El presidente Gustavo Petro anunció en X (antes Twitter) una noticia positiva para la salud pública: la llegada del primer lote de 300.000 tabletas de dolutegravir, un medicamento fundamental para suprimir la replicación del VIH en el organismo, después de que el Ministerio de Salud lo declarara de interés público en junio de 2024, en una decisión que fue celebrada y aplaudida por organizaciones nacionales e internacionales. Desde 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo recomienda como la primera opción para el tratamiento del VIH debido a su eficacia y menor riesgo de efectos adversos. Sin embargo, el mandatario empleó una serie de términos y conceptos que pueden generar confusión.
El mensaje completo de Petro fue: “Esta es la reforma a la salud que prometimos y ya la adelantamos. Aquí hay 300.000 tabletas del primer lote de dolutegravir. Esta medicina que logra hacer retroceder el VIH, no solo evita de por vida el Sida, sino que el paciente portador puede incluso dejar de contaminar. Era carísima en el mercado, imposible para un trabajador o sus hijos, las EPS no la recetaban por su precio y muchas personas murieron de sida pudiendo evitarlo. Ahora, gracias al Minsalud progresista, llega a un precio tan bajo, que estamos listos para reducir al máximo la enfermedad”.
En él, hay varios mensajes imprecisos. El primero es este: “Esta medicina que logra hacer retroceder el VIH, no solo evita de por vida el Sida, sino que el paciente portador puede incluso dejar de contaminar”. En primer lugar, este medicamento no cura la infección ni la “revierte”, sino que suprime la replicación del virus, permitiendo que las personas vivan con una carga viral indetectable si siguen el tratamiento correctamente. Por eso es que puede ser clave en el control de esta enfermedad, pero está lejos de representar una cura.
La Asociación Colombiana de Infectología (ACIN) lo dice más claramente en una publicación en X (antes Twitter): “Dolutegravir no “hace retroceder” el VIH, pero sí es un inhibidor de la integrasa altamente eficaz que suprime la replicación del virus cuando se usa dentro de un esquema de tratamiento antirretroviral adecuado”. La organización agrega que “es crucial comunicar la información con rigor científico para evitar desinformación”.
Como no es una cura, tampoco es adecuado señalar que “evita de por vida el Sida”. Es importante señalar que VIH y sida no son lo mismo. El primero es el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), que ataca el sistema inmunológico, mientras que el sida es la etapa avanzada de la infección cuando el sistema inmunológico está gravemente debilitado. Tener VIH no significa necesariamente desarrollar sida. El dolutegravir no evita el sida de por vida, pero sí puede prevenir su desarrollo mientras el tratamiento se siga correctamente. Esto no significa que el sida esté evitado “de por vida”, ya que si el paciente interrumpe el tratamiento o si el virus desarrolla resistencia, la infección podría avanzar y debilitar el sistema inmunológico. El éxito depende de la adherencia continua.
No hay que estigmatizar
La afirmación que apunta a “que el paciente portador puede incluso dejar de contaminar” también fue criticada. “Llevamos años luchando contra el estigma en VIH que comienza en el lenguaje. No se puede hablar de “contaminar” a nadie con VIH”, escribió Julián A. Fernández-Niño, doctor en Epidemiología y funcionario de la Secretaría de Salud de Bogotá.
Aunque las personas con VIH en tratamiento pueden reducir su carga viral a niveles indetectables, lo que significa que no transmiten el virus por vía sexual (lo que se conoce como “Indetectable = Intransmisible” o I=I), el término “contaminar” es inapropiado, ya que refuerza el estigma contra quienes viven con la infección. ONUSIDA, la agencia de las Naciones Unidas encargada de la respuesta global al VIH/SIDA, ha señalado que el estigma y la discriminación no solo afectan la calidad de vida de quienes viven con el virus, sino que también contribuyen a que muchas personas eviten hacerse la prueba o retrasen el inicio del tratamiento por miedo al rechazo social o a la pérdida de empleo y derechos.
“El lenguaje puede determinar creencias e influir sobre el comportamiento. El uso de un lenguaje apropiado tiene el poder de fortalecer la respuesta mundial a la epidemia de sida”, dice la agencia. En 2015 publicó una serie de orientaciones terminológicas para evitar esos impactos negativos. En uno de los apartes de ese documento (que puede leer completo aquí), se dice claramente que “el uso del adjetivo contaminado debe limitarse a la referencia a objetos y nunca a personas”. Uno de los objetivos de los Gobiernos debe ser, ha insistido la agencia, comunicar con precisión los avances médicos y de salud pública, sin perpetuar prejuicios o conceptos erróneos que tengan efectos a mediano y largo plazo.
