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Los trajes para médicos que tienen alma de diseñador

Estudiantes de varias áreas del diseño pusieron sus conocimientos y su tiempo al servicio de un proyecto que intenta ayudar a que los médicos que atienden casos de coronavirus se protejan adecuadamente.

Karen Rojas Gaitán y Natalia Pedraza Bravo

28 de abril de 2020 - 10:00 p. m.
“Diseñadores Unidos” ha entregado 700 trajes y 2.000 tapabocas a personal de salud. / Cortesía
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Las imágenes de personal de salud protestando afuera de los hospitales han sido recurrentes en los últimos días. Esto porque están exigiendo insumos médicos que garanticen su seguridad al atender pacientes durante la pandemia. En medio de esta situación, algunos estudiantes y egresados de diseño de la Universidad Jorge Tadeo Lozano desarrollaron un proyecto que quiere ayudar con esta problemática. Lo llamaron Diseñadores Unidos.

A través del diseño y la producción de implementos médicos de protección, estudiantes y profesionales del diseño atendieron a la invitación que hizo la profesora Johana Velandia para aportar su granito de arena en medio de la pandemia.

“En mi familia todos trabajan en el sector de la salud menos yo. Así que por ellos me di cuenta de que había una problemática muy grande en el país: no hay suficientes implementos de seguridad para garantizar el ejercicio médico con pacientes que tienen COVID-19”, afirma Velandia, explicando sus motivaciones para empezar este proyecto.

Por eso, esta docente invitó en sus redes sociales a sus alumnos a que, desde el diseño, unieran fuerzas para ayudar al personal de salud a protegerse mientras trabajan en la emergencia sanitaria. En un principio eran treinta personas. Entonces decidieron dividir el plan en fases y su primera tarea fue identificar cuáles eran los implementos que los médicos debían usar al atender este tipo de pacientes. Para esto, vincularon médicos de varias especialidades al proyecto.

En su búsqueda descubrieron que había tres elementos que los médicos necesitan y que ellos podían diseñar y producir de inmediato: tapabocas, trajes y caretas de protección. “Lo primero que realizamos, por su facilidad de diseño y de producción, fueron las caretas” cuenta María Paula Moreno, egresada de diseño industrial y estudiante de diseño gráfico de la universidad, quien hace parte de la iniciativa.

De esta primera labor se encargó el egresado Rafael Lozano, quien realizó el prototipo tridimensional de las caretas de protección y en conjunto con otros egresados y estudiantes empezaron a producirlas en impresoras 3D que tenían en sus casas.

La segunda tarea implicaba un trabajo logístico y de producción mucho mayor: los trajes y los tapabocas de tela. Fue aquí donde los diseñadores de modas aparecieron en la iniciativa. La idea inicial era utilizar un traje médico que alguna clínica pudiera facilitarles, pero esto fue imposible, ya que ninguna de las entidades a las que acudieron les prestó los implementos.

Entonces, la profesora Velandia dice que los trajes desarrollados por el grupo de Diseñadores Unidos “tienen alma de diseñador”. El equipo de estudiantes y egresados decidió usar como base para el diseño los trajes que ellos mismos usan para manejar la maquinaria que sus carreras requieren. Con la asesoría de una ingeniera textil seleccionaron las telas, teniendo en cuenta que estas hicieran parte del grupo de insumos permitidos y recomendados para implementos médicos. “El diseño de los trajes se realizó con base en los mandatos de la Organización Mundial de la Salud. En la confección se usaron materiales inteligentes de las referencias Orión 17, T180 y Universal, que son de alta calidad, resistentes y permiten su lavado hasta cien veces”, explica Velandia.

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Con el presupuesto que habían recaudado de donaciones compraron otros insumos. Además, la marca Totto les regaló 2.500 metros de textil Orión y les ofreció parte de su equipo de producción, con el objetivo de aumentar la cantidad de implementos elaborados.

Luego de llegar a un diseño de trajes y tapabocas contaron con las manos de madres, abuelas, tías, amigas y familiares que tienen una máquina de coser en casa para confeccionar las prendas. “En un momento nos dimos cuenta de que necesitábamos más manos y acudimos a talleres de confección. Algunos decidieron donar su trabajo, pero entendimos que otros dependen de la costura para sobrevivir, así que les pagamos con el dinero que recogimos en donaciones”, afirma Moreno.

En medio de la confección les surgieron dudas acerca de los permisos o trámites que debían cumplir; así las cosas, acudieron a el Invima, que les indicó que “los trajes de protección que pretenden fabricar no están clasificados como dispositivos médicos y, por tanto, no requieren llevar a cabo ningún trámite ante el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos”.

Después de todo el proceso de desarrollo y diversas etapas por las que pasaron, los Diseñadores Unidos lograron hasta hoy la confección de 700 trajes y 2.000 tapabocas. Además, montaron en su página web los patrones de estos elementos para que cualquier persona pueda replicar el proyecto. “Nos llamaron de muchas ciudades pidiéndonos que les enviáramos trajes, pero nosotros no teníamos los medios. Por eso decidimos dejar los patrones y los diseños libres para que cualquier persona pueda producir los implementos y ayudar al personal de salud en sus comunidades”, dice Velandia.

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Hasta el momento, este proyecto ha beneficiado a varias instituciones con la entrega de los trajes, como el Hospital San Ignacio, el Hospital Militar, el Hospital de Kennedy, el Hospital Universitario La Samaritana, el Hospital Méderi y la Clínica Marly, entre otras que suman cuarenta en Bogotá. También a entidades médicas de Chía y Mosquera (Cundinamarca), y Villa de Leyva, en Boyacá; Honda, Ibagué y tres municipios más del Tolima, y Popayán.

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“Recibimos veinte trajes. La iniciativa es, en definitiva, una demostración de que existe gente comprometida con el bien ajeno sin esperar ninguna retribución económica. Personas así es que necesita esta humanidad. Este grupo de diseñadores fue más efectivo, que todos aquellos responsables de nuestra protección laboral; empezando por el Estado y el Ministerio de Trabajo, así como las ARL, EPS y IPS”, cuenta Luis Velandia, anestesiólogo de la Clínica La Estancia, de Popayán, beneficiado por esta iniciativa.

Y añade que “hasta el momento son los trajes más seguros, por ser una prenda única y cerrada, que brinda aislamiento adecuado y fueron muy bien recibidos por el personal”.

En este momento el proyecto está en una fase diferente y ya no está recibiendo más donaciones. Su alianza con la marca Totto permitirá ahora que la empresa produzca los implementos médicos que han diseñado, de forma masiva y, ojalá, a bajo costo.

Por Karen Rojas Gaitán y Natalia Pedraza Bravo

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