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Por primera vez, un equipo internacional de científicos logró identificar rastros genómicos directos de Yersinia pestis, la bacteria causante de la peste, en una fosa común de la antigua ciudad de Jerash, en Jordania. El hallazgo confirma de manera definitiva la relación entre este patógeno y la Peste de Justiniano (541-750 d. C.), considerada la primera gran pandemia documentada de la historia.
Durante siglos, los historiadores habían descrito el brote que azotó al Imperio bizantino, dejando millones de muertes y transformando su organización social y política. Sin embargo, hasta ahora la prueba biológica del agente responsable permanecía ausente: se habían hallado rastros de la bacteria en aldeas de Europa occidental, pero nunca en el corazón del imperio, donde comenzó la crisis sanitaria.
El estudio, publicado en la revista Genes, se basó en el análisis de restos humanos encontrados en cámaras funerarias bajo el antiguo hipódromo de Jerash, un espacio que durante la pandemia fue convertido en cementerio colectivo. Mediante técnicas de ADN antiguo, los investigadores lograron secuenciar material genético de ocho dientes humanos. Los resultados revelaron cepas de Y. pestis casi idénticas, lo que apunta a un brote rápido y devastador entre los años 550 y 660 d. C., coherente con los relatos históricos de muertes masivas en la región.
“El yacimiento de Jerash nos ofrece una ventana única a cómo las sociedades antiguas enfrentaron crisis sanitarias extremas”, señaló Rays H. Y. Jiang, profesor de la Universidad del Sur de Florida y autor principal, en entrevista con EuropaPress.
Un estudio complementario, publicado en Pathogens, analizó cientos de genomas antiguos y modernos de la bacteria, incluyendo los de Jerash. Los investigadores encontraron que la Peste de Justiniano no fue el origen de todas las pandemias posteriores de peste, como la Peste Negra del siglo XIV. En lugar de descender de una única cepa, estos brotes surgieron repetidamente a partir de reservorios animales en diferentes épocas y regiones.
Este patrón, explican los autores, muestra que las pandemias no son hechos aislados, sino fenómenos recurrentes en la historia de la humanidad, impulsados por la interacción entre patógenos y sociedades humanas.
Aunque hoy la peste es poco común, Y. pestis no ha desaparecido. Casos recientes en Estados Unidos recuerdan que el patógeno sigue circulando: en julio, una persona murió en Arizona a causa de peste neumónica, la forma más grave de la enfermedad.
Los hallazgos en Jerash no solo resuelven un misterio de hace 1.500 años, sino que también ofrecen una perspectiva actual: entender cómo surgen y reaparecen estas epidemias es clave para prepararse frente a futuras pandemias.