Publicidad

Los apuros por los que está pasando la salud de mujeres, niños y adolescentes

Aunque se han logrado avances en cuanto a mortalidad materna, neonatal, infantil y adolescente en el mundo, un informe que reunió a más de 70 investigadores muestra que varios de estos indicadores se han estancado en los últimos años y que se requieren acciones urgentes para mejorarlos y cumplir las metas que se trazó el planeta hace una década. ¿Cuáles son los lugares más inquietantes?

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Luisa Fernanda Orozco
05 de mayo de 2025 - 01:19 p. m.
(Imagen de referencia) El número de médicos disponibles en el mundo sigue siendo un reto para asegurar la cobertura para mujeres y niños.
(Imagen de referencia) El número de médicos disponibles en el mundo sigue siendo un reto para asegurar la cobertura para mujeres y niños.
Foto: Óscar Pérez
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Hace unos días, la revista especializada The Lancet, una de las más prestigiosas en medicina, publicó uno de los informes más completos sobre la salud de las madres, de los niños y los adolescentes en el mundo. Con la participación de casi setenta investigadores, el reporte muestra qué es lo que está sucediendo con esta población en 134 países. Si hubiera que condensar sus hallazgos en una sola frase, sería esta: desde 2015, los principales indicadores que permiten entender el estado de salud de estos grupos han perdido impulso y muestran signos de estancamiento. En algunos casos, incluso, los avances están comenzando a revertirse.

El análisis, que se centró en países de ingresos bajos y medios, evaluó el avance en distintos asuntos que son cruciales para entender el estado de la salud y los servicios sanitarios de un país. Entre ellos, la cobertura del sistema de salud (y las implicaciones de los conflictos armados); la nutrición, la mortalidad materna, neonatal e infantil; y el impacto que está teniendo el cambio climático.

“Si bien la mayoría de los indicadores de salud y relacionados con la salud siguen mostrando avances, se ha observado una notable desaceleración en el ritmo de mejora después de 2015, muy por debajo del ritmo necesario para alcanzar las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de 2030”, se lee en un apartado del informe.

Avances insuficientes en mortalidad y nutrición

En el informe se muestra que, aunque a nivel mundial se ha avanzado en cuanto a la reducción de muertes infantiles y adolescentes, ese progreso se ha desacelerado en la mayoría de las regiones desde 2015, cuando se trazaron los ODS. Entre 2014 y 2022, la disminución anual de muertes en menores de cinco años y, específicamente, de recién nacidos, fue solo la mitad de la registrada entre 2000 y 2015.

Además, el documento advierte que 59 de los 134 países analizados no están en camino de cumplir la meta de los ODS de mortalidad en menores de cinco años, que es de 25 muertes por cada 100.000 nacidos vivos. 64 países tampoco cumplirán la meta para mortalidad neonatal:12 por cada 100.000 nacidos vivos. África subsahariana es la región más inquietante.

Las principales causas de muerte en menores de 5 años son complicaciones durante el parto, nacimientos prematuros, neumonía, diarrea y malaria. Entre los recién nacidos, los partos prematuros y las complicaciones al nacer siguen siendo las causas más frecuentes.

Respecto a la situación de mortalidad de los adolescentes, el estudio de The Lancet sugiere que los motivos de muerte varían según la edad y el género. Entre los varones de 10 a 24 años, las principales causas son las lesiones por accidentes de tránsito, la violencia interpersonal y los suicidios. En las mujeres jóvenes, destacan las complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto, junto con los suicidios. En general, los adolescentes en países de ingresos bajos y medios siguen teniendo un riesgo mucho mayor de morir por estas causas que los de países ricos.

Las otras cifras que son muy inquietantes son las que muestran el panorama de la mortalidad materna. Solo en 2020 se estima que murieron 286.000 mujeres por causas relacionadas con el embarazo o el parto. El 99,5 % de estos fallecimientos ocurrieron en países de ingresos bajos y medianos. Aunque es una mejora frente a las 445.000 muertes registradas en el año 2000 y las en 2015 (cuando se registraron 313.000), el ritmo de reducción se ha frenado en los últimos años, señalan los autores del informe.

Los países de ingresos bajos son los que tienen los indicadores más preocupantes: la tasa de mortalidad materna fue de 429 muertes por cada 100.000 nacidos vivos en 2020. Aunque la de ingresos medianos fue menor ese año (de 255 por 100.000 nacidos vivos) para el mismo año, también es un valor que está muy lejos de lo que buscan los ODS: reducir esta tasa a 70 o menos muertes por cada 100.000 nacidos vivos para 2030.

