embargo, las tasas no fueron uniformes en todos los grupos profesionales: así, a pesar de que los trabajadores sanitarios mantuvieron un contacto más estrecho con pacientes infectados, sus tasas de mortalidad fueron inferiores a las de los trabajadores del transporte, quienes sufrieron las tasas de mortalidad más elevadas.
Los resultados ponen de relieve la importancia de los medios de protección de la seguridad y la salud en el trabajo (SST), a los que los trabajadores del transporte tuvieron menor acceso, así como las ventajas de desempeñar la actividad laboral en lugares de trabajo formales con representación colectiva, dice el informe. “Los trabajadores con contratos formales estables, amparados por la representación sindical, contaban con entornos de trabajo capaces de soportar mejor las mayores exigencias y riesgos del trabajo durante la pandemia”.
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Entre los principales hallazgos del estudio, la OIT encuentra que los peligros físicos y biológicos, así como los riesgos psicosociales, afectan con mayor frecuencia a los trabajadores clave. Esto debería significar mejores condiciones laborales, pero no es así: casi uno de cada tres empleados clave tiene un contrato temporal, aunque la proporción varía mucho entre países y sectores. Y más 46% (en países de ingresos bajos) trabajan jornadas largas. En promedio, el 29% de los empleados clave están poco remunerados, independientemente del nivel de desarrollo de los países. Los empleados clave ganan un 26% menos que los demás empleados.
Casi el 60% de los trabajadores clave de los países de ingresos bajos y medios carecen de protección social y las tasas de sindicalización en varios sectores clave son significativamente inferiores al promedio tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo. ¿Y en la educación, cómo están? Menos del 3% de los trabajadores clave de los países de ingresos bajos y medianos-bajos recibieron formación durante los 12 meses anteriores.
La OIT señala que la regulación, ya sea por la vía legislativa o mediante convenios colectivos, de manera concertada con otras instituciones del trabajo —organizaciones de trabajadores y de empleadores, sistemas de administración e inspección del trabajo, y juzgados, magistraturas y tribunales—, es necesaria para mejorar esas condiciones. Se deben establecer políticas salariales que apoyen la valoración del trabajo clave, protección social universal, incluida la cobertura de las licencias por enfermedad remuneradas, horarios de trabajo seguros y previsibles e igualdad de trato, entre otras cosas.