“Esta es una excelente noticia, celebro que avance las ventajas de la licencia obligatoria que tanto hemos ayudado a defender, pero Petro por favor aprendamos a hablar de VIH. ¿Dejar de contaminar? Las personas con VIH NO CONTAMINAMOS”, escribió en la misma línea Miguel A López-López, activista y cofundador de Más Que Tres Letras, una ONG que trabaja en la defensa de los derechos de las personas que viven con VIH y en la eliminación del estigma. “En su lugar, es más preciso y respetuoso utilizar expresiones como “transmisión del VIH” o “riesgo de transmisión”. Esto evita el estigma y permite abordar el tema desde una perspectiva médica y basada en derechos humanos", sugiere ACIN.
¿Era carisimo y las EPS lo negaban?
Petro también señala que el medicamento era “carísimo en el mercado, imposible para un trabajador o sus hijos, las EPS no la recetaban por su precio y muchas personas murieron de sida pudiendo evitarlo”. Sin embargo, en Colombia, las EPS no recetan medicamentos. Esa es una función de los médicos tratantes dentro de las instituciones prestadoras de salud (IPS). Una vez formulado el medicamento, las EPS son responsables de autorizar y garantizar su entrega a los pacientes. “Las EPS no negaban sistemáticamente el medicamento por su precio, ya que el tratamiento antirretroviral es parte del Plan de Beneficios en Salud (PBS) y es cubierto por el sistema de salud”, agrega ACIN.
El problema real ha sido, agregan desde esa organización, “en ocasiones, la falta de oportunidad en la entrega o barreras administrativas que dificultan el acceso”.
Tampoco es claro que “muchas personas murieron de sida pudiendo evitarlo”. El dolutegravir forma parte de un esquema de tratamiento dentro de la Terapia Antirretroviral (TAR); no se consume de forma individual. En 2024, cuando se declaró de interés público, consultamos los datos de la Cuenta de Alto Costo (la entidad que en Colombia realiza el seguimiento de las enfermedades de alto costo, incluido el VIH/SIDA) y encontramos que en el país los esquemas con dolutegravir son usados por 10.500 personas, es decir, cerca del 8% de los casos con VIH que se han detectado en el país. La gran mayoría de pacientes en el país utilizan esquemas que combinan otro tipo de medicamentos.
¿Por qué es importante esto? La estrategia 95-95-95 de ONUSIDA busca, para el año 2030, que el 95% de las personas que viven con el VIH conozcan su estado serológico, que el 95% de quienes lo conocen reciban tratamiento antirretroviral (TAR), y que el 95% de las personas en tratamiento logren la supresión viral. En Colombia, según la Cuenta de Alto Costo, en el año 2024, el 80,38% de las personas que viven con el VIH recibieron TAR, lo que representa una disminución del 3,34% respecto a 2023. El acceso al TAR varía según la región de residencia, siendo la región del Pacífico y Bogotá, D.C. las áreas con la cobertura más baja. “Garantizar el acceso al TAR es esencial para proteger el derecho a la salud, la vida y la dignidad de las personas que viven con VIH, promoviendo una sociedad más inclusiva y equitativa”, señaló la Cuenta de Alto Costo en diciembre de 2024.
Es decir, aunque Colombia no cumple con las metas de ONUSIDA, los esquemas con dolutegravir no son los más usados en nuestro país. Esto también podría explicarse por el precio, en lo que el presidente sí tiene razón cuando dice que era “carísimo”. Según las cifras que el Ministerio de Salud mostraba en la resolución que declaró ese medicamento de interés público en junio pasado, un frasco de 30 tabletas del dolutegravir de 50 mg costaba $401.574, mientras que el genético de la OPS se podía conseguir a $11.147. El cálculo que hacían es el siguiente: con la plata que se gasta el Estado en una persona (es una medicina que está garantizada en el Plan de Beneficios de Salud), se podría brindar acceso a 36 pacientes si se autoriza el ingreso de la versión genérica.
Carlos Álvarez, infectólogo y consejero científico nacional para las ciencias de la salud y la vida, nos decía en un artículo hace un año que, probablemente, “su valor represente alguna dificultad en el acceso, algo que sucede con otros medicamentos”. Por eso, la noticia de la llegada del lote de dolutegravir que anunció el presidente Petro es una buena noticia y nadie parece negarlo.
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