“La continua alta mortalidad en las regiones del África subsahariana, junto con un ritmo relativamente lento de disminución, ha dado lugar a una mayor concentración de muertes maternas en esta región, que en 2020 representaba el 72% de todas las muertes maternas a nivel mundial (el 51% en África occidental y central y el 21% en África oriental y meridional”, se lee en The Lancet.

Nutrición: entre el hambre y la obesidad

El informe también muestra que la malnutrición sigue siendo un problema central en la salud de los países. Aunque ha habido avances, el ritmo de mejora es lento. En 2022, más de uno de cada cinco niños menores de cinco años tenía retraso en el crecimiento (es decir, baja talla para su edad), una señal de desnutrición crónica. La mayoría viven en África subsahariana y Asia meridional.

Además, casi 45 millones de niños menores de cinco años tenían bajo peso para su talla (emaciación), lo que representa un riesgo inmediato para su supervivencia.

Por otro lado, el sobrepeso infantil también ha aumentado: en 2022, alrededor de 37 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso, una cifra que ha crecido de forma constante durante la última década, especialmente en países de ingresos medios.

Las desigualdades también son evidentes en la inseguridad alimentaria: en los países de ingresos bajos, la proporción de población afectada por inseguridad alimentaria grave aumentó del 21,3 % (2014-2016) al 25,7 % (2021-2023). En países como Guatemala o Honduras, los picos de precios de alimentos tras la pandemia y los efectos del cambio climático empeoraron aún más el acceso a una dieta adecuada.

Conflictos, desplazamiento y crisis humanitaria

Los conflictos armados siguen siendo una enorme barrera para el acceso a la salud. Entre 2015 y 2022, el informe muestra que el número de mujeres y niños desplazados por la fuerza pasó de 45 millones a 76,3 millones. Solo en 2022, 46,6 millones de niños estaban desarraigados por conflictos. El desplazamiento forzado, además, los expone a brotes de enfermedades, desnutrición, violencia sexual y barreras para acceder a servicios sanitarios.

Una de las consecuencias de esta situación es que, en algunos lugares, los indicadores de salud empezaron a revertirse. En África subsahariana, por ejemplo, la disminución de la mortalidad neonatal e infantil se estancó en ciudades, y la brecha con zonas rurales se ha estrechado. La causa: el desplazamiento forzado ha ocasionado que millones de personas vivan en asentamientos informales sin acceso a agua potable, saneamiento, electricidad ni atención médica de calidad.

Otro de los puntos centrales del informe está relacionado con el cambio climático, pues está transformando la geografía de la enfermedad: la expansión de patologías como malaria y el dengue se está acelerando. Además, cada vez hay más olas de calor, sequías prolongadas e inundaciones, que agravan la inseguridad alimentaria y empeoran los determinantes sociales de la salud, particularmente en la infancia.

Brechas estructurales en cobertura y personal

A pesar de los avances en cobertura de intervenciones esenciales en salud materna e infantil, persisten grandes desigualdades. En varios países de África y Asia, la cobertura de servicios de salud entre los sectores más pobres es, al menos, de 20 puntos porcentuales menor que entre los más ricos. A esto se suma el déficit de personal sanitario: solo cuatro regiones del mundo, incluyendo América Latina, alcanzan el umbral mínimo de 44,5 trabajadores de salud por cada 10.000 personas recomendado por la OMS.

Sin datos, sin estrategia

Una de las situaciones que llamó la atención de los autores del informe tiene que ver con el seguimiento de estos indicadores. En su análisis, comprobaron que se ha debilitado. Mientras que entre 2010 y 2015 el 96 % de los países de ingresos bajos y medios realizó encuestas de hogares con información clave sobre salud, en el periodo de 2019 a 2023 solo lo hizo el 63 %.

“En 2020, hubo una caída importante en las encuestas de hogares debido a la pandemia de covid-19, lo que provocó que se pospusiera la implementación de la encuesta. La falta de datos limita la capacidad de ajustar políticas y priorizar intervenciones donde más se necesitan”, se lee en el estudio.

Los autores afirman que para que continúe el avance que se venía presentando en reducción de mortalidad, desnutrición y brechas en salud, se necesita un enfoque renovado en la equidad, la rendición de cuentas y estrategias claras lideradas por los países. También, en sus palabras, hace falta mayor inversión en soluciones que atiendan las crisis actuales. De lo contrario, los autores aseguran que “se perderán decenas de millones de vidas y se desperdiciarán oportunidades para el desarrollo del capital humano”.

👩‍⚕️📄¿Quieres conocer las últimas noticias sobre salud? Te invitamos a verlas en El Espectador.⚕️🩺

Luisa Fernanda Orozco

Por Luisa Fernanda Orozco

Periodista de la Universidad de Antioquia.@luisaorvallorozco@elespectador.com
Conoce más

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.