No tendrá tiempo de acomodarse en el cargo. Con un sector salud profundamente resentido como consecuencia de la corrupción y en pleno proceso de cuidados intensivos, tras la terapia de choque que su antecesora le imprimió, Alejandro Gaviria asumirá desde la próxima semana el manejo de la salud de los 46 millones de colombianos, con la expectativa de resolver uno de los temas en los que más resultados le faltan al Ejecutivo.
Si bien el propio presidente Santos ha advertido que la crisis no es nueva y que a su administración le tocó asumir las consecuencias de años de descuido estatal, el problema no da más espera. No sólo porque a medida que pasa el tiempo la solución es más costosa desde el punto de vista económico, sino porque hay muchas vidas de por medio.
La crisis de la salud, ya se ha dicho, cuesta más de 4,5 billones de pesos, recursos que fueron saqueados por los corruptos, y tiene muchas caras: el hueco en el sistema, las deficiencias en el POS, el manejo de los recobros, la crisis de los hospitales y las deficiencias de las EPS, son sólo algunos de ellos. Para intentar paliarlos, el Ejecutivo anunció un paquete de medidas, algunas de las cuales comenzaron a implementarse durante la administración de la saliente ministra, Beatriz Londoño, pero aún hace falta profundizarlas y echar a andar las demás.
Según Santos, lo que se requiere es una transformación completa del sector. Y para lograrlo, su gobierno se propone elevar la supervisión a las EPS, situación que conllevaría la desaparición de algunas, y ese es, precisamente, uno de los primeros temas en los que tiene que trabajar Gaviria. No la tendrá fácil, dada la controversia que suscitó la decisión gubernamental de unificar el POS, subsidiado y el contributivo, lo que causó polémica hasta en la industria farmacéutica.
Pero si por ese lado hay problemas con los agentes externos, el revolcón en las instituciones oficiales encargadas del tema le puede traer a Gaviria retos adicionales en cuanto a las relaciones con el propio gobierno. En este sentido los dos grandes temas a trabajar son la reforma a la Superintendencia de Salud y el debate por el paso de las funciones de la a la Comisión de Regulación en Salud (CRES) al propio Ministerio.
Por supuesto, toda crisis tiene un componente económico y aquí Gaviria ya tiene garantizados 1,2 billones de pesos para las clínicas y hospitales (no para las EPS) con el fin de aliviar sus finanzas y evitar que el caos termine llevándose por delante no sólo la salud de los usuarios sino la estabilidad de esos centros de atención y los empleos de miles de colombianos. Un paliativo, en verdad, pero no una solución definitiva al problema.
Gaviria sabe que la situación no será fácil. Él mismo dijo que pasó de ser el hombre que hacía las críticas sobre la economía social, al blanco de las mismas. Su ventaja es que conoce desde el punto de vista académico el tema. Su desventaja, que no lo ha trabajado en el Ejecutivo. Y la falta de experiencia tiene sus problemas.
Por ahora, está concentrado mirando por dónde empezar. Quiere meterse de lleno con el tema de la regulación de los derechos de salud, en particular con la ley estatutaria que varios sectores están tratando de ambientar en el Congreso. También le preocupa la descentralización de la prestación de servicios en salud y desatascar el flujo de recursos que están en el Fosyga.
No la tiene fácil el nuevo ministro.
Por Redacción Política
