En Confesiones, la segunda parte de sus memorias,el neurocirujano Henry Marsh describía en varias oportunidades un temor que había llegado con la vejez. Mientras debía despedirse de su trabajo en las salas de cirugía, una de las cosas que más le inquietaba era no entrar en esa etapa con buena salud. Temía no contar con suerte. En caso de tener alguna enfermedad, escribía, solo esperaba tener una “buena muerte”. (Lea Alertan por cierre de camas para atención pediátrica en Colombia)
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Marsh, que se volvió popular cuando publicó Ante todo, no hagas daño en 2014, ha vivido sus 73 años en Reino Unido, aunque por períodos ha dado una mano a sus colegas de Nepal y Ucrania. Pese a sus temores, su vejez, probablemente, será muy diferente a la que tengan las personas mayores de Colombia de su misma generación. No es lo mismo llegar a esa etapa de la vida en un país rico que en uno de ingresos medios o bajos. (Lea EPS defienden su gestión en La Guajira y critican decreto de salud del Gobierno)
Puede sonar a una obviedad, pero hay muchos factores, más allá de la edad y del sexo, que juegan un rol clave en un “envejecimiento saludable”. “Por mucho tiempo se pensó que esos factores que aceleran o ralentizan el envejecimiento, eran similares para todas las personas en el mundo. Pero ahora sabemos que en cada país hay unos muy específicos que impactan la vejez”, dice Hernando Santamaría.
Santamaría es psiquiatra, PhD en Neurociencias y director del Doctorado de Neurociencias de la Universidad Javeriana, en Bogotá. Es también parte de un equipo de investigadores que acaba de presentar los resultados de un estudio que muestra que hay ciertos factores que están incidiendo de manera particular en el envejecimiento de los colombianos y de varios países de América Latina. Su investigación fue publicada este 10 de agosto en una de las revistas más prestigiosas del mundo de la salud, Nature Medicine, y tuvo en cuenta datos de 44.394 participantes.
En palabras del profesor Agustín Ibáñez, otro de los autores del artículo y director del Latin American Brain Health Institute de la U. Adolfo Ibáñez a diferencia de los países de altos ingresos, donde la edad y el sexo son los principales factores que se relacionan con un envejecimiento saludable, en los países de nuestra región hay otros que determinan la manera en que llegamos a esa etapa, como las desigualdades sociales.
Para decirlo de otra manera, nacer en un país de bajos ingresos, no tener acceso a educación u oportunidades de participación social impide envejecer de manera saludable, un término que, quienes lo estudian, suelen medir por dos desenlaces: por un lado, buena “salud cognitiva” (como poder tomar decisiones o memorizar) y tener una “capacidad funcional” (como vestirse y bañarse solo, e interactuar con otros de forma autónoma).
Un ejemplo más cercano puede ayudar a entenderlo mejor: mientras que en un país “rico”, como Inglaterra, los principales factores que determinan una salud cognitiva en la vejez son la edad y del sexo , en Colombia eso depende de otras circunstancias que pesan mucho más: los síntomas de trastornos mentales, el aislamiento de los más viejos, la actividad física que pueden hacer, la educación que recibieron, las caídas que sufren y las desigualdades socioeconómicas en las que viven.
En el caso de la “capacidad funcional” también sucede lo mismo. En un país de ingresos altos es la edad y el sexo los que determinan si una persona mayor puede ir a hacer compras sola o reunirse con sus amigos. En cambio, en Colombia pesa más la posibilidad de realizar actividad física, los síntomas de trastornos mentales, el aislamiento, las caídas, las enfermedades del corazón y la diabetes.
Sin entrar en muchos detalles técnicos, imposibles de sintetizar en un periódico, para llegar a esas conclusiones, los autores recopilaron datos de encuestas poblaciones de varios países latinoamericanos como Chile, Uruguay, Ecuador y Colombia (y de China, el país “control”). Luego “estandarizaron” las preguntas y respuestas. Tras construir una enorme base de datos, emplearon técnicas de machine learning para identificar asociaciones que fueran estadísticamente significativas.
“Lo que encontramos es tremendo, nos dejó sorprendidos”, señala Ibáñez. “Lo que nos dice es que no hay factores universales, como lo pensamos durante mucho tiempo, sino que cada país tiene unas particularidades que inciden en la manera en cémo la población envejece. Eso debería ser un mensaje contundente para quienes toman decisiones; deberían pensar intervenciones de salud pública adaptadas a cada lugar”.
Para Santamaría eso es crucial si tienen en cuenta los cambios poblacionales que se avecinan en Colombia. Hoy, según el Dane, el 13,9% de los habitantes, es decir, un poco más de 7 millones, son personas mayores, pero en unas décadas se espera que representen un porcentaje mucho más alto.
Algo similar sucede en varios países de América Latina, donde escriben los autores de la investigación, se espera que la prevalencia de demencia aumente a 19,33% para 2050 (hoy es de 8,5%). Además de estrategias de prevención, como apuntaba, Brain Lawlor, coautor, en un comunicado, la región “necesita estrategias que mejoren las redes sociales y estimulen la actividad física. Además, deben proporcionar recursos públicos para favorecer estilos de vida más saludables y reducir los riesgos asociados con las enfermedades no transmisibles”.
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Por Sergio Silva Numa
